Su pecho quemaba como si algo quisiera que no dijera una palabra, o quizá solo ardía como siempre.
— Antes tranquilízate.
— E-es solo que lo v-volví a arruinar y yo.
— No arruinaste nada, pero necesito que me digas que está sucediendo, explícamelo.
— No lo sé.
— Tienes que dejar de intentar esconderme las cosas.
— Es que en verdad no sé qué me sucede. — Sabrina se abrazaba con recelo, no confiaba en sí misma. — ¿No lo escuchas?
— ¿Escuchar qué? —Miranda ya no estaba enojada, ni siquiera molesta, ahora un mar de preocupación la inundaba.
— ¿En verdad no? Te juro que puedo escuchar mi corazón como martillazos. — Sollozó. —Tengo miedo todo el tiempo y no puedo respirar.
Miranda colocó su mano en el pecho de la alfa para darse cuenta que en verdad tenía una taquicardia. Se cuestionó tantas cosas y pensó que enojarse sin antes pedir una explicación quizá había sido un poco exagerado de su parte.
— Amor mírame, respira lento, sígueme quieres. — Tomó sus tiempos, había practicado esa clase de respiración con su psicólogo muchos años atrás, antes de dejarlo pues pensaba no funcionaba.
Observó que los brazos de Sabrina estaban rasguñados, tanto que salía un poco de sangre de estos, seguro había estado tan ansiosa que se había arañado hasta llegar a ese punto, eso lo hizo pensar en las cortadas que se hacía en las manos, parecía ser su forma de escapar.
— Cuando t-te fuiste por la m-mañana pensé que todo estaba bien p-pero cuando regresaste y s-seguías igual me sentí tan ridícula.
— Debí hablar, no puedo quejarme de que tú no hablas si yo tampoco lo hago, las dos nos equivocamos.
— D-debí hablarte, tienes razón.
— Sabrina, tranquila, quiero que respires, solo enfócate en mi voz ahora. —Repitió esperando esta vez ser escuchada. — Mañana no preocuparemos por esto pero hoy podemos descansar.
Juntó las manos de la alfa para evitar que se siguiera lastimando y la dirigió hasta la habitación.
— No quiero dormir, no me gusta dormir.
— ¿A caso te da miedo? — Para la alfa responder eso sería humillante, una vez más demostrando que no era suficiente para Miranda, no podía ser suficiente una adulta que tenía pesadillas que la hacían llorar. — No pasa nada, te prometo que no me separaré de ti en toda la noche.
— Pero ya duermo contigo.
— Entonces me quedaré despierta para que te sientas segura.
<<>><<>><<>><<>><<>><<>>
— Iremos con un psicólogo que conocí en la facultad.
— Pero no lo necesito. — Aseguró Sabrina.
— Iremos de cualquier manera.
— No quiero que gastes más dinero en mí.
— ¿Eso es lo que te preocupa?
— Es que yo debería estar trabajando, tú lo dijiste, cuando saliera de la universidad conseguiría un trabajo y te pagaría.
Miranda enterneció con las palabras tan dulces de Sabrina quien se esforzaba por ser mejor y lo entendía así que no la contradiría en ese momento.
— Pero aún no buscas empleo así que no pasa nada.
— ¡Es que si lo hice! Maldición, he ido a muchas entrevistas.
— Pero no me habías dicho nada sobre eso.
— No quería hacerlo hasta asegurar que tenía el trabajo pero... Mir, no encuentro nada, siento que estoy sola, no tengo amigos y ni siquiera puedo contar con mi familia.
La omega en ese momento adoraba a Sabrina como nunca, la veía tan frágil que solo quería protegerla, tenerla cerca y asegurarse de que estuviera bien.
No sabía muy bien porque Sabrina estaba tan obsesionada con pagarle las cosas, probablemente tenía que ver con sus padres pero no quería preguntar porque seguro no le diría o quizá la haría sentir mal.
— No estás sola tienes a tu hermano además, no deberías preocuparte por los amigos, yo solo tengo una que además también es tu amiga y no necesito a nadie más.
— No, no, no ¿Y qué pasa si alguien intenta hacerte algo? Soy débil, no pude ni siquiera defenderme de mi madre. —Y ahí estaba, si tenía que ver con sus padres.
— ¿Qué no pudiste? Sabrina tu resolviste todo.
— Eso es mentir, todo se sale de mis manos.
Las ideas de Sabrina parecían sobrepasar su capacidad de habla, por eso no podía siquiera formular las frases que quería, por eso todo lo que no decía lo expresaba con un insistente temblor en ambas de sus piernas.
— Oye, no quiero que pienses en todos los problemas, sea lo que sea podremos resolverlo juntas, pero lo haremos uno a la vez o nos volveremos locas. — Acomodó los mechones de cabello alocados de la alfa detrás de sus orejas. —Por ahora repito, vayamos al psicólogo, eso nos ayudará.
— ¿En verdad me ayudará? Mi madre siempre me dijo que eran para locos, yo no estoy loca ¿Verdad?
— No confías en tu mamá para nada pero ¿En este momento piensa en lo que ella decía? Ella no importa en nuestras vidas, nada de lo que dijo importa.
Sabrina estaba reacia a aceptar cualquier ayuda, si no podía confiar ni en ella misma como podría creer que alguien podría ayudarla.
<<>><<>><<>><<>><<>><<>>
— Te lo dije cuando desayunamos juntas pero no querías escucharme.
— Ya lo dijiste más de una vez Cassandra, ya lo entendí.
— Déjame este momento para decir te lo dije.
— ¿Te seguirás burlando o me escucharás? Al final Sabrina aceptó la ayuda pero sigo pensando que me comporté como una idiota.
— Por eso debiste hablar con ella y no solo enojarte pero ya pasó, y ya lo estás resolviendo así que deja de preocuparte, además ella también se equivocó.
A Miranda no le molestaba la pelea, se molestaba consigo misma por tener esa clase de actitudes con su alfa, juraba que no quería ser agresiva, no más pero ni siquiera se había detenido a pensar.
— Espero que le sirva todo esto, yo sé lo que puede ser un ataque de ansiedad, no me imagino que es tenerlos todas las noches.
— ¿Y la estás esperando ahora?
— Si, bueno, en realidad vine a comprar algo para ella, un regalo.
— Eres tan dulce. — Bromeó. — Pero creo que no estás pensando las cosas bien, acabas de contarme que Sabrina no quiere que gastes dinero en ella, si le das un regalo solo la harás sentir más culpable.
— Tranquila, también había pensado en eso, como sea, tengo que dejarte que pronto tendré que recogerla.
Miranda no era la mejor consolando gente pero en verdad esperaba que su regalo fuera de utilidad. Sabía que La alfa no descansaría hasta haber "saldado su deuda" así que su idea era simple, una alcancía, si la alfa podía tener una forma de visualizar su ayuda quizá dejaría de pensar que solo era un extra.
ESTÁS LEYENDO
Déjame amarte (Omegaverse GL)
Romance¿Qué pasa cuando no puedes cumplir con las expectativas de nadie? Sentirse así de destruido todo el tiempo no estaba bien y Sabrina lo sabía pero nadie la dejaba alejarse de la gran masa de desesperación. nadie hasta que aquella luz llegó de golpe a...