HoSeok estaba siendo comido vivo por la incertidumbre. Llevaba días sin dormir adecuadamente y sus profundas ojeras eran testigo. Su ansiedad ya se presentaba en los pellejos de sus dedos, los cuales arrancaba cuando no sabía cómo controlar sus pensamientos.
Este yacía en la sala de espera, levantando la mirada cada que veía a un doctor pasar frente a él con la esperanza de recibir noticias. "Lo siento, jovencito. Solo familia directa", vaya estupidez.—¿Llevas mucho tiempo esperando?— escucho una voz tenue llamarle, rompiendo la burbuja en la que se encontraba.
—Sí...— contestó reincorporándose.— Aproximadamente de cuatro a cinco horas.
—Yo acabo de llegar.—agregó el castaño, tratando de entablar una conversación, pero los ánimos de HoSeok se encontraban en los suelos.—Aunque no estoy aquí por algún pariente, ni amigo.
—Hm, ¿entonces?— se limitó a preguntar, volviendo a encogerse.
—¿Sabes? Hoy sentí que debía venir.— dijo tratando de llamar nuevamente la atención del decaído muchacho.
—Si no esperas noticias de alguien, deberías irte. Hay mucha gente que podría estar ocupando tu lugar.— contestó molesto, algo harto de la actitud del desconocido.
Era demasiado cínico para su gusto. Él se encontraba ahí, suplicando por alguna noticia que le alegrara el corazón, mientras ese tipo sólo estaba sentado ahí porque sí.
—HoSeok, ¿cierto?— soltó sin musitar.
—¿Cómo sabes...?¿Cómo sabes mi nombre?— respondió confundido, pues en ningún momento se había presentado. La inquietud en su rostro era notable.
—El día de hoy, me han traído aquí para darte un mensaje. Por favor, escúchame atentamente.— añadió el chico inclinándose un poco en su asiento, tratando de acercarse a HoSeok.
El muchacho comenzó a hablar, recitando lo que parecía ser una carta.
Hola, HoSeok. Realmente estoy mal. No creo ser capaz de ganar esta. Por favor, prométeme que serás feliz. Prométeme que seguirás sin mí. Yo te estaré esperando en donde sea que vaya. Lamento no poderme despedir adecuadamente. Mi corazón siempre será tuyo; hasta el final. Adiós, mi amor.
HoSeok quedó atónito, fuera de sí. Su boca dejaba salir pequeñas exhalaciones que eran acompañadas por una energía algo extraña que recorría todo su cuerpo. Tenía la mirada perdida, mirando el vacío.
—Lo lamento.— dijo el joven poniéndose de pie para después darle una pequeña palmada en el hombro. Como siguiente acción, se marchó sin más.
El atormentado muchacho seguía sin saber qué es lo que había escuchado. No sabía si se trataba de una mala broma o un loquito que simplemente se topó. Sus dudas fueron aclaradas en el próximo minuto.
—¿Familiares o conocidos de Min YoonGi?— preguntó el doctor con un papeleo en la mano derecha.
HoSeok volvió en sí y se puso de pie de golpe.—Yo, Min YoonGi, yo.— dijo desesperado.
—Realmente lamento su pérdida.