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ESTE PEQUEÑO CABRÓN VA A MORIR TAN DOLOROSAMENTE QUE ME ROGARÁ QUE ACABE su vida y lo saque de su miseria. O, lo haría, si no le hubiera cortado ya la lengua por las horrendas y vulgares palabras con las que hirió a mi Olivia.
Después de vigilarla la mitad del día, aún me cuesta asimilar lo fácil que fue entrar en su casa. Lo fácil que sería para cualquiera entrar allí, y que mis precauciones posiblemente no sean suficientes.
Sé que he ganado algo de tiempo, pero siempre existe la posibilidad de que contraten a más de una persona para sacarla, y eso es algo con lo que no puedo vivir.
Nadie va a poner una mano en mi Olivia, y me aseguraré de ello. Si alguien la toca, o la hace llorar, se encontrará en una tumba poco profunda. O en un tanque de ácido. No soy exigente, y esto comienza con este maldito imbécil que se atrevió a llamarla gorda y hacerla llorar.
"Matthew Parkins". El sonido de mi voz le hace saltar y me río a carcajadas, el sonido resonando en la fría habitación.
El hecho de que intente hablar, y que luego llore cuando recuerda que se le ha ido la lengua, me produce una alegría que ni siquiera puedo describir. Es el tipo de subidón que no he experimentado antes, porque estoy lleno de la certeza de que estoy vengando a mi hermosa Olivia.
Ella es demasiado dulce e inocente para la negatividad de este mundo, y algún día, pronto, evitaré que vuelva a sentir este dolor.
Ella es mi amor, mi pasión y mi absoluta obsesión. Después de un día, sé sin duda que nunca podré dejar que otro la tenga.
Es demasiado preciosa para los imbéciles de este mundo, incluido yo mismo... pero haré que me ame tanto como yo a ella.
Sólo tomará algo de tiempo.
"Poooaaaoooor", intenta gritar, con la saliva y la sangre goteando por su barbilla mientras me ruega que le saque de su miseria. Pero sólo estoy empezando.
Aunque le he cauterizado el extremo de la lengua que aún tiene en la boca para evitar que se desangre, eso no ha impedido del todo que continúe. Se merece todo el dolor que decida repartir por ser un desperdicio de oxígeno.
"No mereces mi misericordia. No le has mostrado nada a mi Olivia", afirmo, todo mi cuerpo es el epítome de la calma en el exterior, aunque me muera por sentir que la vida lo abandona.
Su mirada confusa hace evidente que no tiene ni idea de quién o de qué estoy hablando, demostrando que no tiene inteligencia ni sentido común. Ya se ha olvidado de lo jodidamente grosero que fue antes.
¿Cómo pude dejar vivir a un pedazo de mierda tan insensible?
Le seguí a casa esta tarde, sabiendo que la amiga de Olivia se encargaría de ella.
Todavía no había decidido si su amiga viviría o moriría, porque no conocía la dinámica de su relación, pero en el momento en que gritó a Matthew aquí, supe que mi mujer estaba en buenas manos. No eran mis manos, pero servirían para llevarla a casa, donde podría vigilarla con las cámaras mientras libraba al mundo de este bastardo.
