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—Me despidieron del restaurante— pronuncia Joaquín dejando caer sus lágrimas.

Eduardo y Axel no lo piensan mucho y se arrojan a los brazos del castaño para envolverlo en un abrazo. Emilio se queda atónito, hace tan sólo unos días le habían asignado un nuevo horario y ahora resulta que lo despiden.

Le duele ver a Joaquín así, pues el castaño enserio amaba su trabajo. Fue el primer lugar al que se acercó para pedir empleo y fue el primer lugar que se lo otorgó.

—¿Por qué?— cuestiona aún en su trance.

—Mi jefe dijo que fue porque su hermano enfermó y no había nadie quien cuidara de él— explica entre sollozos dejando que los niños lo calmen con su abrazo —no lo sé, no me dio muchas explicaciones, solo me dijo que tenía que cerrar el restaurante y que no sabía con certeza si volvería a abrirlo. Simplemente me agradeció y ya.

—Eso es muy extraño— susurra Emilio más para el mismo, pero el castaño logra escucharlo.

—Lo sé, pero preferí no preguntar más— confiesa recargando su cabeza en el hombro de Axel mientras deja que Eduardo su acurruque en su pecho —se veía realmente mal y ni siquiera se atrevió a mirarme a los ojos.

—Ay, pequeño— se acerca a Joaquín abrazandolo junto a los otros dos chicos —todo estará bien. Sé que te encantaba trabajar allí, fue tu primer empleo y de allí ganaste tus primeros sueldos. Pero así son las cosas, cariño, y no pasa nada. Sólo nos queda esperar a ver si tu jefe regresa, si lo hace no dudo en que te regresará el empleo.

Joaquín asiente; pero aún así deja salir su llanto. Sus tres acompañantes lo abrazan sin decir nada, sólo dejan que se desahogue y libere toda la tristeza que carga.

Cuando esté más calmado, hablarían con él.

○   ○   ○

Después de un rato todos subieron a su habitación. Joaquín dijo que quería descansar así que decidieron subir a las habitaciones. Los niños para terminar su tarea mientras que Emilio terminaba de entregar su trabajo para después poder cambiarse su traje y Joaquín darse una ducha para relajarse un poco.

—Voy a darme una ducha, Emi— informa el castaño ingresando al baño.

—Claro, yo termino esto de mi trabajo y nos acostamos un ratito— dice sonriendole al castaño.

—Esa idea me gusta.

Joaquín entra al baño y comienza a desnudarse. Abre la llave de la regadera y una vez está a la temperatura perfecta, entra.

Deja que él agua cubra todo su cuerpo, acá sintiendo poco a poco como ese estrés y tristeza se van. Cierra los ojos y se mantiene así por unos largos minutos. Por su mente pasan muchas cosas, entre ellas, los niños y el cómo lo abrazaron hace un rato; por alguna extraña razón su abuelo viene a su mente y, por último, Emilio.

Sonríe.

Emilio, el tierno y dulce Emilio. La persona que más feliz lo hace en el mundo. La persona que le ha dejado ver que es lindo tal y como es, que no tiene que cambiar ni ocultar nada de su aspecto para poder "ser atractivo". La belleza está en el interior, todos somos hermosos siendo nosotros mismos, somos perfectos.

Emilio ha hecho, con sus palabras y actos dulces, hacia con el castaño, que Joaquín se diera cuenta de que aquellas cicatrices que marcan su historia, no hacen más que hacerlo ver más interesante y atractivo, pues es difícil tener seguridad y Joaquín la tiene, aunque a veces le cueste aceptarlo.
Emilio es dulce y siempre sabe que decir, en el momento justo y perfecto para hacer sentir bien al menor.

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