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Es tarde.

Realmente es muy tarde y Luzu está preocupado, realmente muy preocupado porque son las once de la noche y Auron aún no ha llegado.

Aún peor, no contesta mensajes ni le llegan, y cuando lo llama lo envía directo al buzón.

Está desesperado.

Un día común no lo estaría, pues Raúl suele llegar entre las una o dos de la madrugada, como cirujano le tocó los turnos nocturnos.

Pero hoy en especial, dijo que llegaría temprano, bastante temprano porque se supone tendrán una cita.

Luzu sabe que la reservación ya la perdió, pero no es lo más importante cuando Raúl ni siquiera atiende las llamadas directas a su oficina. Tampoco su jefa, ni su secretario.

Tiene miedo de que algo le haya sucedido.

Tal vez surgió alguna cirugía de emergencia. Algún accidente.

¿Accidente?

Auron viene cansado, ¿y si sufrió algún accidente?

No, cuando está muy cansado pide que conduzcan por él.

Las miles de posibilidades se barajan en su cabeza mientras mira las manecillas del reloj de su sala avanzar. Un sonido de "clic, clic, clic" a cada segundo, el reloj es muy antiguo y la sensación exasperante.

— ¿Y si lo olvidó? —Susurra en un momento sin pensarlo mucho. Tarda unos segundos en procesar su idea. ¿Y si lo olvidó? No puede ser. Llevan meses sin salir a cenar, ¿es posible que lo olvidara? A lo mejor y sí, ¿no? Por la costumbre, no es completamente imposible. ¿Costumbre? ¿Empezaría a ser costumbre no recordar citas con él? ¿Ya no recordaría pasar tiempo con-

— ¿Luzu? ¿Amor, estás aquí? —Escucha las llaves ser dejadas en la mesita, los pasos y la voz lo estremece, es casi automático el movimiento de levantarse e ir corriendo hacia el pasillo de la entrada, donde lo ve, con ligeras manchas de sangre sobre la bata blanca.

Su primer instinto es correr hacia él, atrapandolo desprevenido, dejando caer el bolso seguro lleno de cosas importantes, pero ni siquiera tiene tiempo de pensar en ello cuando escucha leves sollozos y los fuertes brazos de su esposo aferrandose a su bata sucia.

—A-Amor, Luzu, mi niño, mírame, ¿Qué sucedió? —Sabe que Luzu puede ser algo paranoico, más cuando sabe que el que su móvil se haya apagado y su secretario se haya retirado justo antes de que llegara una cirugía de emergencia el día en que le prometió tener una cita, luego de mucho tiempo, pasara. Parecía que estuviera todo planeado.

Todo le jugó en contra.

Luzu no contesta, le preocupa. Solo se aferra a él.

Raúl logra separarse un poco, lo suficiente para pasar sus manos sobre sus hombros y enredar sus dedos en sus cabellos, sujetando su cabeza para que lo mire. Une sus frentes mientras aún algunos sollozos se pierden entre ellos. —Luzu, amor, todo está bien. Estoy aquí. Tuve una cirugía de emergencia de último minuto, lamento no haberte podido avisar, pero Adam ya se había ido y no tenía batería. Hablaré con los dueños del restaurante para ver si puedo conseguir otra reservación mañana, ¿sí? La jefa me dijo que-

— ¿No lo olvidaste? —Susurró bajito, sus ojos estaban semiaguados aún y la imagen le destrozaba el corazón. Muy rara vez veía esta faceta de Luzu, al menos desde hace mucho tiempo. El trabajo lo está consumiendo.

—Claro que no, mi niño, contaba los minutos para poder verte esta noche. Lamento mucho que no haya podido ser así.

La respiración de Borja se relaja luego de algunos segundos, en lo que Raúl pasaba los dedos de su mano derecha por su rostro, en un intento de secar sus lágrimas.

Le asusta mucho ver a Luzu llorando, pues no es una actitud que vea mucho en él. Pero cuando lo hace, realmente siente que está fallando.

Y odia eso. Odia sentir que le falla a su niño.

—Tomemos un baño, ¿te parece? —Nota a Luzu asentir, por lo que poco a poco se deshace del abrazo y antes de tomar su mano alcanza a quitarse la asquerosa bata de encima, pues por el apresuro de llegar, al cambiarse el uniforme para cirugía manchó todo a su alrededor. La lanza al cesto vacío de ropa sucia que está de camino y ambos entran al baño.

Raúl se dedica a desnudar a su esposo con lentitud.

Planeaba hacer esto en otra situación, y vaya que le gustaría tener el cuerpo de Luzu a su disposición como había pensado, luego de la deliciosa cena romántica, volverse a casa para hacerse uno con el amor de su vida. Pero Borja se veía cansado, y algo triste, así que su mayor prioridad ahora era subirle el ánimo con agua calentita, abrazos y mimos en la bañera.

Pronto ambos se encontraban en el agua, Luzu se sentó de espaldas a Auron y este se recostó en la pared, en lo que Luzu se acomodaba en su pecho, escondiendo su rostro entre su cuello y hombro, logró percibir el olor a medicinas con el que siempre llegaba y al que estaba más que acostumbrado.

Raúl solo atino a enrollar sus brazos alrededor de su torso, sintiendo lo fibroso del cuerpo y bordeando suavemente los pectorales de su novio.

—Raúl. —Pronunció por primera vez en un largo rato, su voz se oía ronca y relajada, por lo que el mencionado se permitió suspirar aliviado.

— ¿Sí, mi niño? —Respondió dulce, como solo lo hace con él.

— ¿Puedes dejar de acariciarme las tetas? —Susurró aún escondido, rozando su aliento caliente contra la piel.

Una carcajada estruendosa pero corta salió de los labios del menor, sintiendo las leves risitas de Luzu sobre su cuerpo.

—Joder, —Maldijo por la gracia que le hizo la frase, realmente no se lo esperaba. —Está bien, lo siento mi niño.

Sus manos bajaron hasta encontrarse con las contrarias, entrelazando sus dedos.

Aún sentía ese chispazo cuando los dedos de Borja se aferraban a los suyos, tal como la primera vez que lo hicieron, cuando apenas eran adolescentes.

Recuerda perfectamente, que la primera vez fue en aquella cafetería, en la que tuvieron su primera cita.

Su corazón se aceleró y se sintió ligero, como si no necesitara nada más.

—No pasa nada, solo que si lo haces me provoca. —Dejó levemente un dulce beso bajo su barbilla, Raúl sabía perfectamente que iba sin segundas intenciones. —Pero estoy muy cansado para eso.

—Lo entiendo perfecto, amor. —Separó ligeramente su rostro para ver el de su amado, conectando sus ojos con este, podría jurar que cada que lo hacen un brillo sale de los ojos de Borja. Éste le sonríe con calma. —Terminaré de asearme e iremos a dormir.

—Mhm. —Aceptó Luzu silencioso, alejándose un poco para que ambos terminasen su aseo adecuadamente.

Pronto, ambos se hallaban vestidos con sus respectivas pijamas, y de las manos, ambos se acomodaron en la típica cucharita en su cómoda cama.

Auron los arropó a ambos, como solía hacer Luzu, en las noches en las que llegaba tan cansado que solo se arrojaba en la cama.

Se acomodaron correctamente pronto, sus pies, algo fríos, se enredaron bajo los edredones, y antes de escuchar el suspiro típico de antes de quedarte dormido, sonrió con un:

—Te amo, Auroncito.

Dejó un ligero beso en su cuello y se acomodó en este, para responder antes de entregarse al sueño también.

—Y yo a ti, Luzito.

a bit late | Luzplay OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora