Uno

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Muchas cosas pasaron antes de ser pareja, los choques de pandilla por capricho de sus líderes los obligó a enfrentarse en más de una ocasión para gusto de Angry. Pero, aunque el rizado evitará a toda costa enfrentarse al Haitani por el bienestar de sus huesos, el rubio parecía estar negado a pelear con alguien que no sea el vice-capitán de la cuarta división de la Tokyo Manji.

Después de pensar mucho (quince minutos, mejor dicho) y hablar con su hermano (escuchar las burlas de Ran), decidió colarse en la casa del susodicho en la madrugada para hablar.

La primera vez que entró por la ventana y se subió a los pies de la cama, Souya se removió y pateó al intruso, creyendo que era su gemelo aburrido con ganas de molestar. Pero la intensa mirada en su persona lo hizo levantar y prender la luz de noche. Se miraron fijamente, el dueño de la habitación tardó tres segundos en gritar el nombre de su hermano y Rindou cinco en salir por donde entró, esquivando de suerte el objeto que voló cerca de su cabeza...

Dejando olvidados sus lentes en la cama del Kawata (no pregunten, nadie sabe cómo terminaron allí).

Esa escena se repitió durante dos semanas, en las que el Haitani menor siempre dejaba algo olvidado; primero fueron los lentes, después un cubrebocas negro, un gorro negro de marca cara, una carta de disculpas por asustarlo tanto, chocolates, caramelos, peluches y más cosas que Souya atesoraba en una cajita de cartón bajo su cama.

Pequeños detalles que dejaban claro que Rindou quería algo, pero, ¿Qué? ¿Por qué con él?

Finalmente, un viernes, alrededor de las dos y media de la mañana, Rindou se hizo presente como de costumbre, con un cordero de peluche en manos, solo para descubrir que Angry no estaba en su cama. Se encogió de hombros y caminó hasta la misma, solo para sentarse y mirar su desordenado entorno por varios minutos.

Estiró su espalda parado y acarició el animalito de peluche dispuesto a irse, pero una mano salió de debajo de la cama y sujetó su tobillo. Jadeo asustado e intentó zafarse, pero otra extremidad agarró el mismo lugar con fuerza, impidiendo que avanzara y por inercia, cayera en un golpe sordo contra suelo.

En un parpadeo alguien se trepó a su espalda con habilidad e impide su movimiento, al mismo tiempo, pasos apresurados resonaban por el sitio solo para detenerse en la puerta y abrirla de golpe.

La luz se encendió, el único ruido eran las tres respiraciones agitadas; en la entrada de la habitación estaba Smiley, sonriendo terroríficamente mientras hacía sonar sus dedos; en su espalda estaba Angry, quien lo veía entre curioso, preocupado y orgulloso de haberlo capturado al fin. Y él, que estaba acostado boca abajo contra el suelo, sin posibilidad de moverse, sudando de los nervios.

— Tú — se agachó el gemelo mayor levantando su cabeza con sus hebras rubias. — ¿Qué mierda hacías en la habitación de mi hermanito?

En ese instante, otra voz se hizo presente. — Oye cuatro ojos — Por favor, no. Rogó en sus adentros. — ¿Por qué tardas tanto? Dijiste que dejarías el ridículo bicho ese y saldrías.

Seis ojos se posaron en la ventana, que dejaba ver a un pelado de cicatriz entrar como si fueras su casa. — Apúrate, Izana me está esperando y si no llego- oh.

Oh no.

Golpeó su frente contra el suelo, intentando ocultar su sonrojo, llamando la atención de los presentes.

— ¿Estás bien? — la vocecita adormilada de Angry lo enterneció, pero la patada en la cara de Smiley lo hizo ver estrellas.

Lo único bueno y necesario de recordar de esa fatídica noche, era que finalmente podía estar cerca de Angry sin miedo e ingresar a la casa Kawata por la puerta como una persona normal, no como un maldito acosador que entraba por la ventana y lo veía dormir por las noches.

Por otro lado, algo que deseaba olvidar era que llegó con una hemorragia nasal, el ojo morado y un brazo esguinzado a la casa. Detalles.

Detalles - Ringry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora