Capítulo 32

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Stephen's Pov

Ojalá el tiempo pudiera hacer que momentos como esos duraran toda la eternidad. Hubiera dado hasta lo que no tenía para que hubiese sido así. 

«Esto no está bien» —habló la voz de mi conciencia.

«Solo un poco más» —replicó suavemente la voz que viene de lo más profundo de mi corazón. Sí, aunque no lo parezca, también tengo de eso. 

Nos mantuvimos abrazados por unos cortos instantes más hasta que el inoportuno de Tom carraspeó, llamando nuestra atención. Rompimos el abrazo pero Avril quedó pendiente de la herida de mi antebrazo, luciendo una mueca de preocupación.

—Estoy bien —al oírlo me miró, para comprobar que no lo decía por decir. Al ver que mis ojos decían de todo menos mentiras, asintió y devolvió su atención hacia nuestros compañeros. Aunque aún no se alejaba de mi lado, para mi sorpresa y agrado.  

—Gracias por venir en nuestra ayuda, Tom —le agradecí. 

—No hay que darlas, estamos para ayudar —miró la calle hecha añicos a nuestro alrededor—. Las cosas se nos están yendo de las manos.

—Al menos hemos evitado un mal mayor —habló Wong intentando sonar positivo.

—El mal mayor sigue acechando desde las sombras, amigo. Hasta que no lo detengamos, esto puede ir a peor —replicó.

—Creo que este no es lugar para discutir sobre esto —Avril sonó muy seria cuando dijo aquello. Se me hacía raro oírla hablar así.

—Tienes razón, vamos al santuario —me moví de mi posición y empecé a emprender camino hacia el edificio. Al llegar me senté derrotado en la butaca, soltando un suspiro. Avril y Wong se sentaron en el sofá de al lado mientras que Tom se situó en frente de nosotros.

—¿Aún no sabemos dónde se esconde Mordo?

—Ni idea. Esté donde esté, eligió muy bien su escondite.

—Reclutamos a los mejores magos para la búsqueda, pero no hemos encontrado nada aún —mientras Wong le explicaba los nulos avances que habíamos hecho con la investigación, sentí un ligero dolor en la herida. Mi compañera pareció darse cuenta y en voz baja conjuró un par de vendas y medicina para aliviar el dolor. Me ayudó a curarme la herida como pudo, guiada por mis consejos, y se lo agradecí en silencio. 

En ese momento dejé de oír a los dos hechiceros que discutían en la sala. Solo había una persona a la que quería escuchar. Pero ella no parecía querer decir nada. Entendí que seguía molesta, pero en sus ojos percibí preocupación. Abrí la boca para preguntarle, pero enseguida se alejó y apartó la mirada, huidiza. 

—Debemos hacer algo. Estamos yendo muy lentos con este asunto —la voz irritante de Tom me sacó de mis pensamientos.

—¿Y qué propones, genio? —estaba empezando a hartarme su tono. Hacía sonar como si no hubiéramos hecho nada para solucionarlo. 

—Que cortemos el problema desde la raíz —sus ojos se dirigieron a mi izquierda, posándose en la mujer a mi lado. No me gustaba por donde estaba yendo esa conversación. 

—Perdona, pero no te estoy entendiendo. ¿Podrías explicarte mejor? —pregunté intentando contener mi molestia. 

—Sugiero que alejemos a Avril de aquí por un tiempo. El peligro que causa su presencia es demasiado arriesgado para los civiles. 

—¿Qué? —los tres preguntamos, incrédulos.

—Mirad, Mordo la quiere a ella, ¿verdad? Los desastres ocurren siempre en un punto cercano en el que se encuentra. Pues lo más lógico sería ocultarla en un lugar seguro lejos de aquí, donde nadie pueda hacerle daño ni salir herido. 

Me levanté de mi asiento de golpe, obviando el tirón que me dio en la herida.

—¿Estás insinuando que lo que está pasando es por su culpa?

—Strange, siéntate. Vamos a calmarnos un poco.

—Yo no me calmo, Wong. Nadie viene a mi casa a dar órdenes —hablé sin despegar la vista del castaño, quien no pareció perturbarse en lo más mínimo.

—Piénsalo, es lo mejor para todos —se dirigió a Avril, la cual parecía estar perdida en sus pensamientos—. No tengo ningún problema contigo, Avril. Me caes bien. Pero estarás de acuerdo conmigo en que a veces hay que tomar decisiones difíciles. 

—¿A caso le has preguntado si ella quiere? Porqué le estás pidiendo que deje su vida por un problema que aún podemos solucionar, estúpido —alzó una ceja y se levantó también, ofendido por mis palabras.

—Ya basta, es suficiente —la mano de Avril tiró de mí hacia atrás.

—Creo que lo mejor será que te vayas, Tom.

—¿Me estás echando, Wong? No tienes el rango para darme órdenes —alzó la cabeza con altivez hacia el asiático.

—Sí puede porqué esta es su casa y estás molestando en ella. Así que, vete antes de que te tenga que echar —me miró con rabia contenida pero no dijo nada, sabiendo que tenía la batalla perdida, y se marchó.

—Es un idiota —di vueltas en la sala, como un animal enjaulado y furioso. 

—Cálmate, Stephen.

Miré a Avril y no me gustó lo que pude intuir por su semblante. 

—No lo estarás considerando, ¿verdad? —se mantuvo callada, pero eso era más que una respuesta para mí. Caminé hacia ella—. Avril, lo que está pasando no es culpa tuya.

—Si lo piensas bien, sí que lo es —habló en voz baja.

—¿Desde cuándo es culpa de alguien que a un pirado se le haya ido la pinza y quiera destruirlo todo? 

—En eso Strange tiene razón, Avi —corroboró Wong—. En todo caso, es nuestra. Nosotros te metimos en este lío —le agradecí su ayuda con un asentimiento. Él tampoco quería perder a su amiga. 

—Pero no se trata de eso. El problema es que Mordo tiene fijación con mi energía, porqué la quiere destruir. Si sigue atacando la ciudad, el desastre que llegará a causar puede ser mayor —noté angustia en su voz—. Mis amigos viven aquí, al igual que mucha gente inocente. Vosotros también estáis aquí. Incluso uno de vosotros ha salido herido por mi culpa hoy —posó su mirada en mi antebrazo por un momento—. No quiero que os pase nada solo porqué yo decidí ser egoísta.

—Avril, por favor —le tomé ambas manos entre las mías, temblorosas por naturaleza y a causa del nerviosismo—. Podemos protegerte.

«Yo puedo protegerte» —pensé con agonía.

—Sé que podéis y no lo dudo. Pero una vez me dijiste una cosa; en este trabajo no se nos permite ser así de egoístas, ¿recuerdas? —cerré los ojos por un momento, entendiendo lo que quería decir. 

Sonrió con tristeza. Y yo me sentí morir al comprender que ya tenía la decisión tomada. 





𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora