Mi bella rosa de hielo ✔

🥀11: Al final solo queda esperanza 🥀

T/N

Miré a mi alrededor para ver todo destruido... ¿Qué había pasado?, ¿dónde está Dokho?, si no me equivoco deben de haber más Santos dorados. Mi mirada de inmediato recayó en Andreas o mejor dicho en Loki, quien poseía ahora una armadura. Él esbozó una sonrisa al verme.

—Es justo a quien he estado buscando..., sí estás aquí, quiere decir que mataste a tu propio padre.

No cabe duda de que hay algo que lo diferencia entre los demás cosmos...

—Que irónico que mi propio recipiente venga a desafiar a un dios, al dios Loki . No. Es más bien una estupidez.

De inmediato fui hacia a él, con un ataque de aire frío. Fue lo mínimo que hice, y él de un solo corte con esa arma, logró herirme y hacer que retroceda de una manera exagerada. Mi cuerpo ahora mismo estaba clavado contra el suelo, tenía suerte de que no me diera justo en una zona vital.

Él avanzó hacia a mí.

—Este cuerpo solo es temporal. —Dijo mientras esbozaba una sonrisa —Y el tuyo es perfecto.

Él estaba a punto de acercarse a mí, pero...

La armadura de Acuario.

Camus...

—¡¿Qué significa esto?!. 

—Esa es la armadura de acuario...

Me levanté y pude mantenerme en equilibrio, mientras veía a la reluciente armadura.

—Camus..., aún en la muerte, me proteges, ¿no es así?

Esa oportunidad la tomé, para ir por él. En un puño de hielo, logré hacer que él retrocediera.

—Mí poder..., caballero ingenua... ¡Estás usando mi cosmos contra mí!

No podía retenerlo yo sola. Era demasiado poderoso, aún cuando puedo usar su cosmos, mi armadura de bronce no podría aguantarlo.

—¡No debiste a ver despertado, desgraciado!

Logré concentrar todo el cosmos en un solo punto, en donde logré darle justo en el centro del pecho haciendo que él se alejara más. Caí de rodillas ante ello, sentía como sí me fuese desgastando, mientras más cosmos consumía, más débil me lograba sentir.

—¡Maldita seas!

Él se acercó con brusquedad hacia a mí, esta vez con su arma, intentando matarme con ello, sin embargo, algo similar al trueno logró hacer que me apartara de aquel lugar. Logré alzar mi mirada para poder ver a un caballero dorado, que estaba enfrente mío...

Mis ojos se habían abierto de par en par. El cabello azulado..., la armadura dorada... Esa combinación... Era él.

—Camus...

Camus mantenía su mirada fría.

—¿Estás herida?

—N-no —negó con la cabeza —. Estoy bien... Y tú...

—Creo que será mejor ahorrarnos la larga historia.

—Sí...

—Eso fue increíble.

Miré por detrás mío para ver al dueño de la voz.

—Milo...

—Hola, T/N —me saludó con una sonrisa. —Te veo fatigada...

—No... Es sólo que...

—Será mejor que nos lo dejes a nosotros —habló Camus —. Noto que tu cosmos está disminuyendo...