Capítulo 29

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Jadeé cuando llegué a la superficie. Inspiré todo el aire que mis pulmones eran capaces de almacenar y lo solté despacio.

—¿Estás bien?

Aquella voz... No podía ser. Creí que me había desmayado y que estaba soñando.

—Avril, por favor, responde. Abre los ojos.

Los abrí con un poco de dificultad y me recibieron los ojos de la persona que más quería en el mundo. Me miró preocupado, esperando a que reaccionara. Alcé mi mano temblorosa y la posé en su mejilla. Al sentir el suave tacto de la piel solté las lágrimas que había estado conteniendo hasta aquel momento.

—Estás aquí... —me apegué a él todo lo que mi cuerpo me permitió y lo envolví con mis brazos. Juntó su cabeza con la mía en un gesto tranquilizador y de alivio.

—Menudo susto me has dado —susurró muy cerca de mi oído. Sujetó mi cintura con más firmeza y me cargó en brazos para sacarme del agua.

—¡Avril! ¡¿Estás bien?! —gritó Jim acompañado de Sophia y Wong mientras se dirigían a nosotros. Stephen me depositó sobre la arena con cuidado y estos se colocaron a mi alrededor.

—Dejadla respirar —dijo el doctor intentando que me dejaran un poco de espacio.

—¡¿Cómo se te ocurre ir sola?!

—Tendría que haber ido contigo... —lloró Sophie.

—Lo siento, es que quería bañarme, pero de repente dejé de sentir el piso y–

—Ya está, ya pasó. Lo que importa es que no te pasó nada —sentí la mano de Jimmy en mi espalda tratando de tranquilizarme.

—Ten, sécate con esto —Stephen me dio una toalla y me cubrí con ella, temblando, pero no de frío sino de temor por el susto.

Estuve un buen rato ahí sentada hasta que se me pasó. Todo volvió a la normalidad y seguimos con nuestro día aún con el sobresalto en el cuerpo.  

Tardé un poco en volver ha agarrar la confianza en entrar al agua, pero Jimmy y Sophia se ofrecieron en enseñarme a nadar.

«A qué mala hora no aprendí nunca...» —maldije avergonzada.

Entre tanto, Stephen se quedó con nosotros pero no dijo gran cosa. Estaba muy serio, como el día anterior. Lo presenté ante mis amigos después del incidente, rezando para que no dijeran nada indiscreto y me hicieran pasar el momento más vergonzoso de mi vida. Por suerte, se comportaron como personas normales y no como los chismosos empedernidos que son.

Para mi sorpresa y agrado, se llevaron muy bien. A Jimmy pareció caerle bien, contra todo pronóstico, ya que iba condicionado por sus prejuicios. Sophia también estuvo hablando con él un buen rato, y por sus gestos, pude ver que le resultaba agradable.

En un momento dado, ambos nos quedamos solos. Todos se habían alejado un poco de donde estábamos y Stephen se sentó junto a mí en lo que esperaba a que regresaran. No habíamos vuelto a cruzar palabra desde que le agradecí por ayudarme. Después de lo que había pasado el día anterior, no sabía qué decir.  

—¿Qué te trae por aquí? —pregunté sin dirigirle la mirada.

—Cambié de opinión y decidí venir. Ya ves... 

—Vaya, pensé que estabas tan ocupado que no tenías ni siquiera un momento para descansar —lo miré por el rabillo del ojo para verlo cabizbajo, con expresión ilegible. —A veces, no hay quién te entienda, Stephen... Un día estás de lo más normal y al otro decides ignorar a todo el mundo y tratar a las patadas a la gente. Dime, ¿te he hecho algo?

—No. Por supuesto que no —dijo rápidamente levantando la cabeza pero sin mirarme aún.

—Entonces, ¿por qué te comportas así? —hice una pausa esperando a que respondiera pero no lo hizo, así que decidí seguir. —Mira, no me gusta estar peleada contigo. Solo que extraño pasar tiempo juntos... —no pude terminar la frase por que al verlo levantar la cabeza y mirarlo a los ojos, me paralicé. 

—A mí tampoco me gusta estar así contigo.

—Pues deja de ser tan testarudo y dime qué te pasa. Sino, no podré tratar de ayudarte. 

—Es complicado...

—Oh, no. Tú eres el complicado —reí amargamente.

—No puedo negarlo —sonrió con algo de tristeza. —A veces tiendo a fastidiar las cosas, ¿sabes?

—Todos cometemos errores. Lo que de verdad cuenta es tratar de remediarlos. 

No dijo nada. Tan solo observó el mar infinito que había frente a nosotros. Pero yo prefería otro mar, cuyo dueño se negaba a devolverme la mirada y a responderme.

No podía obligarlo a que confiara en mí... Pero me dolía de igual manera. 

Decidí dejarle un poco de espacio y darme un respiro a mí misma. Me levanté en silencio para aproximarme al grupo. 

Se les veía felices, y yo no sería la que les arruinara esa felicidad. Intenté animarme, a pesar de la tristeza que crecía en mi interior cada vez que cruzaba mirada con Stephen. Tantas cosas que decir pero sin tener el valor de dar el paso... Porqué el miedo que me daba el rechazo era más fuerte que yo.  

«Menuda cobarde estás hecha, Avril. Quién te ha visto y quién te ve...»

No quería fastidiarlo todo, no más de lo que ya estaba. Prefería ser su amiga a ser una desconocida para él. Un desconocido cuya risa reconocería en cualquier rincón del mundo. Porqué era lo único que le daba cuerda al motor de mi corazón. 

Estaba perdida y ya nada podría salvarme de aquel hechizo llamado amor, que me tenía atrapada de pies y manos.  



𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora