Capítulo 5.

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Corría desesperadamente, su corazón estaba a punto de estallar, sus piernas temblaban pero sabía que no podía detenerse y mucho menos mirar atrás. Apretó sus ojos sin dejar de correr, sus respiración realmente agitada era evidente...

Sus pasos se detuvieron lentamente, paró en seco y apoyó sus brazos sobre sus rodillas tratando de regular su respiración. Uno, dos, tres respiraciones, una tras otra, la desesperación y frustración la consumían. Una mano acarició su espalda baja, sin mirar, Taylor asintió y poco a poco se reintegraba.

-Te dije que bajaras tu ritmo.
-Estoy bien, Kira.- Taylor caminó hacia una banca con la rubia detrás de ella.
-No puedes hacer eso, tienes que tranquilizarte.
-Solo estaba tomando mi ritmo.

Taylor tomó su botella de agua y la tomó, Kira la miraba extraña, sabia que algo tenia, pero intentar que Taylor hable o descifrarla, es algo imposible. Caminaron directo a las grandes camionetas Suburban negras que las esperaban el estacionamiento. Subieron a ellas, Kira no quitaba sus ojos de encima de Taylor.

-¿qué?- preguntó Taylor de una forma molesta.
-Nada.- Giró su cuerpo hacia enfrente y dejó de verla.
-Lo siento Kai, es solo que.- tomó su mano y comenzó a jugar con ella provocándole cosquillas.- tengo muchas cosas en la cabeza-Malik, para ser exactos. Kira comenzó a acercarse a los labios de Taylor, su mano jugaba con el tirante de su sport bra.
-Conozco algunas maneras de que dejes de pensar en tanto, y adivina qué- puso frente al rostro de Taylor su dedo índice y medio- tienen forma de mis dedos.

Inevitablemente, Taylor río,ambas sabían que no podían hacer nada, no sin Joe, y es que las reglar son muy claras, Joe puede estar cuando quiera con Taylor, pero Kira no, no sin la presencia de él, aunque esa regla haya sido rota tantas veces.
Cinco minutos después, llegaron a la casa de Joe, la real. Como siempre, abrieron el portón al reconocer las camionetas y sus pasajeros, unos metros después, rodearon la fuente principal y fueron recibidos por más hombres enormes. Directo a la cocina, donde ambas tomaron una botella de agua de la nevera, Taylor tomo una naranja, una de las empleadas domésticas, inmediatamente se acercó proporcionándole un plato y cuchillo, ella agradeció indicándole que se retirara. Kira se sentó en un taburete frente a la isla de la cocina, sonaba el silbido distintivo de Joe. Entró a la cocina tomando la cintura de Taylor, envolviendo sus labios en un beso, y su mano traviesa tocando todo a su alcance.

-¿cómo le fue hoy a mi princesa?- preguntó robando un gajo de naranja del plato de Taylor.
-De no haber sido por su desesperación, 16 kilómetros.-mencionó Kira.
-¿Sí? pues era dar mi máximo, o detenerme, Kai- tomó su plato caminando hasta sentarse junto a Kira.
-Estuvo perfecto, reyna.-mencionó Joe antes que su teléfono sonara. Miró su teléfono, se acercó a Taylor y tomó su rostro, jugando con su labio inferior con su dedo pulgar. -Se que te había prometido algo hoy, pero te lo voy a recompensar, le pedí a Kira ayuda contigo hoy, papi vuelve pronto.- Joe dejó un beso sobre sus labios muy suave y se alejó haciéndole alguna seña a Kira que solo ellos dos entendían.
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Taylor decidió ir a casa, su casa. Al llegar, miró las camionetas que indicaban la estadía de sus padres dentro. Entró al recibidor colocando sus llaves sobre la mesa, tiró su riñonera deportiva al pie de las grandes escaleras del lado derecho y caminó hasta la cocina. La casa estaba repleta por elecciones de decoraciones, flores, vajillas, candelabros, servilletas, y otras miles de cosas. Caminó directo a la sala de estar, donde su padre se encontraba en el gran sofá a mitad de la habitación enfocado completamente en su ipad y cruzado de piernas. Su madre, por otro lado, sentada en el sofá lateral enorme, de color blanco satinado, con un libro enorme sobre sus piernas, y una chica frente a ella que en cada mano tenia dos muestras de colores distintos.

-¿Interrumpo algo?-se acercó Taylor hasta llegar detrás de su padre.
-Hola mi pequeña, ¿como estuvo el día?- apagó su ipad para brindarle completa atención a su amada hija.
-Todo bien, pero creo que tendré un calambre, siento la tensión en mis piernas.
-Querida, ayúdame a elegir entre estos colores.- La madre de Taylor hizo una seña a la chica indicándole que le mostrara los dos pañuelos con distintos tipo de color azul.
-Mamá, literalmente son los mismos colores.- Se acercó tomando los pañuelos en sus manos para tratar de encontrar alguna diferencia, su madre, indignada se levantó arrebatándole los pañuelos y con una sonrisa aseguró que no era así.
-No, no lo son. Este es "azul de cobalto" y este "azul de persia".-Taylor comenzó a reir, y se sentó en uno de los brazos del sofá donde su padre se encontraba.
-¿cuándo será "la gran velada"?-mencionó Taylor.
-En dos semanas, querida. Tu madre tiene casi todo listo, tu vestido lo escogí yo.-aseguró su padre.-Supuse que sería de tu gusto, así que lo elegí de tu lugar favorito, Versace.

issues / Z.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora