Piadoso

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Seres con apariencia humana estaban invadiendo las tierras en las que había nacido, corrían con sus carros cargados de tesoros que pertenecían a Era. La casa principal y la academia estaban saqueadas y destruidas. La ciudad ya no era un lugar seguro. Alfa, ahora acéfala, demostró que sin un líder no era capaz de remar en una sola dirección y falló en algo tan importante como defenderse de la invasión. Ahora una enorme nube de humo tóxico cubría la ciudad, las figuras humanoides salieron por el camino principal, emprendiendo viaje de vuelta a sus tierras, sobrepoblaron el cielo alardeado alas negras y frondosas. 

Abrió los ojos de golpe con un solo pensamiento dando vueltas en su cabeza. Tenía razón, los ángeles negros eran más de uno, se dijo.

Xiumin no podría volver a Era con Lay y Suho porque no iban a librar ninguna batalla en ese estado tan deplorable, y la ciudad tampoco estaba en buenas condiciones para recibirlos. Suho permanecía en un estado de profunda inconsciencia y existía, según Haechan, la posibilidad de que nunca despertara. Lay, por otro lado, había usado su poder curativo para mantener con vida a Suho y sanar sus órganos vitales hasta que ya no tuvo más energía y cayó a su lado sobrepasado por la fatiga, despertaba solo para preguntar por Suho y volvía a dormirse antes de oír la respuesta.

Suho, que siempre se había preocupado por mantenerse en forma y cuidar de su aspecto, ahora se debatía entre la vida y la muerte. Aunque lograra salir de la inconsciencia permanente, ya nada sería lo mismo; había perdido una buena parte de su piel y su masa muscular y las heridas cicatrizarían de forma no amable ya que habían sido profundas.

Xiumin habló con Haechan para explicarle que debía regresar a Era. En Galú no iba a ser de mayor utilidad, sus amigos necesitaban cuidados médicos y Minseok sentía que su deber estaba con los asuntos de Estado. El médico entendió que todo era mucho más serio de lo que parecía, ya que su superior le prohibió volver a menos que recibiera un mensaje con la orden. Haechan tal vez era demasiado joven, pero comprendió que Xiumin acababa de dejar a su cargo dos de las vidas más importantes para él porque en Galú estarían mejor, y eso le ayudó a hacerse una idea de lo mal que andaban las cosas por Era. 

—Sé que lograrás mantenerlos con vida.

—Haré todo lo que pueda, señor, ¡se lo juro! —se despidió Haechan con un saludo formal y enérgico. 

Guardó una espada en una de las alforjas y se equipó con algunas dagas que fueron fáciles de esconder entre la ropa, por si acaso no fueran suficientes todas las armas que guardaba con Materializ. Cabalgó de vuelta a Era. 

Era una madrugada preciosa, la brisa soplaba entre los árboles como un cántico del viento. Apuró a su caballo, ya que no podía evitar escuchar ese susurro tétrico e imaginar que éste llevaba los lamentos de su pueblo, como una melodía maldita. 

De pronto escuchó las pisadas de varios caballos, asomó por el alto del camino y se encontró de frente con más de diez corceles cuyas alforjas iban cargadas con lo que parecía ser un preciado botín. Los jinetes vestían capas de color carmesí y máscaras tartaglias con las peores expresiones del ser humano talladas en ellas. La guardia de elite de la Ciudad De Las Sombras.  Xiumin alcanzó a escuchar las carcajadas. Por supuesto que no pasaron por alto su presencia y, siguiendo las órdenes rápidas de uno de los encapuchados, rodearon al guerrero desde distintos ángulos. 

Uno de ellos se quitó la capa y una espada plateada brilló a la luz de la luna. Los ojos del alfa se abrieron y su sangre se heló. El resto de individuos imitaron al primero y quitaron sus capas. Todos estaban todos vestidos de negro, sus uniformes se ceñían a sus cuerpos fornidos. 

Esto había sido parte de su visión, ahora solo faltaban los hombres alados, pero dudaba que eso ocurriera de forma literal, así que se mantuvo atento a las señales que lo guarían hacia lo que él creía que sería una interpretación. No obstante, de manera repentina algunos guerreros bajaron de sus caballos y otros se pusieron de pie sobre los lomos de los animales que montaban y sus pies se elevaron al mismo tiempo que desplegaban enormes alas de un espeso plumaje negro. 

ÁNGEL NEGRO [EXO FANFIC AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora