Capítulo 6

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Las redes sociales enloquecieron. Miles de notificaciones en las cuentas de Kuroo y Kenma, más de medio millón de reproducciones en las canciones  y propuestas de entrevistas por todos lados. La vida les brillaba pero parecía que la fama lo hacía mucho más.

—Y a eso, muchachos, le llamo «El poder de la mentira».

—En parte me siento un poco mal...

—¡Tengo seis millones de seguidores en Instagram! ¡Seis!

Dos tipos de personas diferentes.

Bokuto suspiró.

¿Qué es lo que pasó la noche anterior que ahora todo el mundo de las redes sociales está gritando? Seguro que te preguntas eso o algo parecido así que volvamos al pasado.

Luego de la foto con la fanática, Kuroo y Kenma se aseguraron de haber dejado en claro que estaban en una supuesta cita. La chica quedó en shock unos segundos pero claramente ellos no la dejaron ni siquiera procesarlo porque se levantaron para sacarse una foto, con las palabras de Bokuto («Pretendan que todo es verdad») resonando una y otra vez en su cabeza.

La chica se despidió temblando y la pareja se sonrió cómplice. Parte de su plan estaba hecho. Pero claramente faltaba el otro cincuenta por ciento, lo que los ponía un poco de mal humor, pero eso es algo irrelevante.

Salieron del restaurante chocando brazo con brazo. No iban a tomarse de la mano porque eso sería ir demasiado rápido y se vería extraño, aún así ya habían planeado qué hacer o cómo actuar en ese momento.

—Oye, por cierto, ¿con quién te acostaste?

Kenma observó a Kuroo y parpadeó.

—¿Y a ti qué?

—¿Y yo qué?

—Y a ti qué te importa.

El pelinegro bufó, metió sus manos en los bolsillos y desvió su mirada a otro lado. Kenma sonrió orgulloso.

El camino fue silencioso. Actuaban por instinto, se sonreían mutuamente y de vez en cuando rozaban sus manos intencionalmente. Ante las cámaras se veían hermosos, ¡lucían enamorados! Pero realmente sus sonrisas eran más muecas que otra cosa y al rozar sus dedos, se irritaban.

El momento crítico del plan estaba llegando. Kenma se preparó para eso.

—¿Ahora viene esa parte?

—Sí, pero lleguemos a la esquina, por favor. No quiero hacerlo.

—Ni yo.

Estaban a solo unos pasos de la casa de Kenma, así que decidieron separarse en un punto para que la privacidad por completo del teñido no fuera violada. De todos modos sabían que nunca revelarían su casa, mucho menos personas que ellos mismos (es decir, su empresa) había contratado.

Kuroo suspiró al detenerse.

—Bien, tienes que fingir que tienes frío.

—¿Cómo se supone que haga eso?

De lejos parecían hablar normalmente pero una discusión estaba empezando.

—Deberías como... abrazarte a ti mismo.

Bufó.

—Bien.

Kenma lo hizo con una mala cara que solo Kuroo podía ver. El pelinegro volvió a suspirar, sintiéndose repentinamente nervioso porque temía arruinar el plan o algo por el estilo, así que sonrió supuestamente enternecido, abriendo sus brazos y tomando al menor entre estos, para luego, dejar su mentón apoyado en su cabeza.

Amor escrito en contrato | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora