— Los príncipes llamaron al joyero, su majestad.
La voz de Retsu sonó tranquila como siempre y Masaki tuvo la impresión de que ella había esperado hasta que terminaran la revisión de gastos para decir eso. La reina soltó un suspiro y asintió ante aquella oración. .
— ¿Ambos príncipes lo hicieron? — Preguntó tranquilamente dejando a un lado el libro de cuentas que llevaba. Las donaciones a organizaciones benéficas en las celebraciones de las almas redujeron un poco los gastos del palacio de ese mes y el tener que pagarle al joyero era algo que saldría de las arcas del reino.
— Si, su Majestad. Parece que ambos pretenden elegir su Inamorata estos días.
Masaki suspiró y se levantó de su escritorio dejando a un lado todo lo que aún faltaba por hacer. Caminó con paso relajado hacia el balcón y pudo ver el templo de las Deidades, el mar y el borde del acantilado a lo lejos. El viento revolvió un poco su cabello y mientras lo arreglaba se dio cuenta de que alguien estaba saliendo del templo de las Deidades.
— Lo está haciendo de nuevo. — Dijo la reina mirando a la persona que salía del templo y se dirigía al acantilado. — Kaien está rezando de nuevo.
Masaki conocía a Kaien, lo había criado como su hijo aunque al principio no quería hacerlo. El rey lo había reconocido como su hijo y ella, después de haber enviado a Ichigo a Vayalat, encontró un poco de consuelo en el hijo de la mujer extranjera que cada día se parecía más a Isshin cuando él era joven. Sabía que el parecido físico era algo contra lo que Ichigo no iba a poder competir porque él se parecía a ella y el bastardo se parecía a Isshin.
Retsu se acercó a ella y miró a la persona que se había detenido cerca del borde del acantilado. Estaba demasiado lejos para que nadie lo reconociera, pero ambas sabían que era él.
— Todos los años alrededor de esta fecha, él se para en esa parte del acantilado. — Comentó Retsu. Masaki lo sabía, ella era la responsable de que él hiciera eso.
— Prepara las habitaciones para las Inamoratas de los príncipes, deben estar cerca de sus habitaciones privadas, también elige a las sirvientas que atenderán a las chicas y busca a la costurera para saber si tiene las medidas de todas, al menos debe haber un vestido para cada una para esa cena. — Ordenó la reina y Retsu asintió.
Masaki regresó al interior de la habitación y se sentó en su silla, frente a su escritorio, para continuar con el trabajo que tenía que hacer. Retsu la miraba como si quisiera preguntarle algo que no debería de preguntar, con esa curiosidad mezclada con preocupación que a veces había en su mirada.
— Dilo. ¿Qué pasa?
— ¿No le preocupa que se repita el incidente que sucedió con Miyako, Su Majestad? — Retsu parecía realmente preocupada. Habían pasado años desde que Miyako murió pero aun causaba aquél sentimiento de ansiedad entre todos los involucrados.
— No. — Dijo seriamente, reabriendo el libro de cuentas donde lo había dejado. — Miyako era única. Ninguna de las chicas de la corte se parece a ella, ninguna se acerca a lo que ella era y ninguna es tan tonta como ella.
── ✦ ──
Kaien se sentó en el borde del acantilado con los pies colgando y observó la puesta de sol que caía lentamente. Le parecía que habían pasado muchos años desde que era un niño y tenía miedo de acercarse al acantilado. Sonrió ante aquél recuerdo porque Miyako fue quien lo ayudó a superar ese miedo.
En ese tiempo el rey le había ordenado a la reina que la corte estuviera compuesta por al menos tres damas de la edad de Kaien pero la reina se había negado a hacerlo porque Ichigo no estaba presente, pero el rey le recordó a la reina que era su culpa que Ichigo no estuviera en el palacio. La reina tuvo que agregar tres lugares más a su corte por culpa de él.
Él sabía que su padre lo nombraría Segundo Príncipe y que en ese momento se haría efectivo su compromiso matrimonial con la hija del señor de Maranni. También sabía que Ichigo sería el Príncipe Heredero. Kaien sabía que era por el amor de su padre que fue reconocido como un príncipe a pesar de ser un bastardo y eso estaba bien. Su destino estaba escrito y él estaba conforme con eso.
Todo cambió con la llegada de Miyako.
La noche de la presentación de la Corte de la Reina fue la primera vez que la vio. Ella era tan joven como él y desde el momento en que la vio, él no se interesó por nadie más.
Masaki le había explicado sobre las Inamoratas y lo había enviado al médico del rey para que le explicara lo que debía saber sobre "las cosas de los hombres". La reina le había explicado la regla de los hijos, el hecho de que no podía tener hijos hasta que Ichigo se casara y tuviera su primer hijo. Kaien lo entendió porque él había sido educado de esa manera.
No le envió la invitación a cenar, no hasta que estuvo seguro de que era algo que ella quería. Durante semanas estuvo provocando encuentros furtivos con ella, Nelliel lo ayudó a que eso sucediera porque ella era parte de esa corte, y solo eran el tiempo suficiente para verla, besarle la mano y entregarle una carta.
Él le recitaba poesía detrás de los arbustos, le cantaba canciones al aire por donde ella pasaba y se escapaba del castillo cuando ella salía al pueblo solo para encontrarse con ella en la carretera o en el mercado.
Entonces, cuando menos lo pensó, ambos estaban saliendo juntos a la ciudad, siempre ayudados por Nelliel que los escondía de la vigilancia de la reina. Su primer beso no fue bajo la presión de ser amantes, fue en el acantilado donde estaba sentado en ese momento, justo después de la misa de la tarde, con el atardecer iluminándolos.
Fue en ese momento que envió la invitación a cenar junto con la joya que había elegido para ella y no le importó que el destino ya estuviera planeado para ellos. Él solo quería estar con Miyako.
Todavía recordaba la voz de Miyako diciéndole que lo amaba, con una hermosa sonrisa en los labios, mientras ambos miraban la puesta de sol sentados allí en el borde del acantilado.
— Aquí estás. — La voz de Nelliel lo distrajo de esos recuerdos tan agradables y lo trajo de regreso al presente.
— ¿Lo trajiste? — Preguntó en ese estado de felicidad que le provocó ese recuerdo.
— Para ser honesta, no quería traerlo. — Respondió Nelliel entregándole una pequeña cajita de madera cuando él ya se había levantado del piso y estaba frente a ella.
Kaien no respondió.
Abrió el estuche y encontró un collar de oro blanco y diamantes que brillaba a la luz anaranjada del atardecer. Ese era el collar de Miyako, el que él le había dado cuando la eligió como Inamorata y que Nelliel había guardado antes de que todas las cosas de Miyako fueran sacadas de la habitación. Kaien lo miró por un momento y lo metió en su bolsa de sus pantalones antes de mirar a Nelliel que parecía molesta.
— Considéralo como un préstamo. Te lo devolveré pero, para que no te enfades, te daré un collar de oro negro y amatista para que te lo pongas cuando decidas ser mi Inamorata. — Dijo en broma, pero Nelliel le pellizcó el brazo por decir eso. — ¡Es broma! ¡Es broma!
Ambos comenzaron a caminar hacia el castillo riendo.
— Ya te dije. Solo me voy a acostar con mi esposo y solo me acostaría contigo si nos casamos. — Dijo ella riendo un poco pero con un leve rubor en las mejillas.
— Estamos cerca del templo de las Deidades, casémonos ahora y dejemos que el mundo arda. — Dijo de nuevo, riendo un poco mientras él se detenía y la tomaba de la cintura. — Sabes que podríamos hacerlo y no habría problema, soy el Príncipe Heredero.
— ¿Me convertirás en la reina? — Preguntó divertida.
— ¿Quieres ser la reina? Probablemente eres la única que podría ser reina de todas las mujeres que viven aquí, la reina te crió como a una hija.
— Ella me crió para ser la Kahya, no para ser una reina.
— La Kahya, la reina, todo depende de con quién te cases. Cásate conmigo, Nell. — Dijo antes de acariciarle la mejilla mientras la miraba con una sonrisa que era verdaderamente genuina. — Cásate conmigo, Nell.
Esa vez, esas palabras, era una propuesta de matrimonio real.

ESTÁS LEYENDO
El Ruiseñor || IchiRuki FF
FanficIchigo regresa al reino después de completar su educación en el reino de su madre, se supone que él es el heredero, se supone que todo está bien y se supone que nada va a cambiar. Se supone. Ichigo ha aprendido, de una manera cruel, que su padre no...