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Eran las 6 de la mañana, las 6 de la mañana y ya tenía 17 correos de proveedores que tenía contestar antes del fin de semana y una cantidad de conversaciones pendientes de Whatsapp, y ya sabéis como van estas cosas, si no contestas en el mismo día empiezan a acumularse. 

Iba en el metro de camino al trabajo, con la cabeza hecha un bombo a estas horas de la mañana, y una hiperactividad causada por mis 2 cafés mañaneros. Era julio, y teníamos casi 30 grados a estas horas, me sudaban las manos y mis huellas se quedaban marcadas en la funda de mi teléfono móvil.

Tin, tin, tin... Próxima estación, Nuevos Ministerios. 

Me levanté y me dirigí a la puerta del edificio donde celebraríamos el evento de hoy, siempre con prisas. Nada más llegar dejé mis cosas en una habitación aparte y me puse a revisar mi bandeja de entrada, con un correo más pendiente de leer. Noté una mano que se apoyaba en mi hombro, y al levantar la cabeza vi a Matías, mi jefe.

- Sofía, puedes venir un momentito. - Dejé mi iPad a un lado y me puse frente a él. -¿Quieres un café?

-¿Otro? Creo que ya llevo suficiente cafeína encima para las horas que son.

Empezamos a andar por la sala mientras otras compañeros trabajaban en el evento.

- Últimamente te noto un poco distraída ¿Te encuentras bien?

Noté que una gotita de sudor resbalaba por mi patilla.

- Sí, por que preguntas, ósea, hace bastante calor y son las siete de la mañana.

- Ya veo... -Matías se paró junto a la mesa del catering y se sirvió un café, yo cogí una magdalena. - Mira Sofía, no se que pasará por tu vida privada, pero últimamente, bueno... últimamente, hace unos cuantos meses noto que estas atascada y que te cuesta avanzar, aún así pones mucha energía en este trabajo, cosa que agradezco.

- Agárrense que vienen curvas -Pensé

-Lo que pasa es que creo que ya... Bueno, tus compañeros se contagian de tu estrés y estamos tirando de un carro atascado, y verás, para quitar ese atasco hay que encontrar su origen, y creo que en este caso eres tú.

- ¿Qué me quieres decir, Matías? - Mi tono ya empezaba a coger una forma furiosa.

- Ósea, creo que no te vendría mal un tiempo para conectar contigo misma, ubicarte, relajarte... Ya sabes, rebajar tus niveles de cortisol... Quizá el día de mañana vuelves con una energía totalmente distinta, me ha costado mucho tomar esta decisión Sofía,  pero es lo mejor para todos.

Matías estaba nervioso, no paraba de mirar su café y de darle vueltas, pero mantenía su postura.

- Matías, necesito este trabajo, de verdad que me gusta, puedo coger unos días libres e intentaré relajarme y volver con más fuerzas. -Insistí, no podía perder el trabajo.

- Sofía, la decisión ya está tomada, he hablado con el equipo, con unos días no bastarán, de verdad, seguro que te acabarás ordenando y encontrarás algo mejor que encaja más con tu forma de ser y tu actitud.

-Vale Matías, lo he pillado, me he levantado a las 4 de la mañana habiendo dormido 3 horas, me he tapado unas ojeras que me llegaban hasta el suelo, he contestado a todos los emails de proveedores para para poder llevar todo al día y que no nos pille el toro, y nada más llegar aquí, coges, y me eches a la puta calle. Lo he pillado. -Levanté el tono de voz de forma involuntaria.

Me dirigí a donde había dejado el iPad de la empresa y se lo di a Matías.

-A ver de donde sacas a alguien que pueda seguir este ritmo, te organice eventos como este - señalé el espacio donde nos encontrábamos.- ¡Y sobre todo mantenga la calma cuando estos no se enteren ni del clima! - Varios compañeros se giraron al escuchar mi tono elevado.

- Sofía relájate, no te tienes porque poner así. -Matías intento calmarme poniéndome la mano en el hombro.

-No Matías, no me voy a calmar, tengo un alquiler que pagar y unos padres con los que no me hablo.

Cogí mis cosas con mala gana y salí de aquel lugar, sin ni si quiera despedirme de mis ex-compañeros de trabajo, que disfruten el evento que les he organizado. Me paré en el portal de uno de los edificios de Nuevos ministerios, busqué en mi bolso ansiosa el paquete de cigarrillos y me encendí uno, estaba rabiosa, rabiosa porque no entendía el por qué de mi despido. 

-Que me tome un tiempo para mí, para relajarme, como si eso me fuese a dar de comer.

Me puse a pensar en todo lo que tenía que pagar para vivir, sin trabajo ya no me podía permitir el lujo de vivir en un piso para mi sola, tendría que buscarme compañeros de piso... Otra vez... Di gracias a Dios por no tener hijos a los que mantener. Noté que el mundo se me echaba encima, miré como la gente acudía con prisa a sus puestos de trabajo y pensé que hace 2 días una de esas personas podría ser yo.

-Por lo menos ahora podré contestar todos los Whatsapp pendientes. -Tiré el cigarrillo y puse rumbo a mi casa.







LIVING IN POSITANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora