Mordiendo su labio, Jake metió la mano en la bolsa de tela con los nombres de sus compañeros de curso. Tomó el primero que sintió y lo sacó, desdoblandolo para leerlo.
"Kim Sunoo", estaba escrito en el papelito. Sus mejillas enrojecieron y se apresuró en guardarlo para que nadie a su alrededor lo lea.
—¿A quién sacaste?— le preguntó su mejor amigo, Sunghoon.
Jake levantó la mirada tímidamente y movió los labios, diciendo el nombre de su crush, sin sonido alguno. Sunghoon sonrió en grande y lo sacudió emocionado.
—¡Es tu oportunidad de hacer algo!— le susurró.
Él solo se cubrió el rostro negando. No sabía qué hacer.
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Luego de una semana pensando qué podría regalarle a Sunoo, Jake finalmente había encontrado el presente perfecto. Lo había preparado él mismo con mucho cariño y ahora lo llevaba, envuelto cuidadosamente en papel de regalo, dentro de una bolsita de cartón.
Apretando entre sus dedos las tiras de la bolsa, Jake entró a su salón. El barullo de todas las conversaciones se volvió claro, podía escuchar a sus compañeros intentar adivinar quién los sacó o hablar sobre los regalos que querían. Saludando a todos en general, el pelicastaño siguió su camino hasta la mesa de su mejor amigo para sentarse juntos, pero pudo escuchar claramente una frase:
"Qué suertudo es Sunoo, sacó a su crush. Yo saqué a la que no me cae bien." uno de los amigos de Kim había dicho, en voz un poco alta, así que fue casi inevitable que muchos lo escuchasen. Sunoo lo mandó a callar, ruborizado.
Así que le gustaba alguien. Jake no sabía cómo sentirse al respecto, no creía que sea él, por más esperanzas que quisiera tener. Sabía que no era un chico que destacaba demasiado–a excepción de sus calificaciones en algunas materias–, solo se juntaba con su mejor amigo, no estaba en ninguna actividad extracurricular y prefería mantenerse callado y lejos del centro de atención. Ni siquiera hablaba mucho con su crush, pero Sunoo era amable con él. Eso le gustaba mucho del pelirosa, era un joven bondadoso y hermoso, le saludaba en las mañanas y cuando estaban en grupo, lo incluía y ayudaba. Y a veces, cuando sus miradas se topaban en las clases, Kim le regalaba una sonrisa preciosa, que le transmitía paz y le pintaban las mejillas de rosa.
—Hey, ¿cómo estás?— Sunghoon lo saludó cuando se sentó en la silla al lado suyo, pasando un brazo por sus hombros para darle un abrazo de costado.
—Bien, ¿tú?— contestó, correspondiendo el gesto y apoyando su cabeza en el hombro de su amigo. Cerró los ojos y suspiró, se sentía tranquilo. Pero no tranquilo de bien, era esa tranquilidad ansiosa, como cuando estaba tan nervioso que ya no sentía nada.
—Yo estoy bien.— su amigo contestó suavemente. —¿Dormiste bien? Pareces cansado.— Sunghoon acarició la cabeza de Jake con su otra mano.
—Mjm. Solo estoy nervioso. ¿Crees que le guste el regalo?— preguntó, finalmente abriendo los ojos y sentándose bien.
