Capítulo 19: Me peleó, con mi primo.

515 45 0
                                    

Las Crónicas del Campamento Mestizo, fue escrito por Rick Riordan.


Hera leería el siguiente capítulo. —Me peleó, con mi primo.


Cuando llegamos a la orilla, nos lo encontramos allí mismo...


— ¿Tú abuelo, estaba allí, cariño? —preguntó Hera, palideciendo e interrumpiéndose a sí misma. Antes de que Penélope pudiera hablar, la mujer dejó de lado el libro y corrió a abrazarla sobreprotectoramente, Poseidón hizo lo mismo.


Viendo que su madre, no continuaría la lectura, Apolo agarró el libro.


Igual, que en el restaurante. Cabello corto estilo militar, gafas de sol, una chaqueta de cuero, un chaleco antibalas, una camisa roja, un pantalón negro y unas botas militares. —Oh, veo que siguen vivos. Eso es una auténtica sorpresa.


—Ares —gruñeron todos.


Lo señalé acusadoramente. Estaba bastante enfadada, y el mar respondía, a mi llamado. —Fuiste tú, quien robó el Rayo Maestro y el Casco de la Invisibilidad.

Ares me enseñó una sonrisa. —No exactamente, princesa. Yo no lo robé personalmente. —no pude verlo, pero Clarisse colocó su reproductor musical, a grabar. —Cuando encontré al ladrón... Me di cuenta, de que una guerra de este calibre, entre el primogénito, segundogenito y el hijo menor (pero no por ello, menos poderoso) de nuestro abuelo, traería consigo una guerra de las grandes y maravillosas. Entonces, dejé que el ladrón se los llevara, luego transfiguré la funda del Rayo Maestro, en una bolsa. —Sonrió. —Una bolsa, que llevaste al inframundo, momento en el cual, regresó a dónde pertenecía, y que tendría que haberte enviado al Tártaro.


Atenea se golpeó en la frente. Prácticamente, Ares acababa de confesar, que su abuelo, lo contactó, igual que al ladrón y él, estaba detrás de todo esto.


— (...) Como sea, muñequita: no puedo permitir, que devuelvas el Rayo. Ni el casco —Y colocó, un sencillo pasamontañas, en el manubrio de su moto. —Los Dioses, no pueden tocar los símbolos de poder de otros dioses. Pero... —Una sonrisa, apareció en su rostro. —sí los semidioses.

—Tú... —y Clarisse se quedó callada, sin saber qué pensar. La escuché caminar por la arena y pararse detrás de mí. —Siempre... Has valorado más a tus hijos... —la sentí colocarme una mano en el hombro, la sentí temblar, mientras lloraba, incrédula, de que alguno de sus hermanos, hubiera robado dos símbolos. — ¿Fue Sherman? No... No pienses... Qué... Me gustaría, ser una ladrona, ni provocar una guerra entre mi familia —sentía algunas de sus lágrimas, caer en mi hombro. —Pero siempre... Has confiado más en ellos. En cualquiera de tus hijos masculinos. ¿No fue Malcolm, verdad? —por su tono de voz, supe que ella le tenía un gran cariño a Malcolm.


Todos miraron a Ares, entre deseos de desmembrarlo, como a Cronos, y curiosidad por a quien utilizó.

El dios de la guerra, intentó hacerse más pequeño, en su trono.


Ares seguía sonriendo. Apreté la empuñadura del Tridente. El muy bastardo, se alegraba de ver a su hija llorando.

Se alegraba de que mi novia llorara.

De acuerdo, esto se estaba volviendo personal: Mi padre había sido inculpado, nadie confiaba en el tío Hades, ni le brindan ayuda. Mi primo robó ambos objetos e intentó matarme, cuando llegué al Inframundo. Y ahora, hacía llorar a mi novia.

Leyendo: La Última Hija del Mar (Fem-Percy Jackson x Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora