24- Voy a besarte toda mi vida

3.2K 135 325
                                    


Aquella semana decidió mantener la boca cerrada por mucho que su cabeza no parara de darle vueltas, era injusto, porque si ella ya había decidido que iba a dejarlo pasar, si todo iba bien, si Lexa y ella no habían cambiado en nada cómo estaban siendo hasta entonces, si sentía que estaba avanzando por el camino correcto y tan solo era cuestión de tiempo, no entendía por qué su maldita cabeza, con pensamientos instrusivos que no dejaban de molestarla, irrumpían en su mente con fuerza "No quiere besarte" acompañado con la imagen de Lexa apartándose de ella mientras ella intentaba hacerlo con todas las ganas del mundo y el corazón latiendo solamente por ello. Quizás por eso llegó a estar agotada, cansada de intentar sacarlos de ella cada vez que la miraba, de disimular que no le estaba afectando, porque habían follado pero la morena no quería besarla, ni durante ni después, una semana entera y ninguna oportunidad de hacerlo y ya le daba pánico hasta acercarse de más a ella por si no podía contenerse las ganas de nuevo y volvía a rechazarla, no quería pensar en eso, tal vez, aquel gesto de nuevo, lo cambiaria todo y no quería, se resistía a ello, prefería quedarse como estaba y aferrarse a ese miedo para no tener que sufrir las devastadoras consecuencias que aquello supondría, darle más tiempo y que fuera Lexa la que decidiera dar el paso cuándo estuviera preparada y desterrara ese "Para ella solo es sexo por necesidad y te tiene cerca a ti" pero estaba convencida de que podría tener a mil mujeres más cerca y jamás se acostaría con ellas, tal vez estaba siendo un poco paranoica con eso y buscaba explicaciones que no existían, Lexa no la utilizaría de aquella forma y eso era todo lo que tenía que saber.

Le hizo daño y ahora tendría que esperar, seguro que la balanza acabaría venciéndose a su favor, solo tenía que seguir demostrándole que era ella todo lo que Lexa necesitaba, el amor ya estaba ahí, el resto llegaría solo. Se moría por preguntarle que significaban aquellas noches que habían pasado juntas en la misma cama, por qué se acostaba con ella realmente, se le retorcía el estómago al pensar que tan solo pasó las dos veces que la morena se encontraba mal, que solo se acercaba tanto a ella por aquel motivo, no había vuelto a pasar y quiso pensar que Lexa tampoco sabía aún lo que significaba, pero que aquella era la excusa perfecta que encontraba para dar un paso adelante sin tener que exponerse, para no tener que hablarlo después mientras decidía que quería estar con ella, porque otra opción no la veía viable. Tantas vueltas le estaba dando que acababa mareándose y sintiendo un vacío en la boca del estómago, hacía sobre esfuerzos por no pensar en eso y quedarse con lo bueno, pero es que acojonaba demasiado y a su cuerpo le gustaba torturarla de esa forma. Tenía que parar porque debía irse al trabajo, tenía una reunión demasiado importante con uno de los clientes y tenía que tener la cabeza al cien por cien en aquello, le esperaba prácticamente todo un fin de semana a solas con ella, después del partido de su hijo, iría a casa y seguirían avanzando, seguro que aquellos días tendría más suerte, puede que fueran los definitivos, los que lo cambiaran todo para bien y esta vez de verdad, dónde se besarán como no lo habían hecho nunca antes, ni siquiera en Los Angeles.

Cómo cada día antes de irse a trabajar, le llevaba el desayuno a la cama para que pudiera quedarse en ella todo el tiempo que quisiera, para cuidarlas a ambas.

Lexa, me voy a trabajar - Dijo mientras habría la puerta y la vio de pie frente a espejo que tenía en la habitación - Os traigo el desayuno - Caminó hasta dejarlo en la mesita de noche, pero la morena seguía con la mirada fija en su reflejo -

Estoy horrible, fea, gorda y nada me queda bien

Perdona ¿Qué? No podía estar más equivocada, a pesar de aquella certeza notó cómo se le contraía un poco el estómago y caminó hasta ella, cuando pudo ver también su reflejo, vio un par de lágrimas recorrer las mejillas de la morena y entonces se le contrajo del todo. Le rodeó el vientre con los brazos y apoyó la barbilla en su hombro, porque podía, porque podía acercarse mucho a ella con la seguridad de que iba a ser bienvenida y por eso conseguía mantener a raya el vacío existencial que la perseguía, al menos aplacarlo un poco. Se miraron a través de aquel cristal, su reflejo le hacía las mismas cosas que cuándo los miraba directamente, odiaba verla triste y menos por pensamientos tan alejados de la realidad.

The price of loving you - GIP Clarke -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora