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—Changbin, ¿podríamos regresar a casa? Por favor —Le rogué, suplique casi entre sollozos —vale no estaba sollozando, pero aun así—, mientras lamentaba amargamente la decisión de haber asistido a la estúpida fiesta del amigo de Jake

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—Changbin, ¿podríamos regresar a casa? Por favor —Le rogué, suplique casi entre sollozos —vale no estaba sollozando, pero aun así—, mientras lamentaba amargamente la decisión de haber asistido a la estúpida fiesta del amigo de Jake. Él sonrió pícaramente, mientras sacudía su cabeza—.

—Lo siento, bebe. Pero ni siquiera han pasado más de treinta minutos. ¿Cuál es la prisa por volver?

Tal vez los patéticos chicos que intentaron manosearme en la entrada, las constantes burlas de las rubias operadas que hablaban sobre mi ropa de segunda mano, y también los comentarios aburridos y sin sentido alguno de Jake—. Tengo un dolor de cabeza, y estos zapatos me están matando. ¿Por favor?

El asintió seriamente mientras se despegaba de la mesa de billar que estaba frente a él. Los chicos estaban jugando beer pong. Era tan tonto.

Caminamos juntos hasta la entrada de la cabaña, el sosteniendo mi mano izquierda mientras que con la otra se despedía brevemente de sus conocidos. Me condujo hacía el segundo piso, en busca de Jake, que se encontraba totalmente desaparecido.

— ¿No tienes alguna idea de donde pueda estar? —Pregunto él, revisando una de las habitaciones—.

Sacudí la cabeza—. Lo primero que hizo al llegar fue escabullirse por detrás de las columnas. Pero después que lo intente encontrar, el se había fugado. Fue inútil.

—Entiendo. Pero tú sabes muy bien que no podemos volver sin el, ¿Verdad? Mamá nos matara si llegamos a casa sin su yerno favorito.

Esas palabras fueron como un balde de agua fría sobre mi cuerpo desnudo en un día de invierno. En la calle. Con público.

Gruñí, enojado.

—Bien —Respondí secamente, liberándome de su agarre—. Entonces volveré yo solo. Muchísimas gracias.

Antes de que Changbin pudiera protestar o hacer algún movimiento, me aleje corriendo de ahí. Por una parte aliviado de que el corto viaje no hubiera sido con el tonto y promiscuo de Jake.

Como Chan era tan, pero tan inteligente, él había decidido quedarse solo en su cabaña, haciendo quien sabe que cosas. Me sentí mejor así, ya que no lo podría ver en acción con otras chicas o chicos—quiero decir, Jake—.

Me libere de la cabaña y avance con prisa a través del pequeño tramo en el bosque que conducía a un costado del inmenso oceano. Las cabañas en las que estábamos se encontraban justo al otro lado, pero a pesar de la cercanía y gracias a la oscuridad, no podía percibir el contorno de la casa a distancia. Solo unos minutos más y estaría en paz, acurrucado en mi cama y probablemente leyendo un libro.

Una milla y dos tropezadas más tarde, me encontraba subiendo los escalones que conducían al centro de las tres cabañas. Sentí un poco de miedo, ya que parecía que el lugar estuviera desierto. Ninguna camioneta estaba aparcada en el estacionamiento, y como Changbin se había quedado con las llaves de nuestra cabaña, estaría fuera durante un buen rato. Tenía la fortuna de contar con un cardigán azul que me había echado a la bolsa segundos antes de ir hacía la fiesta. Suspire calmadamente a medida que me acercaba hacía uno de los sillones de la sala exterior.

Corazón Ciego; ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora