SINNERS (Arvin Russell y tú) [TERMINADA] ✓

𝗟𝗮 𝗳𝗮𝗺𝗶𝗹𝗶𝗮 𝗝𝗲𝗻𝗻𝗲𝗿

┌→❝ 𝖤𝗇 𝗅𝖺 𝗀𝗎𝖾𝗋𝗋𝖺 𝗌𝖾 𝗉𝗂𝖾𝗋𝖽𝖾
𝗆𝖺́𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝗈́𝗅𝗈 𝗌𝗈𝗅𝖽𝖺𝖽𝗈𝗌. ❞」

En la oscuridad de la sala, se podía ver a un bulto sobre la pequeña y desgastada mesa de café y que acercándose más a él se podía ver una cabellera castaña y un rostro rojo por el estado etílico de ese hombre que ahora yacía inconsciente sobre la mesa.

Ese hombre respondía por el nombre de Dorian Jenner, un tipo apuesto en sus buenos años y sin ningún atributo sobresaliente en cuanto a facciones. Nariz respingada, ojos marrones y cabello castaño, alto y un carácter de los mil demonios. Aún nadie podía creer que un hombre con una forma tan explosiva de ser hubiera logrado casarse.

Entre los recuerdos más profundos de Dorian, llegaban como relámpago las veces en que su padre alcoholizado los golpeaba a su madre, a él y a sus hermanos sin importar qué tan bien se hubieran portado durante el día, la frustración de la vida que su padre cargaba era desquitada con el primero que viera en casa haciendo el más minúsculo movimiento que sirviera de pretexto para reventar a gritos en su contra.

Aquél hombre de veintitrés años no había tenido muchos buenos recuerdos de su familia, mas que la vez en que su padre murió. Sabía que el hecho de disfrutar del funeral de su progenitor sonaba desalmado pero lo único que Dorian pensó a los doce años fue en el alivio que significaba poder respirar sin sentirse presionado por el terror de ser golpeado hasta bloquear toda sensación de dolor. Y frente a la tumba del Jenner mayor, se juró a sí mismo no golpear jamás a sus hijos y mucho menos a la esposa que lograra tener en algún momento de su vida. Pero para su corta edad esa promesa quedó sólo como una reacción por el momento emotivo que estaba viviendo.

Ahora Dorian abrazaba a una botella de Red Label con su brazo derecho y alrededor de él habían al menos otras seis botellas vacías con el cenicero hecho trizas en el suelo y las colillas de los cigarrillos consumidos botados por todo el suelo de madera que comenzaba a podrirse. Más al fondo de esa habitación, se oían los llantos silenciados de una mujer.

En el banco desgastado de la cocina, aquella dama de no más de dieciséis años lloraba amargamente procurando que no se escucharan sus sollozos en la sala. Era una mujer delgada, con el cabello castaño y unos ojos color verde, la piel lechosa y con un carácter sumiso ante todos. Respondía por el nombre de Malorie Jenner, anteriormente Malorie White.

Desde la primera vez que Dorian la cortejó en medio de su camino del pueblo hacia su casa, ella había quedado encantada con él, poco le importó la mala fama que ese hombre tenía en el pueblo. Cuando él le propuso demostrarle cuánto lo amaba ella accedió sin importarle nada pensando que el sapo de pantano en algún momento se convertiría en su príncipe azul.

No tardaron en casarse más de tres meses desde esa fecha. Pero su cuento de hadas no había tenido un “vivieron felices por siempre”, más bien, fue el inicio del calvario.