Capitulo 2

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              Daniel

Bueno, pues aquí estábamos. Sentados en una las bancas que estaban a las afueras de la preparatoria, mientras fumábamos un cigarrillo.

Llevábamos encima dos pares de calcetines y cinco chamarras cada uno. Estaba haciendo demasiado frió, creo que en todo el tiempo que llevo viviendo aquí, jamás ha hecho tanto frío como ahora. Cameron y yo estábamos simplemente perdiendo el tiempo, pues en realidad no teníamos nada interesante que hacer.

—Es absurdo —me dijo mientras expulsaba el humo de su boca.

—Lo sé —le respondí.

—¿Crees que haya ido con el chisme?

—Probablemente —me alce de hombros, restándole importancia—. No me importa lo que la gente tenga que decir sobre mi.

Cameron asintió.

—Si te dieran la oportunidad de salir con alguna chica del campus, ¿con cual saldrías?

—Mierda. No lo sé.

—¿No sabes el que?

—Es que ahora no me interesa nadie...

Un grupo de chicos llegaron hasta nuestro sitio. Nos saludaron alegremente con risas y mucho, mucho ruido. Trate de mantener la compostura, de no hacer muecas de disgusto ante la presencia de los chicos y chicas que están justo a un lado de mi.

—¿Irán a la fiesta de Hector? —preguntó una rubia. No recordaba cuál era su nombre...

—Nadie falta a las fiestas de Hector. ¡Son de lo mejor! —hablo ahora, una pelirroja.

—¿Ustedes van? —un chico moreno nos miro a Cameron y a mi. Yo negué con la cabeza, no pensaba ir a la fiesta de Hector.

—¿Hace cuantos años que Daniel no sale de fiesta con nosotros? —preguntó la rubia.

—Hace un año —le dije.

—Vamos hombre, no seas aburrido. Ve a la fiesta de Hector, estoy seguro de que unos tragos te quitarán lo amargado que eres.

—¡Max! —una chica de pelo verde le dio un puñetazo al moreno, al parecer eran novios.

—¿Que? Yo solo digo la verdad.

—Chicos, si Daniel no quiere ir esta bien. Eso no lo hace aburrido —dijo Cameron, apagando su cigarro con la suela de su zapato.

La rubia soltó una carcajada tan ruidosa, que me dieron ganas de matarme al escucharla.

—Lo defiendes porque es tu mejor amigo.

—¿Algún problema, Juliet? —preguntó Cameron.

Juliet. Es verdad, así se llamaba la rubia. Pero para lo poco que me importaba, seguramente en unas horas me habré olvidado nuevamente de su nombre.

Habían varias razones por las que no quería ir a la fiesta de Hector. Una de las más importantes: Héctor. Sabia que si lo veía, no podría evitar no romperle la cara, así que, para evitar una pelea, y arruinarle la noche a la gente, he decidido que no iré a la fiesta.

—Tu vida es triste amigo —me dijo Juliet.

Pienso en que probablemente tenga razón. Mi vida es triste, y no es algo que no sepa. Pienso en la cantidad de veces que he llorado en silencio durante todos estos meses. Pienso que si tal vez, yo no hubiese hecho nada estupido aquella noche, no cargaría conmigo la culpa que llevo desde aquel día, porque a pesar de haber tomado tantas terapias, sigo sintiéndome igual de mal que la primera vez.

Después del atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora