Abrí los ojos con lentitud al escuchar la molesta alarma que despertaba a medio mundo. Siempre había comparado ese horripilante ruido con un gallo y un pato ahorcándose entre sí. Era lo más cercano en mi mente.
Sentí algo en mi mejilla y pude darme cuenta al momento que era el pie de Alemania. Ambos nos habíamos dormido en su cama. Él de un lado, y yo del otro. Lo peor es que sus piernas estaban sobre mí, dejando sus raros pies de gladiador en mi cara.
— Alemania... — me quejé. Lo empujé de un rodillazo y cayó de la cama con un ruido sordo. Sonreí satisfecho al notar que se estaba despertando de a poco en el suelo. Bostecé — ¿Qué hora es...?
Alemania se sentó en el suelo y se estiró. Estaba completamente despeinado y con las ropas fuera de lugar.
Lo sé. Sé que ustedes piensan "¿cómo es que pueden dormir juntos y aún así no tener nada de vergüenza el uno del otro?" La verdad, sencillamente, Alemania dice que no soy su tipo.
Salí de mis pensamientos al escuchar el chillido de Alemania. Sus ojos estaban abiertos como platos, mirando el reloj. Por suerte la alarma ya se había parado. ¡Por suerte!
Me levanté de golpe al ver lo mismo que Alemania, teníamos menos de diez minutos para llegar a clase a tiempo. ¡Menos de diez minutos!
Un dolor punzante en la cabeza me hizo ver negro durante algunos segundos. Parpadeé varias veces y solté un quejido. La resaca me estaba partiendo la cabeza. No era de embriagarme seguido. A decir verdad... ¿bebí alcohol?
Alemania imitó mi movimiento brusco y corrió al baño. Maldije por debajo. Me estaba orinando y ahora ni siquiera podía mirarme al espejo o algo para ver si espantaba mosquitos.
— ¡Alemania, déjame entrar! — exclamé, golpeando la puerta de aquel. Él no salió hasta cinco minutos después, en donde ya estaba arreglado de pies a cabeza, aunque aún con la ropa de salida de anoche — Gracias al cielo...
Me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme hasta fuera de la casa, sin ni siquiera dejarme tomar un bocadillo o ir a orinar primero.
— ¡Llegaremos tarde! — dijo, luego de cerrar la puerta y empezar a correr conmigo a rastras. Le seguí el paso hasta llegar al instituto.
Ventajas de que su casa quedara cerca de aquel.
Mientras él descansaba y tomaba bocanadas de aire, opté por ir a buscar un jugo en las máquinas. Mi garganta estaba seca y parecía abandonada desde hace mucho tiempo. No me sorprendería si tuviera telarañas en aquella.
La máquina tragó mi billete y yo mi jugo. Al menos estaba a mano con la pobre máquina oxidada.
No me había dado cuenta que todos los estudiantes fijaban los ojos en mi hasta que el timbre tocó y giré a ver a mi alrededor. Aquellos habían desviado la mirada rápidamente.
Y eso hizo preguntarme... ¿Realmente era tan guapo como para llamar la atención de cada uno de los chicos? Bueno, no tenía quejas. Aunque era extraño. Podría apostar cualquier cosa que debajo de mis ojos había ojeras negras y que mi cabello estaba tan levantado como bombero con alarma de fuego.
Le sonreí a un grupo de chicas, tratando de coquetear, y ellas apartaron la mirada. ¿Eran tímidas...?
— Vamos, espanta chicas — Alemania se había recuperado. Había comenzado a caminar hacia nuestro salón, escaleras arriba. Tuve un poco de envidia del tiempo que él había tenido para arreglarse.
— ¿Disculpa? Creo que el que espanta las chicas de mi lado eres tú, chico raro — comenté siguiéndolo.
Siendo honesto, no sabía la razón de mi soltería. Siempre era atento y normal con las chicas ¿Qué tenía de malo? Según Alemania, uno de mis mejores amigos, opinaba que yo tenía un aura muy extraña. También decía que era un bruto, al igual que mis ex novias cuando me dejaron. Nunca llegué ni llegaría a entender a lo que se referían.

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ᯓ𖹭.ᐟ Cómo dejar de ser hetero con cinco besos
FanfictionEstados Unidos creció con una familia que odia a las personas homosexuales. Cuando su mejor amigo gay le ruega que lo acompañe a un bar gay, USA se ve obligado a tomar una gran cantidad de alcohol para olvidar y sobrevivir esa noche. Entre tantos, é...