03. Ivy Sundew

780 114 93
                                    

Marcy no había aceptado la solicitud de Anne en redes sociales, por lo menos no al inicio.

Ya que, a pesar de que Anne no quería parecer una pesada, Sasha le envió varias solicitudes hasta que Marcy finalmente la aceptó.

Un método que no recomendaba al 100%, pero que aún así, pareció efectivo.

Anne cruzó la puerta de la cafetería y recorrió las mesas con la mirada, hasta que finalmente, encontró a su mejor amiga con la vista fija en su teléfono y sin prestar atención a su alrededor.

Caminó hasta donde ella estaba y se sentó haciendo ruido a proposito para llamar la atención de Sasha.

-Oh, ahí estás — la saludó fingiendo decepción — ¿Como está tu pequeño corazón enamorado?

Anne rodó los ojos. No podía estar enamorada de alguien con quien había intercambiado no más de ocho palabras en un corto tiempo, por lo menos, no aún.

Después de todo, estaban destinadas a estar juntas y vivir todo ese romance que Anne acostumbraba a ver en series y películas.

-¿Como estuvo la fiesta de Jessica? — Anne desvió el tema.

Sasha se compadeció de su mejor amiga e ignoró el cambio tan abrupto de tema, Anne agradeció internamente a Sasha por esto. La rubia se recargó aún más en su asiento y suspiró.

-Hubo mucho besos de tres, según lo que escuché, ya sabes, saliva, bocas unidas todo eso — Sasha rió al ver que Anne ponía una mueca — los besos de tres no son tan malos, pero abusaron de estos, eso ya es pasarse.

A diferencia de Sasha, Anne no tenía muchísimas experiencias de ese tipo, la última vez que había besado a alguien fue en su último año de colegio y porque la obligaron a hacerlo ya que le había tocado en el juego de la botella.

Sasha, por su parte, te podía contar sobre cualquier tipo de besos, con hombres, con mujeres, de tres y hasta de cuatro.

-Dios, hablas de eso con tanta casualidad.

-Eso es porque los besos de tres son casuales, Boonchuy — Sasha se inclinó un poco en la mesa para pegarle en la frente a Anne con sus dedos — en las fiestas te encontrarás con aunque sea uno, te lo aseguro.

-¿Por qué estamos hablando de besos de tres?

-¿Ya te contestó tu hermosa Julieta? — Sasha cambió el tema — ¿O tu prefieras ser la Julieta y que ella sea el Romeo?

-Aún no lo hace, pero eso se debe a que yo no le he escrito — Anne se dejó caer en su asiento y esperó el severo regaño que seguramente Sasha le daría.

El mesero llegó a la mesa con la bebida de Anne evitando que Sasha le dijera algo a la castaña.

« Salvada por la campana » pensó.

Cuando terminaron, cada una pagó lo que comió y salieron de la cafetería. El otoño era la estación que menos le gustaba a Anne, odiaba ver a los árboles quedarse sin hojas luego de un tiempo.

Anne y Sasha caminaron juntas sintiendo la suave brisa del día contra ellas. El abrigo de Anne era bastante grueso, pero aún así, se estaba congelando de pies a cabeza y eso no le gustaba, por ese tipo de cosas era team verano.

-¿Cuándo le piensas escribir?

Anne dió un saltito sobresaltada cuando escuchó la voz de Sasha salir de sus labios tan repentinamente.

Sus manos se hundieron en los bolsillos de su abrigo.

-No lo sé. Ella no es cualquier chica, Sasha, yo... De verdad no quiero arruinar esto — Anne suspiró.

La rubia se quedó en silencio, Anne pensó que no volvería a hablar pero para su sorpresa, Sasha abrió la boca dispuesta a decir algo.

-¿Piensas buscarla?

-La chica que estaba con ella en la cafetería, creo que es amiga de Ivy, podría ir con ella y pedirle ayuda.

-¿Algo así como una cadena?

-Exacto, si logro convencer a la chica de que me ayude con Marcy...

-Me parece bien, solo, Anne...

-¿Mhm?

-No te ilusiones tan rápido, ¿Si?

Anne asintió, confusa.

Sasha no pareció muy convencida, pero no seguiría insistiendo.

***

La campanilla de la tienda sonó llamando al atención de Ivy Sundew, una amiga cercana de Anne.

Ivy solía trabajar los lunes, miércoles, viernes y domingos en una tienda con karaoke en el barrio chino, Anne se sorprendía de cómo trabajaba y al mismo tiempo seguía con sus estudios.

Su cabello pelirrojo le estorbaba así que solía amarrarselo en una coleta alta en el trabajo o lo ocultaba bajo un gran gorro de lana cuando estaba con Anne y el resto de sus amigos.

-Anne, que sorpresa — la saludó.

La castaña se sentó en una silla libre de la barra, tomó la carta y empezó a leerla.

-¿Estás por terminar? — preguntó.

Ivy observó el reloj que colgaba en la parte de arriba de la entrada, era de manillas, así que se tardó un par de segundos extras en responder, Ivy siempre había tenido una pequeña dificultad para leer ese tipo de relojes.

-Salgo en cinco, ¿Quieres tomar algo mientras esperas?

-Lo que me ofrezcas está bien.

Anne hizo resonar sus manos en la barra mientras esperaba a que Ivy le sirviera una bebida.

El lugar no estaba demasiado lleno, había una que otra pareja de adolescentes en las mesas alejadas y un par de viejitos en el karaoke, Anne era la única en la barra.

Anne estaba terminando su bebida cuando Ivy volvió a aparecer, ya no llevaba el uniforme del restaurante, ahora llevaba su ropa casual que consistía en un pantalón azul, una camisa de mangas hasta los codos y un suéter gris.

Ivy y Anne salieron del restaurante juntas.

-¿Día malo?

-Estamos iniciando otoño, la gente no disfruta de salir en los días fríos — Ivy se encogió de hombros — además, llegaste en la hora del almuerzo, normalmente se llena en la cena.

Salieron del barrio chino y se dirigieron a la parada de autobuses, Ivy no podía salir con Anne a un restaurante o cafetería en ese mismo instante, tenía que llegar a casa justo a la hora en la que le avisó a su madre o la mataría.

La madre de Ivy, Felicia, era bastante estricta con ella, su único sueño era que Ivy siguiera el negocio familiar y para asegurarse de que eso pasara solía ser bastante controladora.

Algo que finalmente no le servía de nada porque Ivy ya tenía hasta novio.

Cuando llegaron a la casa de Ivy, Felicia saludó a Anne alegremente, era una de las pocas amigas de Ivy que aceptaba en su casa.

Anne se dejó caer en la cama de su amiga mientras esta tiraba su sudadera al mueble que se encontraba al otro lado de su habitación para luego acostarse junto a Anne.

-¿Por qué me has ido a buscar? — Ivy preguntó luego de soltar un bostezo.

-¿Qué no puedo ser una buena amiga?

Ivy rió y negó con la cabeza.

-Si fuera algo casual, no me habrías acompañado hasta casa, sé que odias los sermones de mamá.

La mirada de Anne estaba clavada en el techo. Se sentía un poco culpable ya que tenía una pequeña sensación de que estaba utilizando a Ivy para su propio beneficio, una parte de ella le gritaba que dejara esto y buscara otra forma de acercarse a Maddie o de una vez a Marcy.

Pero la otra...

-Necesito que me hagas un favor.

-Dime.

-Presentame con tu amiga, Maddie.

***

El hilo rojo - ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora