Cojo las llaves de la mesa antes de salir y cierro la puerta a mis espaldas. El chico va a paso apresurado y se encuentra girando la esquina del edificio. Corro suavemente para evitar asustarlo mientras siento cómo mi cuerpo termina de despertar de aquel sueño-recuerdo.
— ¡Eh, tú!, ¡detente! —jadeo, pues él también comienza a correr y las sandalias con las que salí de casa no me dan mucha estabilidad.
—Te dije que me había equivocado, ¡deja de perseguirme! —mira sobre su hombro antes de estamparse contra la pared que se encontraba al lado de las escaleras que dirigían a la salida— ¡Auch, joder! —se tapa la cara mientras se acuclilla, pegando su cuerpo al muro y provocando que su cabello le tape los ojos.
En cuanto llego a su lado—lo que no me toma mucho tiempo—, veo como su nariz no deja de gotear sangre sobre la grisácea baldosa, y unos sutiles y repetidos "auch" salen de su boca, acompañados de maldiciones.
—Te has dado un buen golpe, espero que no te la hayas quebra... —hablo sutilmente mientras le toco el hombro. Se separa bruscamente de mí, y antes de terminar la oración me masculla.
— ¡Es por tu culpa, joder!, ¡no me toques! —aprieta fuertemente su nariz mientras la sangre cae por sus manos. Sus ojos dejan entrever una leve cólera.
—Vale, pues te dejo. —gruño dándome media vuelta y caminando hacia mi piso con las manos enfundadas en los bolsillos de mi pantalón de chándal. Si él no quería mi ayuda, no iba a obligar a que la aceptase. Además, tenía cosas que hacer por la mañana.
— ¿Me dejarás así? —escucho como su tono cambia drásticamente a uno más sutil y cómo se incorpora lentamente sin dejar de quejarse.
—Si es lo que me pides, sí.
—Eres horrible.
(...)
—Para de quejarte, es esto o que se te infecte.
—Pero duele... —susurra mientras continúo limpiándole el corte abierto con desinfectante para heridas. Su piel es bastante lenta en cicatrizar, por lo que estuvimos un buen rato esperando a que dejase de sangrar para poder curarle.
Luego de terminar la discusión sobre si era mi culpa o no que se hubiese roto la piel de la nariz, aceptó venir a mi casa para que le curase. Claramente usaría esta oportunidad para sonsacar lo que fuese que quería decirme, pues no me tragaba el cuento de que fuese una mera casualidad o, en su caso, un error.
—Venga, ya terminé. No se ve tan mal, pero puede que te duela por un par de días. —digo mientras cubro la herida con una tirita y termino de quitar la sangre seca de su rostro.
— ¿Acaso eres médico? —se levanta de la silla tocando superficialmente el puente de su nariz y formando una mueca con sus labios.
—No, solo es experiencia.
Nos quedamos mirando fijamente. Sé que me oculta algo y él sabe que lo sé. Él desvía la mirada, avergonzado. Me hace gracia el pequeño lunar que decora su pómulo y como un leve rubor adorna sus mejillas.
— ¿Por qué has venido aquí? —susurro apoyándome sobre la puerta ya cerrada del baño. Soy bastante más alto que él, por lo que debo encorvarme un poco para mirarle directamente a la cara.
—Ya te dije que fue un...
—Dime la verdadera razón.
Suspira mientras juguetea con su cabello. Está nervioso y tengo un leve presentimiento de lo que podría tratarse.
—Tú eres SuSeong, ¿no? Dae SuSeong —levanta la mirada, a lo que yo asiento. Un fuerte escalofrío recorre mi espina dorsal, provocando que apriete mi mandíbula y las uñas de mis manos se entierren en mis palmas. Me cruzo de brazos, expectante—. Creo que sé algo sobre tu hermano. Sobre HaYan.
Un tenso silencio inunda la habitación mientras una oleada de pensamientos domina mi mente.
¿Cómo?
Escucho como el chico repite mi nombre. Mi vista se torna nublada y no sé qué cara tendré pues sus ojos emiten preocupación. El aire se corta y se siente como si mis pulmones dejasen de funcionar correctamente.
¿HaYan?
¿Mi hermano?
Debe de estar hablando de otra persona. Es imposible. Imposible...
¿Cómo?
¿Por qué?
¿Por qué...?
— ¡SuSeong!
Me zarandea mientras sus cejas se elevan en forma de nerviosismo. Despierto del shock y parpadeo repetidamente, tratando de esclarecer mi mente. En sus ojos puedo notar una pizca de miedo.
— ¿Qué sucede? —me siento como si hubiese despertado de un sueño pesado y profundo. Estoy totalmente desconcertado.
—Habías desconectado —limpia mis lágrimas, las cuales no sabía que había derramado, y suelta un gran suspiro—. Te habías ido.
Entonces termino de procesar lo que había dicho anteriormente y un frenesí de ansiedad me arremete brutalmente. Mi sangre fluye rápidamente por mi cuerpo, dilatando mis pupilas y elevando mi tono de voz.
—Cuéntame todo lo que sabes. —digo un poco más fuerte de lo normal, imponiéndome inconscientemente.
—No sé toda la historia al pie de la letra, pero mi hermana sí. Mi nombre es Song JiKyung y mi hermana se llama SangHee. Ella está estudiando en la Universidad de Seúl actualmente y ha escuchado unos rumores acerca de un grupo de tráfico infantil. Mencionó el nombre de HaYan como una de las posibles víctimas.
Sabía que al pasar los meses desde la desaparición de mi hermano pequeño, existía la posibilidad de que algo horrible le hubiese sucedido. Con los años me fui mentalizando de que si no estaba muerto, alguien lo tenía retenido. Mi cabeza se fue entrenando para el día en el que me dijeran la noticia, cualquiera que fuese esta, mas es completamente diferente a cuando realmente ocurre.
Mi pequeño, mi HaYan, aquel niño de unos ojos que transmitían tanta pureza y alegría.
Arrebatado.
—Llévame con tu hermana, por favor. Necesito saber el resto. —JiKyung asintió sin siquiera dudarlo. Dio un leve trago, atemorizado.
Hoy prometo vengarme.
Juro solemnemente matar y torturar a quien sea que haya hecho esto. Voy a vengar a HaYan, y lo que le quitaron. No tendré piedad y no estaré satisfecho hasta acabar con cada vida de los responsables y cómplices de esta atrocidad.
Los aniquilaré a todos y cada uno de ellos hasta que no queden más que cenizas de la escoria que alguna vez fueron.
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902928 ©
Mystery / ThrillerSuSeong comienza la búsqueda de su hermano el cual desapareció hace cuatro años, mismo año en que un acontecimiento lo marcó de por vida. En el camino sus memorias lo persiguen, poniendo baches en su cometido. Sabe que está vivo, y tiene la certeza...