- Llegamos - anuncio el muchacho adentrándose en el árbol, luego se giró a nosotros - Pasen - nos invitó, hicimos caso e inmediatamente que entramos nos encontramos con unas escaleras talladas en la madera del árbol, subían un metro más o menos para llegar a una puerta.
- ¡Kaled!¿Estás aquí?- llamo el joven.
-¡Mauro! ¡Si regresaste!- contesto otro chico de cabello negro como la noche, tenía unos ojos amables color jade, utilizaba unos lentes con un armazón negro que casi se perdía entre su cabello, corrió hasta el joven que nos encontramos en el bosque y lo abrazo.-¿Cuantas veces vas a hacer ese chiste? Sabes que no voy tan lejos, es difícil que muera - dijo el joven a "Kaled", Dylan y yo nos limitamos a ver la escena de reencuentro confundidos.
- ¡A sí! Dylan, Alayah, él es Kaled. - nos presento el primero.
- Sí, ya lo notamos - contesto Dylan - Tú nunca nos dijiste tu nombre - le comento Dylan al muchacho.
- Ja,ja,ja,ja, ¿Mauro olvidó presentarse de nuevo?- preguntó divertido Kaled.
- Bueno mi nombre es Mauricio, Mauro es un apodo, usenlo si quieren.- contesto Mauricio a Dylan haciendo caso omiso al comentario de Kaled; yo por mi parte estaba observando a Kaled, me acerque y lo examine de pies a cabeza, había algo en el que me era extremadamente familiar, su físico me recordaba mucho a Hagata, sobre todo en sus brillantes e hipnóticos ojos verdes.
-¿Yo te conozco?- murmuré intentando que solo él me escuchará.
- Creo que no..... Eh....¿Cuál es tu nombre?- me preguntó él.
- Soy Alayah - le contesté sonriendo, aunque seguía buscando respuesta a por qué me era conocido - ¿De dónde conoces a Mauro? - le pregunté intentando saber si en algún momento del medio año que llevaba en ese mundo los había visto.
-¿"De dónde" lo conozco?- preguntó confundido.
- Sí.... El joven ese guapetón de ahí - dije señalando a Mauro, de nuevo a Dylan se molestó al escucharme.
- Bueno él y yo - comenzó Kaled pero Mauro lo interrumpió.
- Oye Kaled, Alayah se intoxicó con una de las manzanas de alrededor - explicó - ¿Tenemos con que curarla?
-¿Qué tipo de manzana? - cuestiono Kaled.
- Dylan,¿Cómo era la manzana que mordió?-
- Roja, en su mayoría era roja solo tenía algunas manchas moradas - contesto Dylan.
- Ya veo....- analizó Kaled - Pues entonces la respuesta a tu pregunta Mauro es: No. No tenemos con que ayudarla.- contesto muy calmado.
-¿¡Qué!?- exclamaron Dylan y Mauricio exaltados.
-¿Cómo que no?- dijo Mauro dirigiéndose a Kaled molestó.
- Tranquilo, tranquilo, dije que "no tenemos con que" no que no podemos .- hablo Kaled sereno.
- Esas manzanas tienen su "droga", por decirlo de alguna manera, en su pulpa, las manchas moradas indican que partes no puedes comer para ser más exactos, segregan un líquido si sabor el cual funciona como antídoto claro que como mordió la manzana, fue más veneno que antídoto y por eso ella se comporta así. Sólo necesitas suficiente líquido de la cáscara para que ella vuelva a la normalidad después de unas horas. -
- Espera, dijiste ¿"Veneno"?- cuestiono Dylan preocupado.
- Sí, aunque más bien se compara con una droga, en pequeñas cantidades no será tan nociva (al menos no de inmediato), pero si consumes una gran cantidad puedes morir en minutos.- respondió Kaled.
Dylan se preocupó más ya que yo llevaba ya un rato así, al menos tres horas y por lo que comentaban podría morir en unas horas o en algunos días.
- Tranquilo, estará bien, solo le dio una mordida, así que no le pasará nada mientras beba el antídoto el día de hoy - Lo calmo Kaled cuando notó la expresión del menor.
- Pues mientras más rápido mejor, voy a conseguir ese antídoto. ¿Cuanto necesitamos exactamente?- hablo Mauro con interés.
- Suficiente para una taza de té, por cierto, el veneno de las manzanas solo es eliminado al cien por ciento cuando el antídoto viene de la misma manzana.- explicó el otro aún muy sereno.
- De acuerdo, Dylan tu vendrás conmigo - ordeno Mauro, el menor asintió con la cabeza sin opción alguna. - Y tú cuida a Alayah - mando al de lentes.
- Sí, cuídense por favor - pidió Kaled con una sonrisa suave.
-¡Nooooo!- dije lloriqueando -¡No quiero que Dylan se vaya!- dije a modo de berrinche mientras abrazaba con fuerza al mencionado para no dejarlo ir.
- ¿Olvide mencionarlo? Las personas que ingieren ese veneno suelen actuar de manera muy honesta. Deberías alegrarte pequeño Dylan, que Alayah se comporte así contigo significa que te quiere mucho - explico el de ojos jade, Dylan pareció alegrarse ante ese dato y sonrió ampliamente correspondiendo mi abrazo.
- Yo también te quiero Alhyi- me susurro.
Después de eso el par de chicos se marcharon, dejándome sola con Kaled, estaba anocheciendo, lo cual me preocupaba, mientras esperábamos a que regresarán, Kaled y yo comenzamos a hablar de cosas triviales, hasta que de pronto comenzamos a jugar.
-¿Verdad o reto?- me preguntó de la nada sorprendiendome.
- Verdad- escojí rápidamente algo dudosa.
-¿Dylan es tu novio?- preguntó curioso, no pude evitar reírme ante la pregunta.
- No - respondí una vez que logré dejar de reír.- Dylan es mi amigo, lo veo como a el hermano que en realidad nunca tuve, siempre ha sabido entenderme, animarme, cuidarme, se preocupa por mí y yo por él, siempre se asegura de que salgamos vivos de cualquier peligro, si no fuera por él seguramente yo estaría muerta. - respondí sinceramente, después de un rato el dolor de cabeza aumento así que tuve que dejar el juego para dormir un rato e intentar ignorar la molestia, Kaled me ofreció dormir en un sillón que tenían dentro de la casa del árbol (literalmente, estaba construida dentro del tronco) y también una cobija.
-¿De dónde sacaron los muebles y las cobijas?- pregunté antes de quedarme dormida.
- Mi padre era carpintero, y yo solía ayudarlo antes de ser atrapado en este mundo, y las cobijas las trajo Mauro, supongo que las robo de alguna casa o algo así - dijo encogiéndose de hombros restándole importancia.
Luego de eso me quedé profundamente dormida, sin embargo no tuve un buen sueño.
-¡A qué no me atrapan!- exclamé retando a mis padres, estaba en un campo de flores silvestres, era un lugar tranquilo, corrí energética para escapar de mis papás hasta que el suelo desapareció haciéndome caer aún completo vacío.
Todo era negro, era la oscuridad más pura que había visto.
- Alayah - susurró una voz muy semejante a la mía mientras caía, la caída era suave, como si más bien estuviera flotando, el descenso se detuvo cuando quede perfectamente sentada en un trono, uno elegante como esos que ocupan los Reyes y Reinas, era tapizado por un suave terciopelo carmesí y un marco de obsidiana negro como la noche con destellos de oro puro, destellos que desde cierto ángulo formaban calaveras.
Sentí que alguien me tomaba los hombros por mis espaldas de forma delicada.
- Hola Alayah - me dijo esa voz al oído, me sobresalté e inmediatamente volteé a ver quién me llamaba, el ser que me rodeaba tenía la apariencia de una sombra, de mi sombra rellenada por garabatos, a pesar de ser un poco desfigurada se distinguían sus facciones, ojos, cabello, boca, etc. He de resaltar que sus ojos llamaban la atención por ser completamente bancos, aunque brillaban mucho.
Estaba vestida con un elegante vestido negro y algunos detalles grises.
- Ya te extrañaba cariño - dijo al tiempo que acercaba su rostro al mío y ponía una de sus manos en mi mentón.
-¿ Quién.... Eres tú?- le pregunté, era evidente que yo no la conocía, ella se mostró decepcionada, o confundida, la verdad no supe descifrar su expresión.
-¡Ay! - musiteío al tiempo que cubría su boca con la mano que que tenía en mi barbilla -¿Olvidé presentarme? Pero que grosera soy...- dijo al tiempo que desviaba la mirada.
- Permíteme - aplaudió dos veces y una corona apareció en su cabeza, era de color plata, con rubíes rojos decorando el metal, quizá era algo simple pero eso era lo que le daba su gloria a ese valioso accesorio. - Yo soy la Reina - dijo con una sonrisa macabra.
-¿Qué-tú-qué?- tartamudeé sorprendida, ella solo me dedico su sonrisa tu se desapareció como humo.
- Solo recuerda que siempre estaré cerca- se escuchó a la lejanía.
- Alayah....Alayah....Alayah....- repitieron varias veces.
- ¡Alayah!- me llamo Dylan para despertarme, me levanté de forma tosca tomando una enorme bocanada de aire, respiré rápidamente, mi corazón latía tan rápido y fuerte que lo escuchaba en mis oídos, mi cuerpo pedía a gritos más aire, era como si no hubiera respirado durante horas.
Una vez logré regular mi respiración mire a mi alrededor, Dylan, Mauro y Kaled me rodeaban preocupados.
-¿Qué pasó?- pregunté confusa.
-¡Dejaste de respirar por casi media hora!- me dijo Dylan con un toque de miedo en su voz.
- También te aumento la fiebre de la nada - me dijo Mauro un poco más tranquilo.
- Y además era evidente que tenías una pesadilla - completo Kaled.
-¿Te sientes bien Alayah?- me preguntó Dylan angustiado.
- Sí.... Creo que sí - respondí - Solo fue un mal sueño - dije haciendo caso omiso a que según los chicos casi muero.
Luego de eso Kaled me ofreció un vaso lo recibí y bebí lo que contenía, era un té con un sabor algo desagradable.
-¡Puaj!¿Qué es esto?- pregunté mirando el vaso.
- Tu medicina - dijo Kaled divertido con mi reacción contra el líquido.
-¿Te menciono que es Doctor?- me cuestiono Mauro apuntado a su compañero.
- Ja ja, No, no lo hizo- respondí divertida por la actitud del anterior.
Entonces me surgió el deseo de tocar mi brazo herido y me di cuenta que tenía unas vendas cubriendo la herida.
-¿Quién hizo esto?- pregunte fascinada por lo bien hecho que estaba el vendaje.
- Yo lo hice mientras dormías - me contestó Kaled
- Muchas gracias - dije con una sonrisa sincera para Kaled.
- Creo que ya es hora de ir a dormir Yaa es tarde- dijo Mauro y se dirigió a un cuarto donde había un colchón hecho con algodón, Kaled se metió en el mismo cuarto dando a entender que dormían juntos, me pareció extraño teniendo tanto espacio, pero no le di mucha importancia; Dylan por su parte se recostó en otro sillón que estaba cerca.
- Buenas noches Alayah - se despidió y se quedó completamente dormido.
- Buenas noches Dylan - dije con una pequeña sonrisa, me di la vuelta para quedar sobre mi espalda y mirar al techo de madera.
- Que duerman bien.
Mamá.
Y.
Papá - susurré y después de eso yo también caí rendida.
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Desde abajo
AvventuraEn esta historia nuestra protagonista de ojos color carmín, se extraviá en un mundo totalmente distinto al que ella conoce, donde todas las pesadillas de cualquier ser vivo se hacen realidad. Sigue a esta pequeña aventurera y descubre junto con ella...