2. El Cardio

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¡DARIAN!

  
  
—A veces envidio lo bueno que eres para las matemáticas, Dan. —comentó Kyle, mi buen amigo Kyle luego de escucharme sacar unos cálculos de manera espléndida.

—Trabajo en bienes raíces ¿Qué esperabas? —ajusté mi corbata y mi voz tomó un tono pícaro para decir—: Y sobre la envidia, tengo dotes más envidiables que mi capacidad para las ecuaciones, Kyle.

El reviró los ojos, entendiendo perfectamente a qué me refería y mientras acomodaba unas hojas en el estante decidió cambiar de tema.

—¿Qué tal la chica de anoche? —preguntó sin mirarme. Kyle es mi compañero laboral, pero también es una especie de mejor amigo para mí. Él y yo somos poco diferentes, pero nos llevamos más que bien, y ya me conoce lo suficiente como para saber que anoche tuve a una nueva víctima.

Solté un suspiro de fascinación y hablé:

—Kyle, amigo, estuvo genial, te aseguro que tenía tiempo sin gustarme tanto una mujer de esa manera, en la cama. —aclaré lo último.

—Oh, que interesante —tomó una carpeta y la abrió—. ¿Afición?

—La pintura.

—¿Edad?

—Veintiséis, creo —dudé un poco, en un intento por recordar.

—¿Una palabra para definirla? —ahora sí me miró, con curiosidad.

Lo pensé por un momento y con una sonrisa le respondí:

—Pasional —solté en un tono inspirado.

Kyle entendía perfectamente mis palabras con ese apice dramático que me encantaba utilizar para expresarme.

—Genial, Dan —devolvió la carpeta a su antiguo lugar y me observó, ahora más serio—. Conseguiste a una gran chica, seguramente la mujer perfecta para muchos, joven, apasionada, con un pasatiempo más que interesante, sin duda hermosa, no me hace falta pregun—

—Sí que lo es —lo interrumpí con arrogancia.

Me miró, con molestia.

—En fin, encontraste a una gran chica, con la cual podrías tener básicamente todo si lo quisieras, pero seguro no lo quieres, no la volverás a buscar, no te interesa un noviazgo estable con ella, ni con nadie más, sólo la usaste una noche para obtener lo que querías, y ya.

—Ay, Kyle, amigo mío —recosté mi espalda del sillón, poniéndome cómodo—. Me conoces tan bien, que tengo que darte la razón.

—¿Hasta cuándo seguirás con esto, viejo? —su tono bajó, volviéndose uno más amigable.

—Hasta que muera, supongo —respondí, con obviedad, y restándole importancia.

—Debes sentar cabeza, Dan, sé que eres joven, tienes mucho dinero, eres alguien que ama la libertad y vives tu vida de cierta manera, pero el tiempo puede pasarte factura, así que no estaría mal que busques algo un poco más... Estable.

—Lo siento, Kyle. No puedo renunciar a mi libertad, lo es todo para mí, y no te ofendas, pero no quiero vivir como tú, con una esposa privándome de vivir la vida a mi manera. La libertad es lo que me hace ver la vida de este modo —añadí con honestidad.

—Hablas de la libertad como si fuera tu religión —volvió al tono fastidiado, obstinado de mí.

—No confundas la religión con el estilo de vida.

—Pues respeta mi estilo de vida.

—Ok, respeto tu equivocado estilo de vida.

Respiró hondo, intentando hallar paciencia en la oficina.

¡Víctima de Darian!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora