Capítulo 31

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«¿No se cansan nunca?»

Exhausta lancé un hechizo paralizador a los monstruos que me rodeaban. Ya llevaba un buen rato de lucha intensa y sin descanso. ¿Tanto tardaba Wong en pedir refuerzos? 

Cuando los noqueé, busqué con la mirada a Stephen entre todo el jaleo. No andaba muy lejos, se estaba encargando de varios que intentaban dañar a la gente que aún intentaba escapar de la zona. 

Por muy molesta que estuviera con él, no dejaba de preocuparme. Temía que le fuera a pasar algo.

Por el rabillo del ojo percibí movimiento, era un grupo más numeroso el que se aproximaba. Con un suspiro de cansancio, volví a la carga. 

Decidí utilizar mi ingenio, para algo me iba a servir. Con la ilusión cree pequeños tornados para intentar asustarlos y barrerlos del sitio. Pero se deshicieron de ellos como si nada. 

«No puede ser. No son criaturas normales, ni del espacio, tampoco mágicas... Esto es cosa de brujería» —pensé consternada. Todo cuadraba, no había nada más poderoso que pudiera igualar a la magia de los hechiceros. La cosa se estaba poniendo fea.

En un momento dado tuve que atraer su atención para que dejaran en paz el tramo de calle donde estaba la gente. Decidí llevarlos calle a bajo done estaba todo hecho pedazos y no quedaba ni un alma deambulando por allí. 

Cuando creí tenerlos bajo mi control los enjaulé en una prisión, pero mantenerlos a todos juntos, ahí sería tarea más difícil. Apreté las manos a la vez que lo hacía con los dientes. No podía dejar que se escaparan. Con la mano derecha tracé círculos encima de la prisión. Con rapidez me aparté y del portal salieron escombros que aplastaron al grupo.

Jadeé de alivio al no sentir mis hombros recargados por el esfuerzo. Pensé en echarme una merecida siesta después de acabar con el trabajo. 

Me sorprendí cuando algo tiró de mí hacia atrás. Grité del susto y al girar pude ver a varios de ellos tirar de mí con una cadena agarrada a mi torso. Intenté liberarme pero las cadenas llevaban un hechizo protector. Quedé atrapada. 

Les lancé varias espadas conjuradas con la suerte de que le dio en el costado de la cabeza, aflojando el control sobre la cadena y dejándome en libertad. 

Pero cuando estaba a punto de encargarme de los demás, vi que fueron golpeados por algo parecido a un disco que cortaba el aire. Cayeron al suelo derrotados a la vez que junto a mí, en el suelo, se calvó el extraño objeto.

Pero de extraño no tenía nada. Al verlo mejor lo reconocí a la perfección. Esos colores vivos y esa estrella en el centro eran inconfundibles en todo el mundo. 

—Parecía necesitar ayuda, señorita.

Un nuevo grupo se había unido a la batalla. Un hombre rubio con ojos azules se aproximó a mí, seguido por una mujer castaña y otra pelirroja. 

Agarré el escudo y se lo tendí a su dueño cuando se posicionó delante de mí. 

—No se crea, Capitán. Voy bastante bien —sonreí.  

—Se nota —habló Natasha Romanoff mirando los escombros y a todos los que había por el suelo.

—Creo que ya hicieron el trabajo por nosotros —añadió la joven castaña con un acento bastante marcado. 

—Me temo que no nos han presentado, soy Steve Rogers —le estreché la mano cuando me la dio. —Y ellas son Natasha Romanoff y Wanda Maximoff.

—No se preocupe, sé muy bien quiénes son. Me llamo Avril. Encantada de conoceros —ambas mujeres me saludaron amablemente y me devolvieron la sonrisa. 

—Oye, Capi, ¿estás de charleta en vez de ocuparte de tu trabajo? No me lo esperaba de ti —a nuestro lado aterrizó Tony Stark, enfundado en su armadura roja y dorada -¿No me vas a presentar a tu amiga? —se levantó el casco y alzó una ceja, expectante. 

—Mucho gusto, señor Stark, soy Avril —me recibió el saludo con un asentimiento. 

—¿Tú eres una de esos magos salidos del circo que están peleando más arriba en la calle? —preguntó en tono burlón.

—Sí, pero nuestros trucos de magia creo que hacen mucho más que su traje, señor —le rebatí con tranquilidad. 

—Uy, respondona... Me cae bien —le habló al grupo mientras me señalaba con el dedo. —¿No te interesa cambiar de trabajo? Necesitamos gente competente, que nunca está de más. 

—Lo siento, pero ya tengo suficiente con un genio insufrible y egocéntrico en mi trabajo, gracias —rió por mi tono de resignación. Oí varias explosiones a lo lejos —Me encantaría seguir charlando con vosotros, pero el deber me llama. 

—Nosotros nos encargamos del resto de la zona. Ha sido un placer, nos vemos —el Capitán alzó dos dedos a su frente despidiéndose y salió corriendo en dirección contraria. Natasha lo siguió de cerca a la vez que Wanda y Tony se alzaron en vuelo. 

—Hasta luego, querida. Pásate un día por el complejo a saludar —habló el castaño desde el interior de su traje.

—Si es lista, no lo hará —reí asintiendo hacia la sokoviana, la cual miraba divertida al hombre, de acuerdo con su comentario. 

—Vaya aguafiestas...—volvió su mirada hacia mí. —Igualmente, quedas invitada. No sé por qué me da que le caerás bien a Pepper.

—Lo consideraré. Hasta otra —creé un portal y después de que se alejaran, lo atravesé. Justo en ese momento parecía que había mucho más caos que antes de que me fuera. Ya habían llegado los refuerzos que tanto estábamos esperando. Busqué con la mirada al doctor y lo vi junto a Wong. Controlaban bastante bien la situación. 

Ayudé en todo lo que pude para mantener a raya a las criaturas que no dejaban de llegar. Nos unimos para formar una prisión con las cuerdas conjuradas y atando a todos los que quedaban. Con eso reducimos bastante el número de enemigos a nuestro favor. 

No obstante, varios se zafaron del agarre y atacaron con más fiereza. Vi a Stephen encararse con ellos decidido. Pero no salió tan bien como esperaba. Gritó de dolor al recibir el impacto del ataque en el antebrazo izquierdo, provocando que resbalara y cayera al suelo. 

—¡Stephen! —grité para inmediatamente echarme a correr en su ayuda. Apartaba a toda criatura que se interponía en mi camino a empujones con hechizos. Me entretuvieron por un momento, intentando inmovilizarme. Pero eso solo logró retrasarme en vez de pararme.

En poco tiempo, los hechiceros habían exterminado a todas las criaturas, dejando las calles solitarias y hechas pedazos, pero libres después de todo.  

Cuando terminé pude ver que Stephen volvía a incorporarse con la ayuda de Wong. Alcancé a distinguir la cabellera castaña de Tom al lado del asiático, hablando con ellos. Al parecer había venido a contribuir en nuestra causa. No lo pensé dos veces cuando me acerqué hacia ellos con rapidez.

—Oh, Avril. No te había visto. ¿Estás– 

Pero dejé de oír la voz de Tom cuando me precipité hacia delante para abrazar al pelinegro. Inmediatamente sentí que me envolvía entre sus brazos, haciendo que sintiera calidez en mi corazón. Suspiré de alivio al sentir ligeras caricias en mi espalda, respondiendo a mi pregunta silenciosa y asegurando que se encontraba bien. 

Para mí, el resto del mundo se había esfumado. Eran instantes como esos en los que pensaba que alguien había agarrado la Gema del Tiempo y la había usado a mi favor, haciendo que el momento durara eternamente. 

Nada hubiera deseado más que eso. 



𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora