Él y yo éramos tan distintos, como la luz y la oscuridad, como el calor y el frío, pero sobre todo como el bien y el mal. Vine con un propósito, entré a su vida con un objetivo, pero la calidez de su corazón abrigó el mío, su amor hacía que quisiera...
- Eso sería todo por hoy, señoritas – dije mientras concluía con mi clase de hoy, ellas agradecieron y se dispusieron a guardar sus materiales – nos vemos pasado mañana, quiero ver sus trabajos terminados, recuerden que también tendrán un espacio en la exposición, todos merecen ver lo asombrosas que son – me quité la bata y me acerqué al espejo más próximo para retocar mi labial, el reflejo de Loki apareció – ¿puedes cerrar hoy por mí?
- Claro, pero ¿A dónde irás?
- A tener más inspiración – respondí – hace mucho que no tengo una cita con Steve ¿me veo bien? – él empezó a observarme detalladamente, llevaba puesto un suéter negro junto a un conjunto de chaqueta y falda color camel, un par de medias gruesas negras, un par de botines color chocolate y un bolso del mismo color, así como un par de guantes, accesorios dorados y maquillaje estilo natural.
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- Te ves hermosa – contestó mientras sus ojos se concentraban en los míos, él me sonrió, yo hice lo mismo, oí murmullos de mis alumnas suspirando, era Steve, traía un enorme ramo de flores silvestres para mí, me acerqué a él para saludarlo.
- La palabra hermosa no te hace justicia – me dijo, sonreí y le di un pequeño beso mientras tomaba el ramo – pensé que querrías más inspiración.
- ¿Tú quieres que haga una capilla Sixtina? – él rio.
- ¿Por qué no? Te creo capaz – me dio otro beso – ¿lista para nuestra cita?
- Estuve contando las horas desde que te fuiste – le respondí, vi a mis alumnas que ya estaban listas – las veo la próxima clase – vi a Loki – ¿podrías ponerlas en agua, por favor? – él asintió.
- Diviértete – me dijo antes de que cruzara el umbral de la puerta junto a Steve, Dodger se había quedado con Paul y su abuelita, subí junto a Steve a su auto, para ir donde Dothy a comer hamburguesas e ir al parque del Río Hudson como quedamos, estábamos caminando tomados de la mano.
- Siempre quise hacer esto – me dijo.
- ¿Venir aquí? – negó con la cabeza.
- Caminar tomando la mano de mi chica – le sonreí mientras él apretaba un poco más nuestro agarre – quizás a algunos les puedes parecer algo anticuado, pero a mí no, es una forma de demostrarnos que no tenemos pena de ocultar lo que sentimos el uno por el otro.
- ¿Y por qué me daría pena demostrarte que te amo? – paramos para apoyarnos en la baranda – si tú no has hecho otra cosa que ser el mejor novio del mundo.
- Hermosa, yo no soy tan perfecto como crees – dijo cabizbajo.
- Pues para mí, sí, has estado siempre para mí, me ayudaste con lo de John, ayudaste a Dodger, puedo conducir nuevamente gracias a ti, has hecho que renazca esa confianza que tenía apagada, la ilusión del amor y por eso siempre te estaré agradecida – dijo colocando mi mano bajo su barbilla para que me viera – te amo, Steve.
