〝 Saiki está sonriendo, va a ser el fin del mundo. 〞
Eso pasaba por la mente de los estudiantes de la academia PK, Kaidō pensó que la unión oscura había reemplazado a Saiki por una copia, Nendō pensó que su compa había conseguido la felicidad eterna...
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╰─►❝Se sujetó más a la cintura del prójimo y apoyó su cabeza en su espalda, disfrutando del perfume de hombre que desprendía su pareja, mientras él seguía pedaleando la bicicleta de color azul cielo. Sintió su cabellos rosas moviéndose por el viento fuerte que soplaba por la velocidad de la bici. Era un poco notable su sonrojó, pero por suerte, nadie había visto aquél arder de sus mejillas.
No le importaba llegar tarde, si éstos momentos que enternecen su corazón vale la pena cualquier costo, si eso implica manchar su tan promedia vida.
Saiki sonrió, sentía como la paz de su amor inundaba su pecho, frotó su mejilla en la espalda del contrario, mientras escuchó una risita boba y alegre por parte de su pareja.—¿Pasa algo?—pregunto Saiki con curiosidad, mientras que el contrario, con sutileza, negó con la cabeza.—No, solo que eres muy tierno, Ku.—dijo con una sonrisa, usando el apodo poco utilizado de Kusuo
Saiki sonrió, y siguió abrazado a su novio.
—Bien, ya llegamos.—dijo deteniéndose, parando frente a la escuela. Saiki bajo de la bicicleta, agarrando su bolsa que estaba en la canasta de la bicicleta.—Adiós, Haru...—dijo Kusuo. El castaño sonrió, alzó su mano de manera juguetona, sacándole los lentes verdes de Saiki—¡Haru! No...—Tan rápido como cerró los ojos, sintió como manos ajenas le ponían otros lentes a Saiki. Saiki abrió los ojos, viendo a su novio con sus lentes teñidos de verde.—Te quedan bien, Ku-chan.—dijo el de, ahora, lentes verdes. Las mejillas de Saiki se coloraron, mientras él le despeinaba.
—Adiós, Ku-chan. Te amo, cuidate.—Dijo con una hermosa sonrisa ante los ojos del menor por unos meses, quito su mano de la cabeza de Saiki mientras se dirigía al manubrio de la bicicleta para dedicarse a pedalear su sencilla bicicleta de color azul cielo.❞
Saiki sonrió ante el recuerdo de hace unos minutos, mientras se dirigía a su asiento con una pequeña pero bonita sonrisa. No se dió cuenta de las perturbadas miradas dirigidas hacía su persona, lamentablemente hoy llevaba el anillo de germanio.
Miró hacia la ventana, atrapado en su, aún no acostumbrada, mente enamorada. Era muy cursi para alguien para él, pero simplemente había sucedido unas de las más hermosas casualidades de su vida.
Escucharon los jadeos y respiraciones aceleradas cansados de una persona que estaba en la puerta del salón. Era Mera Chisato, que parecía que había corrido todo el camino a la escuela.—¡Saiki idiota! ¿Por qué dejaste que Haru me deje atrás? Pensé que éramos amigos, los amigos antes que el amor ¿No?—dijo entre lloriqueos fingidos, dirigiéndose al asiento de Saiki. Saiki solo la miró con cara de póker mientras que se seguía quejando de él.
