Anteriormente habría usado una salida más eficaz y concisa, una que actuara de forma inmediata y me ayudara a soportar mi vida, como la bola de poder. Sin pensar mucho, habría combinado la cocaína y la heroína, habría apretado bien la tira de goma alrededor de mi brazo hasta que la liga golpeara con un golpe seco mi piel y después, después me habría dejado consumir ante tal dominio emanando desde las venas de mi brazo.
Eso era antes. Aunque el efecto estimulante de ambas era lo que necesitaba ahora que me estaba consumiendo la mierda que tengo como vida, no caí. No lo hice. Bueno sí. Pero no precisamente mezclándolas, primero una y después la siguiente. Primero el depresor, después el estimulante. Primero el pinchazo en el brazo, después inhalar por la nariz. Primero comer y después cagar.
Fácil de entender.
Y así es como lo he hecho, aunque tengo claro que esta nueva forma de abusar de ellas no me ha dejado inconsciente en el piso rodeado con mi vómito, no me parece nada agradable el puto resultado. No me refiero a los efectos, me refiero a que no debí volver a ceder tan fácil. No debí recurrir a este salvavidas tan cáustico.
Está hecho.
Resoplo con fuerza, sintiendo mi cuerpo húmedo, incinerándome poco a poco la piel mientras me dirijo a paso precipitado al retrete de mi habitación. No es buen momento para hacerlo, lo sé, pero mis necesidades se dispararon justo ahora cuando ya han pasado un par de minutos después de los efectos de la heroína.
El calor me invade como si estuviera metido en un maldito sauna, empiezo a sudar, empiezan los escalofríos, después vienen leves espasmos en lo que mi cuerpo se pone pesado, aletargado, inmediatamente luego, tengo ganas de saquear mi estómago.
Han pasado la mayoría, incluso tuve una sed incontrolable que fue el claro signo de deshidratación. Ahora, ahora solo necesito el retrete para inclinarme junto a él. Había olvidado lo cagante que resultan los efectos secundarios cuando intento demostrar que puedo con ello y no al revés. No lo hago, al menos no ahora después de haber estado limpio desde hace meses.
Me hice débil.
O las drogas ya no toleran la limpieza que hay en mí.
Como sea.
Escupo una ultima vez en el retrete para deshacerme del mal sabor de boca y me inclino desde mi posición hasta alcanzar la llave de la ducha. Cuando las gotas empiezan a caer me levanto un tanto tambaleante del piso y me dejo consumir por el agua fría.
Siento mi cuerpo desentumiéndose, irguiendo los músculos, reviviendo. El calor se ha ido por ahora, pero no me importa demasiado ya que yo soy el culpable de lo que me está ocurriendo. Ahora no puedo culpar a nadie de esto porque yo tomé la decisión de drogarme.
Toxicómano.
Mi plan era meterme bajo el agua helada cuando desperté incómodamente en la silla del escritorio. Me quité toda la ropa por el calor que estaba drenándome poco a poco, pero antes de pensar en entrar por fin en el agua, mi garganta comenzó a picar. En el mismo momento en que abrí una media de cerveza y darme cuenta de que no ayudaría mucho para mi maldita sed, salí por agua.
ESTÁS LEYENDO
Para ti de alguien más ©
Ficción GeneralLa inocente y dulce Jazzlyn Parker, está enamorada del chico malo de su clase; Devon Gray. Él parece no notarla, nunca. Aún con esa belleza sublime y femenina, le resulta un poco complicado acercarse al chico-problemático. Jackson Leckie. Él parece...