TREINTA Y TRES

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Léa Malfoy

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Bajé las escaleras de la sala común con sigilo, de manera ágil y sin hacer ruido. Cuando fui a atravesar la salida alguien me agarró.

—¿Dónde vas?— reconocí la voz de Neit a centímetros de mi.

Me tomaba por las muñecas, me solté y enfoqué mis ojos para verlo bien en aquella oscuridad.

—Quítate— fue lo único que dije pero cuando quise volver a caminar me agarró más fuerte de las muñecas.

—Son las una de la madrugada, Léa– su voz era tan profunda que sentí que un escalofrío me recorrió la espalda— Dime donde planeabas ir.

—¿Pero que te pasa?— molesta lo empujé, pude ver esa sonrisa ladina.

Tenía el pelo negro alborotado, los ojos verdes me miraban con intensidad.

—Vete a la cama.

—Que te den— literalmente corrí pero el muy cabrón me agarró por la cintura de manera firme, arrastrándome hacia dentro.

Quise gritar pero me puso la mano en la boca y aunque me moví entre sus brazos como una loca, no me soltó.

—¡Te juro que te– me volvió a tapar la boca y me indicó que bajara el tono.

—No respetas una mierda las reglas, Léa— murmuró cerca de mi.

Cuando quise darme cuenta yo estaba apoyada en la pared, intentando librarme de alguna forma de su cercanía, él tenía sus manos a ambos lados de mi cuerpo y su mueca era sería a la vez que...

—¿Se puede saber que jodido problema tienes?

—El problema es que no puedes salir a estas horas y si lo haces no es para nada bueno.

—Claro idiota, voy a drogarme al bosque prohibido, ¿Es que te da envidia?– bufé —Si quieres te invito.

En realidad creo que eso sonaba mejor que decir que iba a meterme en la cama de nuestra profesora de Historia de la magia.

El silencio fue denso por unos segundos.

Sentí un ligero pinchazo en mi cabeza, uno de esos que solía sentir a menudo últimamente.

Lo entendí en ese momento.

—¿Eres tú el que siempre intenta meterse en mi cabeza, Preston?.

Démosle las gracias al basalisco, a Merlín e incluso a la espada de Gryffindor que desde pequeños papá nos enseñara legemerancia a Scorpius y a mi.

Papá siempre decía que nuestra mente debía ser solo nuestra y que nadie tenía el derecho de irrumpir sin nuestro permiso en nuestra intimidad.

Neit alzó divertido una ceja.

ᴍᴇʟɪꜰʟᴜᴏ~ ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora