Pokémon Ausvandel: La academia Plateada

Capítulo 32: El entrenamiento especial de Rev

Los ojos de Arthel se abrieron de pronto, contemplando las sombras de la noche que todavía invadían su cuarto. A su lado, un dormido Snivy reposaba de forma sosegada en su propio nido. Pese a que no sentía dolor o herida alguna, el Mudkip tenía una extraña sensación de que algo no estaba bien.

Un poco alarmado, se incorporó de su nido y observó la habitación con detenimiento. Pronto se dirigió a la pequeña ventana, por la que normalmente se podían ver las estrellas del cielo nocturno. Sin embargo, la visión que le esperaba lo hizo dar un grito.

Fuera, todo estaba cubierto de fuego, Los árboles ardían por doquier y todo lo demás estaba carbonizado hasta las cenizas. Lo peor de todo era que había varios pokémon revolcándose de agonía entre las llamas, convertidos en teas ardientes que por su silueta no le tomó mucho trabajo reconocerlos. El pacífico silencio de la noche fue remplazado por una cacofonía infernal. Gritos y lamentos taladraron los oidos del Mudkip, que aterrado, se alejó de la ventana, aunque siguió escuchando los gritos como si fuesen proferidos a su lado.

—No, no, esto no está bien — balbuceaba para sí mismo el tipo agua — ¿Como pude permitir que esto pasara? ¡Todo es mi culpa! No fui lo bastante fuerte...

—No amigo. No es tu culpa — susurró una voz a sus espaldas. Arthel no perdió un instante en voltear, pero se llevó el susto de su vida al ver a un Sorzen completamente carbonizado justo parado detrás de él.

—No te preocupes amigo. No es tu culpa — repitió Sorzen mientras su bufanda se consumía por completo, así como el resto de su cuerpo— No es tu culpa...

—¡¿Que no es mi culpa?! — respondió Arthel con lágrimas en su rostro — ¡Todo esto es culpa mía! ¡No pude derrotar a ese macaco y por eso todos quedaron así!

—Creo que estás siendo un poco exagerado.

—¡¿Exagerado?! ¿No ves el desastre que provoqué? Si tan solo no hubiese abierto la boca...

Por toda respuesta, el Snivy completamente carbonizado se acercó y le dio un inesperado y ardiente golpe en el rostro, que descolocó al Mudkip. Acto seguido, el Snivy se dio la vuelta y se marchó de la habitación, dejando unas notorias marcas de quemadura a su paso, antes de convertirse en cenizas que fueron arrastradas por el viento.

El tipo agua se quedó perplejo por el golpe. Tumbado en el suelo, a medida que los gritos y lamentos se desvanecían poco a poco, las paredes de su habitación también desaparecieron, atrapando a Arthel en una negrura infinita, donde daba igual tener los ojos abiertos o cerrados. De pronto, el Mudkip sintió como el suelo desaparecía también y era proyectado contra el vacío, mientras un grito de terror se atoraba en su garganta.

Los ojos de Arthel se abrieron de pronto, contemplando las sombras de la noche en retirada que todavía invadían su cuarto. Respirando agitado, el tipo agua se incorporó casi de un salto de su nido, aunque al hacerlo sintió como sus extremidades se resentían levemente. El dolor le ayudó a comprobar que esta vez sí había despertado.

—Uff, que sueño más terrible —murmuró Arthel para sí mismo mientras comprobaba que Sorzen permanecía dormido en su respectivo nido. Con gran discreción, el tipo agua se aproximó a la ventana, desde donde pudo ver en el cielo las inconfundibles señales de que el amanecer estaba por llegar —. Al menos todo parece estar en orden aquí afuera...

Arthel suspiró aliviado mientras contemplaba como el cielo progresivamente se aclaraba y las estrellas desaparecían. En la distancia, los colores de los bosques a las faldas de la montaña cercana lentamente recuperaban su vivacidad, recibiendo la luz del inminente amanecer.

— Siempre me gustó contemplar la salida del sol — se escuchó de fondo la voz de Sorzen, sorprendiendo a Arthel. Al girarse, vio como el tipo planta se acercaba a la ventana y se quedaba a su lado, contemplando el amanecer — No sabía que a ti también te gustara ver la llegada de un nuevo día.