Capítulo 34: Nuevos planes.

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—Vale, Anne... —Dice Theresa.

—Rellena este cuestionario, por favor. —Amy deja resbalar por la mesa de madera unos folios grapados, calculo que son cuatro hojas o menos.- Cuando llegues a la parte de datos físicos, me avisas.

—Vale. —Miro la primera hoja. Me siento como en un examen.

En realidad, echo de menos el instituto. No cambiaría mi trabajo por regresar al instituto ni mucho menos, pero aún no me he acostumbrado a estas "vacaciones". Lo mejor de todo esto es que no tengo que hacer deberes ni estudiar para exámenes. Y aunque, prácticamente, esté trabajando las 24 horas del día, no me importa, porque me gusta lo que hago.

Nombre y apellidos... Talla de camiseta, de pantalones, de zapatos, de sujetador, de bragas... Conociendo a Gemma, se habrá muerto de vergüenza haciendo este test, no le gusta hablar de sus intimidades así como así. En cambio, yo no tengo problema, no considero que ningún tema sea tabú por muy osado u obsceno que pueda llegar a ser.

Alergias. Está bien. Polvo, polen, ácaros —lo típico— y cacahuetes —más típico aún—. Color de ojos: azul. Color de pelo: castaño claro, pelirrojo.

—Ya he llegado a las pruebas físicas. —Llamo la atención de Theresa y Amy.

—Genial. —Dice Theresa y recoge mi cuestionario.

—Ahora vamos a pesarte y medirte. Pasa por aquí. —Amy me guía hasta una báscula.— Primero te mediré —veo que lleva un metro en sus manos—. Quítate los zapatos y ponte de espalda a la pared. —Le hago caso.— Es importante que pegues los talones, Anne. —Se agacha y me ayuda a colocarlos bien pegados a la pared.— Un metro... y sesenta y siete centímetros. —Dice mientras Theresa apunta el número en mi cuestionario.— Ven...— Me guía hasta una báscula.— Ya que llevas ropa pesada y de invierno, restaremos un poco del peso total —teclea en la pantalla digital del aparato—. Ya puedes subir.

Me subo a la báscula y cierro los ojos. Sé que no estoy en la medida ideal, ni en las que ellas me van a pedir, pero ya no puedo hacer nada; así que, que sea lo que Dios quiera.

Mientras la báscula calcula mi peso —tarea que tarda en hacer un segundo o dos— rezo y cruzo los dedos detrás de mi espalda y debajo de mi camiseta, como si quisiera esconder mi inseguridad de Amy.

—68 kilos, Theresa. —Dice Amy.— Vamos a la mesa.

Me siento en frente de ellas.

—Observemos tu cuestionario... —Dice Theresa abriéndolo.— Bueno, todo está en orden. La única pega es... ¿sabes lo que es el índice de masa corporal*?

—Sí.

—Bueno, pues tú índice roza el 24'38. No está mal del todo. Entras en el rango de peso normal, pero no vendría mal que siguieras una dieta y una rutina de deporte.

—O sea, me estáis diciendo que tengo que bajar de peso.

—Eh... sí. —Dice Amy mirándome.

—Vale, no me vendrá mal. Pero, os advierto que me es muy difícil perder peso.

—Bueno, tú inténtalo y si tienes dificultades, más adelante acudiremos a un nutricionista. —Dice Amy.— Aquí tienes una dieta que puedes seguir y una serie de ejercicios que te ayudarán. Te hemos contratado un entrenador personal, también.

—¿Vosotras sabíais que necesitaría adelgazar?

—No, pero cada una tiene un entrenador asignado ya que la idea es que os mantengáis en forma. —Explica Theresa.

—Está bien... ¿Puedo salir ya?

—Sí, claro, ya hemos terminado. Avisa a la mayor de las dos que quedan. —Me dice Amy cuando abro la puerta.

El Susurro de AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora