Parte 1. Vida mía

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La vida, la maldita vida, es una maldita perra, desde que llegue a este mundo me ha mostrado solamente lo miserable que es, tan desgraciada que solo me muestra su lado bueno para ilusionar a este ser, para creer que todo va a ir bien, para probar un poco su dulce ser, alzarme lo más alto para apreciar sus maravillas, y después dejarme caer, cortarme las alas y estrellarme en el piso de la realidad, la dura realidad que estoy viviendo y recordarme lo cobarde que soy para acabar con mi irrelevante existencia envidiando el sueño eterno de la única persona que me trato como un ser humano.

Nunca había sentido tatos celo de alguien, solo ver su cara llena de paz y de saber que ya nada mas puede ocurrirle me da una rabia incontrolable, ¡Oh Dios¡ ¿Por qué no pude ser yo? ¿Tanto me odias que me dejas solo en este lugar repúgnate? Dime ¿tanto me odias? Me quitaste lo único que me daba un poco de felicidad, el calor humano tan deseado, me niegas mi descanso y me dejas solo en este frio y oscuro lugar. Dime ¿Qué es lo que estoy pagando para merecerme esto?

Una fría tarde de diciembre, la nieve empieza a caer, la gente va de un lado a otro haciendo las compras de último momento para la cena de navidad, las parejas se empiezan a juntar para pasar una tarde juntos, disfrutando de las luces de la ciudad que adornan por las fechas de cembrinas. Todo es muy armonioso, se siente cálido, la gente va feliz, unos abrazos por aquí, buenos deseos y otros más aventurados comparten la cama, fechas especiales, actividades especiales.

Todo es paz y amor, menos en un pequeño lugar, aquel lugar destinado al descanso eterno de las personas, donde solo se escucha el sonido del viento y unos pequeño y lastimeros lamentos, los cuales, se aprecian mas si te acercas, ahí podrás ver al dueño de aquel llanto, un joven de aspecto descuidado, con ropa negra desgasta y holgada, de estatura medianamente alta, un cabello tan negro como la noche pero luce despeinado. Aquel joven se encuentra de pie enfrente de una modesta tumba. Lleva rato ahí y eso se puede deducir porque sus manos y mejillas muestran un leve tono rojo, causado por el frio invernal.

Aquel joven lleva en la mano derecha una pequeña nava, la cual intenta presionar en sus muñecas, con el fin de terminar con su existencia y de acompañar al que considera, su único familiar, aquella persona que lo rescato de su miserable vida, que le enseño el cómo podría ayudar a los demás, y que no todo en esta vida es tan malo como parece. Pero no tiene el valor suficiente para hacerlo.

Frustrado lanza un potente grito y cae de rodillas frente a la tumba de su maestro, y suelta todas aquellas lagrimas llenas de dolor.

-Yuri, mira bien, este hermoso paisaje lo podemos disfrutar gracias a que estamos vivos, por eso, la vida es tan presida, por esto momentos, mira bien y acuérdate de lo hermoso que se ve, y aférrate a estos colores para que ayudes a los demás a verlos, dales la oportunidad de sentir, oír y ver lo hermoso de la vida. Esforcemos juntos para ayudar a tantos como podamos, aquellos olvidados por los demás. Aunque sea un poco.

-Eres una mentirosa Minako-sensei - dice el joven entre susurros ahogados por las lagrimas derramadas - me dijiste que estaríamos juntos, que ayudaríamos a los demás a ver un hermoso paisaje, pero me dejaste solo, yo... yo no quiero estar mas solo, dime ¿Qué razón tengo para seguir con esto? - y aquel joven soltó sonoros gemidos y gritos llenos de dolor, pero solo aquellos que descansaba en aquel cementerio fueron testigos de su dolor.

Yuuri Katsuki, 17 años, 24 de diciembre, volvió a recordar lo que es la soledad y el dolor de estar vivo, maldiciendo su suerte y a su propio miedo de acabar con su vida, pero la vida no es tan cruel, la vida solo está preparando el escenario para aquella escena donde aquel joven conocería lo que es el amor, el deseo de proteger a alguien y el valentía para luchar por la vida.

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⏰ Last updated: Jul 27, 2022 ⏰

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Yo te sanareWhere stories live. Discover now