Capítulo 11- Hazte la dura.

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Capítulo 11 – Hazte la dura

Justin. Justin estaba a mi lado hablando por el teléfono. Podía sentir su mano rozando mi muslo, ni siquiera se había percatado de lo finita que estaba mi piel al usar esa loción tan cara. Ni siquiera se había dado cuenta de que no llevo medias debajo de esta falda de tubo. No se había dado cuenta de que no llevo sujetador debajo de esta blusa abierta por la espalda. No se había dado cuenta de que él me hace estremecer.

Y de un segundo a otro nos habíamos quedado solos en el ascensor, todos dirían que era romántico cuando lo contara pero yo me sentía intimidada, pequeña, desordenada y llena de defectos a su lado, como si se tratara de una tara al lado de algún producto perfecto. Maldita sea mi mente desordenada.

Debía apuntarme a un gimnasio, hacer tres horas de deporte diarias y estar como la secretaria del primer piso, perfecta.

-Espera- dijo. Claro que esperaría, esperaría todo lo que él quisiera.

- ¿Qué quieres?- pregunté.

"Hazte la dura" me dije. "Eres de hierro" me susurré al oído a mí misma.

-Quiero que hablemos como dos adultos, quiero saber cómo estás.

-Estoy bien, estoy saliendo con Biel y follamos mejor de lo que fallábamos tu y yo.

El tema del sexo es lo que más le molesta, lo sé. Lo puedo ver en su cara, en su mirada dura, en sus pupilas oscuras,en su pose, en su cuerpo.

-No estás con Biel, Biel está con el camarero ese, el que tiene acento francés y tu no follas...no lo haces por que tus piernas están temblando ahora mismo.

-No creas que eres el rey del mundo.

-Seré el rey de tu mundo si tú me lo permites, arreglemos esto _____.

-____ me llama mi madre, para ti Señorita McLane, por favor, señor Bieber.

-Podemos complacernos el uno al otro, podemos ser solo amigos con derechos a noches sudorosas y calientes si lo prefieres.

-Prefiero buscarme a un bombero caliente por las noches, la verdad.

No, no era verdad. Me gustaban los hombres con trajes oscuros y corbatas plateadas de diseño. Me gustaban fuertes sin que parecieran muñecos de silicona moldeados por un niño de cinco años, me gustaban los empresarios que manejaban la situación.

-No, no te gusta ese tipo de hombres.

Habíamos salido del ascensor y en la puerta esperaba el hombre del autobús. No podía ser. Me quedé mirándolo atónita, sabiendo que Justin hablaba de fondo y que yo ni siquiera le estaba prestando atención, no eran alucinaciones, estaba ahí.

-¿Me escuchas?- Justin pasó su mano por mi cara.

-Dime que tu también le ves en la puerta, dime que ves a ese hombre.

-Si, le veo.

-¿Ves? No me lo invento! Según Biel estoy desesperada y son imaginaciones...el está ahí. Esta en todos lados.

-Lo sé.

-¿Cómo?

-Es una larga historia pero el es ahora tu guardaespaldas.

-¿Es legal? ¿Eso es siquiera legal?

-Lo es si tu vida corre peligro y mis abogados lo creen así

-No sabe lo mucho que le odio ahora mismo señor Bieber, no se lo  llega a imaginar.

¿He tenido a un matón detrás todo el maldito día y ni siquiera se había dignado a informarme? ¿Quería controlarme? ¿Quería saberlo todo?

-Dejame informarte, dejame hablarlo. Tenemos que hablarlo, tienes que saberlo todo y tienes que entenderlo

-Tienes cinco minutos, más no. Llamale, quiero que él también hable.

-Lacross acercate por favor.

El hombre que de cerca parecía aún mas alto me mostró una mirada tranquila, como si yo fuera un gatito al que todos quieren acariciar y proteger.

-Señor, señorita.- me saludó con un movimiento de cabeza.

-____ quiere hacerte unas preguntas.

-Claro, lo que usted desee señorita.

-¿Desde cuando me sigues?- le pregunté.

-Desde hace dos semanas y media- afirmó.

Esto se estaba volviendo serio.

-¿Cómo mierda me pones un matón durante dos semanas y media y no me entero? ¡Biel empezó a creer que me inventaba el hecho de que alguien me siguiera!

-Habla bien, es por tu seguridad.

¿Cómo podía reaccionar asi? Yo también quería disponer del dinero suficiente como para ponerle a él vigilancia las 24 horas, como si fuera de mi propiedad.

-No podemos hablar esto en publico señor, cualquiera podría escucharnos.

-Prepara la sala de reuniones Lacross.

-Ahora mismo señor.

Mientras el matón desaparecía Justin me mantenía agarrada por el brazo, sabía perfectamente que mi siguiente movimiento sería irme por la puerta. No me dejaría.

-¡Suéltame, esto es de locos!

-No, ahora lo entenderás todo.

Más de cien cartas se extendían por la mesa, las primeras eran cariñosas, dulces, románticas o incluso eróticas...a partir de la fecha en la que Justin se mudó conmigo en Barcelona las cartas se volvían amenazadoras. Me amenazaban a mí.

"¿Qué se cree esa zorra? ¿Cree que podrás follarla como a mi? No, solo existo yo en tu mundo."

"Deberías atar a esa puta, yo me encargaría de cortarle la cabeza mientras tu me follas y ella lo ve todo"

"Ella un día sabrá quién soy, seré la única a que verá por última vez"

Eran macabras, eran horribles. Miedo, sentía miedo.

-Oh dios mio ¿Quién es?

-¿Crees que si supiera quién es estaría en la calle?- me preguntó. No, Justin se encargaría de acabar con esa persona.

-¿Crees que lo hará? Oh dios mio ¿Por qué me has metido en esto?

-Yo no quiero daño alguno para ti, solo he buscado por tu bien y esto ha venido solo...yo, lo estoy intentando arreglar pero estos días no quiero que te alejes de Lacross.

-Señorita, siento las  molestias pero será lo mejor para usted.

-Necesito asumir esto, necesito saber a lo que me enfrento...esta noche pensaba salir y estas cartas no me detendrán.

Necesitaba salir, necesitaba dejar de pensar en él.

-No, no saldrás- afirmó.

-¿Qué te apuestas?- le reté.

Di que me recordarás - Justin Bieber y Tu. [2nda Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora