05 Llega el paraíso del amor

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Me acerque temerosa, creyendo que aquella diosa podría lastimarme. Tenía que esperar lo que fuera, sabiendo todas las leyendas acerca de la diosa Afrodita, las pruebas que llegaba a poner y lo malvada que podía llegar a ser.





—Tienes un rostro hermoso, como la luna

—Gracias por el cumplido mi señora— Mantuve mi cabeza baja durante todo ese tiempo ¿Cómo conocía mi rostro?

—Tu personalidad debe de ir acuerdo con tu cara, pura e inocente— Dijo dando una leve risa proveniente de sus labios. —Eres la ninfa más pura que he visto en toda mi existencia, la textura de tu piel es suave y delicada como una pluma— Acaricio mi mejilla derecha. —Tu inocencia, es lo que más destaca de tu ser, nunca había visto tales características provenientes de un ser creado, sin duda no sobrevivirías en el Olímpo

—¿Por qué dice eso mi señora— Preguntó Darlene un tanto confundida.

—Si la diosa Perséfone lo permite, te llevaré conmigo y serás mi ninfa más cercana al igual que Darlene— Dijo con una sonrisa muy extensa en su rostro.






Mi corazón palpitaba muy rápido, tal vez quería salirse de mi interior, no podía creer lo que sucedía, levante mi cabeza encontrandome con la mirada expectante de la diosa, sus ojos de color verde reflejaban peligro, algo muy raro para ser la diosa del amor y la pasión. Trague saliva en seco de tan solo pensar convivir con aquella diosa y más el servirle.





Las ninfas de la diosa Perséfone se hicieron presentes dandó una respectiva reverencia hacía la diosa, junto a ellas llegó la diosa Perséfone.





—Afrodita— Se posiciono frente a ella con una expresión un tanto seria. —¿Qué la trae por el mundo? ¿No debería estar en el Olímpo?— Dijo sarcásticamente.

—Perséfone— Ella también se escuchaba seria. —Quería ver a tu nueva protectora del tulípan, buena elección, es delicada comom una pluma— Dijo dandó una leve risa. —No pensé que encontrarás ninfas tan hermosas como ella— Levanto mi rostro. —Si tu padre la viera, sin duda quedaría fascinado

—¡Del dios Zeus no se habla aquí Afrodita!— Gritó enojada.

—Solo decía— Dejo de levantar mi rostro.

—¿Qué es lo que vienes a buscar al mundo?— La miró.

—Vine a bucar ninfas para que sean mis acompañantes, y al parecer he encontrado a la perfecta— Voltéo a verme.

—Ella guarda mi tulípan— Habló Perséfone. Puedes llevarte a la ninfa que quieras, pero como ella es una de mis guardianas, tiene que quedarse junto a mi

—Perdonáme Perséfone, pero ella es una ninfa ejemplar ¿Acaso no te das cuenta? Sus ojos azules como el agua de un manatial, su piel pálida y suave como una pluma, sus cabellos negros como el fino pelaje de un gato— Sonrió orgullosa de sus argumentos. —Como lo puedes ver, ella es una ninfa ejemplar, así que ella ira conmigo al Olímpo quieras o no

—No puedes llevartela— Perséfone la miró seria, algo que realmente me causaba terror.

—Si no es por las buenas, irá conmigo por las malas— Miró a Perséfone dandolé una sonrisa maniatica, me tomó del brazo y en un segundo desaparecimos de ahí.






Aparecimos en una mansión parecida a la de la diosa Perséfone, solo que esta no llevaba colores tan brillantes como aquella, esta reflejaba colores más oscuros y fuertes como se hacía resaltar el color rojo en aquellas paredes talladas de piedra.





—Esta es la mansión de la diosa Afrodita y el dios Hefestos— Habló Darlene.

—No esperaba que la diosa Afrodita estuviera casado con el dios Hefestos, pero bueno ella es la diosa de la pasión y del amor, y el es el dios del fuego, sin duda son una pareja de tal para cuál— Sonreí apreciando como estaba decorada aquella mansión.

—No todo es color de rosa para ellos— Dijo un tanto preocupada. —La señora engaña al dios Hefestos con el dios Ares— Soltó un suspiro de incómodidad.

—Por los dioses...— Dije poniendo mis manos en mi boca.


















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El amor de ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora