Amor de deberás.

Como nunca sincero.

El mundo ninja a penas sana de las heridas dejadas por la cuarta guerra ninja, intentan destruir todo lo perdido, por lo mismo las aldeas habían dejado sus enemistades para dar alto al fuego. Hubieron muchas bajas, muchos ninjas perdieron la vida y era un problema, por que los kage tuvieron que respaldar monetariamente a las familias cuyo sustento era el trabajo de un ninja, los lords se mostraban insensibles ante lo que estaba pasando y no cooperaban con sus respectivas aldeas ocultas con el argumento de decir que la guerra no había iniciado por uno de ellos y que debían recuperar el dinero que perdieron al financiar la guerra, eso dejaba a las aldeas ocultas un poco en crisis.

La alianza se formó con el armisticio de todas, pero eso no significaba que los fantasmas del pasado ya habían desaparecido. Las bajas no solo habían sido en las aldeas de las cinco grandes naciones, sino también en las pequeñas aldeas vecinas, los kage aceptaron que ellos no participaran en la guerra pero si pidieron sus recursos y a sus médicos lo que ocaciono que personas enfermas al no tener atención fallecieran.

La hoja estaba en peligro, Danzo había muerto y sus seguidores estaban molestos por la muerte de su maestro, un asunto que comenzaba a ser un dolor de cabeza para los altos mandos de la hoja dado que los antiguos miembros de Raiz vendían información a aldeas vecinas que aún guardaban resentimiento hacia konoha, Kakahi y Tsunade comenzaron con la caza inmediata de dichos miembros, no podían permitir que los secretos de la Aldea fueran esparcidos.

-¡Mira viejo!- Grito Naruto mirando a Jiraiya quien le sonreía. El rasengan se formaba en su palma.

Sin su brazo, Naruto debía aprender sus jutsus con una sola mano, cosa que se le dificultaba pero Jiraiya estaba ahí para apoyarlo. A ambos alumno y maestro le faltaba un brazo, pero seguían con vida.

-Es impresionante Renacuajo- Hablo con Orgullo, un pequeño flashback atravesó por su mente, ver a Naruto era como ver a Minato. - Mira Minato... cuanto a crecido... - murmura para si mismo mientras sonríe mostrando su dentadura.

Tsunade ingresó al jardín que estaba en el hospital, para caminar con espuma saliendo de la boca al estar molesta. Golpeando a su nieto y pareja en la cabeza.

-¡No deberían estar aquí!- Gruñe furiosa. -¡Tu deberías estar en cama!- señala a Naruto - ¡y tu en reposo!.- Mira por último a Jiraiya.

-A mi no me veas, él niño insistió.

Naruto hizo una mueca al ver como Jiraiya le echaba toda la culpa, sin embargo sonrio contento, hace meses casi lo pierde pero afortunadamente alguien lo había salvado de morir en manos de Pain y sus seis caminos. En ese mal estado... pudo haber muerto.

Si hablaba con una voz más profunda y ronca, secuelas de que en el enfrentamiento lastimaron su garganta pero estaba vivo. Y se hacían bromas por que ahora ambos les faltaba un brazo.

Tsunade ayudó a su pareja a levantarse para ir a su cuarto de hospital, Jiriaya no se recuperaba tan rápido a comparación de Naruto que tenía al kyubi para sanarse. Naruto se quedó un poco más en el jardín.

-Cuidado Aniki.- la voz de Sasuke lo sacó de sus pensamientos. Con cuidado y apoyado en el, Itachi caminaba despacito, tenía una venda en los ojos dado que los suyo ahora estaban en Sasuke.

El menor de los Uchiha también le faltaba un brazo por su último enfrentamiento contra Naruto.

El rubio sonrió a verlos, ambos tambaleaban, aún no se recuperan del todo de sus heridas, así que corrió a ayudarlos.

Si, itachi estaba vivo, él y Jiraiya pelearon contra Pain como habían planeado pero con la enfermedad avanzada a ambos les dieron la paliza de su vida, de no ser por Konan que interfirió a la mitad de la pelea hubieran muerto. Parecía que la pelimorada quería mucho a su maestro como para matarlo o dejar que lo mataran delante de sus ojos, así mismo le tenía aprecio a Itachi se habían vuelto amigos en la organización, les salvó la vida pero ella no corrió con la misma suerte.