La suerte está echada

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GARRAS

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel/Omegaverse

Pareja: Winterbones

Derechos: pos no sé, tú dime.

Advertencias: esta es una historia Omegaverse, donde si aún viven debajo de una piedra, los hombres se pueden embarazar y pasan cosas raras como que pueden transformarse en animales. Huid lo antes posible o entrad bajo vuestro propio riesgo sus mercedes. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


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La suerte está echada.


"El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa." Miguel de Cervantes

"No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada." Francisco de Quevedo



Hattan era de esas villas que se mantenía alejada de los problemas de los demás, especialmente aquellas que tenían que ver con los Cambia Formas que servían al rey, Crossbones. La vida en aquel sitio metido entre dos valles a las faldas de una cadena montañosa que miraba hacia el océano tenía a sus pobladores trabajando sus campos, cuidando sus ganados, procurando a los cachorros, en especial a esos que podían transformarse para orgullo de sus padres y que luego formarían parte del ejército real para dar gloria a su clan. Era la aspiración de muchos que solo conocían de las lluvias para la siembra o de pieles que curtir, servir al rey era como ir a otro mundo diferente.

James no tenía ese lujo, porque como solía pasar en algunas ocasiones, había nacido "defectuoso". A diferencia de todos en Hattan que podían transformarse a voluntad, no todos con las mejores formas, el joven Omega no poseía esa habilidad. Sacerdotes, curanderos, viejas herbolarias y hasta el juglar que pasaba en esos momentos echó un vistazo al cachorro para saber el por qué no podía honrar a su clan cambiando de forma cuando no tenía nada malo. Puesto que los padres de James murieron cuando era muy pequeño, todos en Hattan de inmediato se dieron a la tarea de criarlo en comunidad pues eran una Manada que siempre vería por sus crías.

Salvo por James.

Cuando alcanzó la pubertad y no hubo más por hacer, el jefe de la villa tomó a James y marcó su brazo con unos tatuajes que advertían de su incapacidad para transformarse, y por lo tanto, no era candidato para ser pareja de nadie en Hattan, al menos. Ser acusado de traición era mil veces mejor que eso, pero James solo agachó la cabeza, aceptando en silencio la estrella carmesí con las bandas formadas por la oración repetida una y otra vez para asegurarse de que nunca podría borrarla para burlar a una futura pareja, algún pretendiente sobre todo si era de los Cambia Formas más fuertes.

El joven caminaba por las lodosas calles de la villa, ya acostumbrado a las miradas de lástima o de repudio del resto, llevando dos cubos de agua rumbo a la herrería donde vivía. Echando una a la enorme pila en la que se enfriaba el metal y otra reservándola para beber. Se limpió el sudor con el dorso de la mano, atizando el fuego y revisando todas las herramientas antes de continuar con su labor pendiente que era martillear una espada hasta que estuviera lo suficientemente delgada para luego pulirla y afilarla. Afuera, comenzó a caer una ligera llovizna, obligando al resto a buscar refugio en sus casas. James miró esas calles vacías, apenas uno que otro caminando por el lodo, en sus formas animales pues era mejor que con sus botas gruesas.

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