Uno

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Los gritos de la mujer resonaron por toda la casa, su esposo tomaba su mano y la mujer frente a ella solo le gritaba que pujara más fuerte. La mujer estaba sumamente cansada, pero quería conocer a su primogénito. Optó por una partera porque sabía lo peligroso que podía ser exponer a su primogénito, después de todo ningún primer hijo del clan Lu era normal.

—¡Vamos! ¡Ya casi! —Con un último grito, la mujer pujó aún más fuerte y el llanto de un criatura se hizo presente—. Es un varón —dijo la partera.

Pero desde ese momento todo empezó a derrumbarse para los únicos sobrevivientes del clan Lu.

Los primeros meses no podían entender cómo aquella criatura de pelo negro y ojos de gato podía tener tanta magia en su diminuto ser. Ellos no podían controlarlo y menos la anciana de la familia que apenas y recordaba su nombre.

Cuando el pequeño Han, cómo nombraron al niño, cumplió la edad de cinco años empezaron a notar que su magia únicamente iba en aumento. De las manos del niño todo el tiempo salían cosas nuevas y el niño, simplemente era una criatura a la que aquello le parecía divertido.

—Mira, papá —el niño habló a su padre, quién se llamaba Nahario, según su madre significaba "paz"—. Ve que puedo hacer.

El pequeño niño le entregó esferas a su padre, quién las tomó y las dejó caer del impacto, porque Han las mando directamente sin tocarlas, pero lo más impactante fue que en aquellas esferas el niño mostraba el pasado, su presente y tal vez el futuro.

—Han, tienes que dejar de hacer eso. —El hombre se acerca y lo mete a la cabaña en donde vivían.

Al no poder controlar la magia de Han y ver qué el chico la usaba sin miedo, decidieron huir a un lugar lejano porque no podían arriesgarse a ser encontrados. Porque Nahario sabía que afuera aún había gente que tenía que pagar por lo que les hicieron.

El tiempo pasaba con velocidad y Luhan, cómo empezó a llamarse el adolescente, creció como un hermoso chico de cara refinada. Él empezaba a ser responsable con su magia y eso tranquilizaba a sus papás porque pronto podrían regresar a la civilización, hasta que un día Luhan tuvo una revelación en una de las esferas.

—Madre —la preciosa mujer parecía no envejecer, pero últimamente su salud era un poco complicada, el adolescente de catorce años trataba de no preocuparla y era por eso que decidió ser más consciente, pero esto lo estaba llenando de dudas—. Necesito mostrarte esto.

—¿Qué pasa?

Luhan volvió a crear la esfera en sus manos y le mostró a su madre lo que veía.

A las afueras, del otro lado de donde ellos se encontraban había un niño de no más de diez años jugando en el bosque. Lo extraño de aquello era que Luhan podía sentir esas sensaciones del viento en su cara y la felicidad que emanaba. Hubo un momento en donde el niño miró fijamente un punto, como si estuviera viendo a Luhan, pero eso no era posible. O eso creyeron hasta que lo vieron sonreír y saludarlos. Luhan dejó caer la esfera sin entender qué sucedía.

—Era un Oh —dijo la mujer igual de impactada—. Han, por lo que más quieras, no me digas esto a tu padre.

—Madre, él tenía un ojo blanco y una marca roja.

—Hay brujos, Han, que no pueden ocultar sus marcas.

—¿Cómo yo?

La mujer asintió, pero con miedo. Aquello no era bueno. Aunque pudo ver la preocupación en la cara de su madre, Luhan se sentía emocionado porque nunca conoció a nadie como él y le daba curiosidad si es que por medio de las esferas podría comunicarse con el niño del ojo blanco.

Cuando la noche entró y Luhan cayó en un profundo sueño, su madre Hannim, empezó a buscar entre los libros antiguos que pudiera estar sucediendo. El árbol genealógico aún estaba abierto, se sabía que cuando tenían un alma gemela en el libro se marcaba su nombre junto el del descendiente y fue impactante para la mujer ver cómo al lado de su hijo ya está marcada una letra, solo una. Eso fue inquietante porque el nombre ya debía estar escrito, era como sí algo poderoso impidiera saber quién era el tal "S".

—¿Qué haces aquí Dalí? —preguntó confundió su esposo.

—Estaba checando unas cosas.

El hombre levantó su mano y las cosas se fueron guardando solas, después de todo él también era un primogénito del clan Lu. El clan no era un grupo incestuoso, simplemente que al ser eso, un clan, cada que entraba un miembro nuevo terminaba apellidandose Lu. Podían unirse simples mundanos, pero ninguno obtendría el poder con el que no nacieron, sólo los primogénitos.

Hannim no pudo dormir en toda la noche, ella era una vidente, no tenía magia más allá de eso. Cada primogénito nacería con un solo Don, ella tenía la clarividencia y Nahario tenía la telequinesis, pero Lu, él era un caso especial. La mujer tenía dudas, ¿cómo aquel niño pudo sentir la magia de su hijo?

Se levantó lentamente de la cama y se dirigió al pequeño sillón que muchas veces compartió con su familia y haría lo que nunca creyó volver a hacer, usar su magia. Sabía que aquello podía afectar aún más su salud, pero algo le decía que aquello era algo distinto. Cerró los ojos y empezó a concentrarse en el nombre de su hijo.

Fuego por todos lados y sus bisabuelos en una versión joven corriendo para esconderse,  mucha gente quemada y el miedo en el rostro de todos. Ella caminaba por el lugar observando y mirando a sus alrededores, nadie la tomaba en cuenta porque ella no estaba ahí. Entonces, un hombre con un caballo blanco, tenía una marca roja en el rostro y un ojo blanco, su rostro mostraba odio, se veía joven, endemoniadamente apuesto.

—¿Dónde está Marelia? —gritaba el hombre y aquel era el nombre de su abuela.

Estaba impactada, salió corriendo por dónde vió que se fueron y se asustó cuando vió que su bisabuela tenía un gran vientre del no se había fijado al principio.

—No dejes que me lleven, Han, no dejes que me lleve —Han, su bisabuelo, por el nombraron a su hijo—. No dejes que Sehun me lleve, por favor.

Y justo cuando los quiso tocar, todo se hizo negro.

Cuando Nahario despertó, sintió la cama vacía, se levantó esperando que su mujer ya estuviera en las labores del hogar, pero la imagen de ella tirada en el suelo con sangre en la nariz lo dejó totalmente helado.

—Mi amor, mi amor, despierta —la levantó con sus brazos y la metió al auto viejo que tenían—. Todo va a estar bien, mi amor.

Estaban lejos de la civilización, por ello el camino fue muy largo. Llegaron al hospital y atendieron a su esposa, nunca consultaron uno porque era diferentes y tenían miedo de salir en público, pero no sé le ocurrió nada más. Ellos estaban totalmente solos.

Por otro lado, Luhan estaba en su casa soñando con el sol, la luna y el cielo. Pero la imagen de su madre apareció de una manera tan pura que sintió ganas de abrazarla.

—¡Mami! —Han nunca se sintió más protegido.

—Mi querido, Hannie, cuando crezcas te vas a encontrar con él y, aunque tú padre sea difícil, él es tu destino.

—No entiendo.

—No me queda tiempo, es hora de partir.

Sin más explicaciones su madre caminó lentamente hasta el sol y poco a poco su imagen se hizo menos visible. Despertó calmado, quería ver a sus padres, pero se llevó la sorpresa que no estaban.

Hizo una esfera en sus manos y pudo observar al mismo niño, solo que en una habitación. Sus manos podían sentir la sensación de la plastilina que jugaba y aquello lo asustó. De la nada, el chiquillo de marca roja volteó y Luhan casi tira la esfera cuando escuchó.

—Hola, me llamo Sehun.

Bajo el brillo de la luna || HUNHANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora