Y Todos Me Miran

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Natividad Anastasia Flores siempre supo que era diferente. Al principio creía que simplemente no le gustaban las cosas de niñas, pero luego se daba cuenta que en realidad le encantaban. Eso siempre le trajo confusión a lo largo de su vida, sobre todo porque siempre se había propuesto ser lo que su mamá esperaba de ella, para que fuera igual al resto de las mujeres en su familia.

"Anastasia, párate derecha". "Anastasia, así no se comporta una señorita". "Anastasia, ante todo eres una damita". "Anastasia, debes ser delicada". "Anastasia, deja eso que es de niños".

Anastasia, Anastasia, Anastasia.

Cumpliendo los 10 años, comenzó a detestar su segundo nombre, era por el cuál todo el mundo se refería a ella y le hacía sentir… mal.

Ella sabía que era diferente al resto de las niñas en su salón. Quería ser llamada como niño, quería ser un niño. Siempre se juntó con un par de niños que le hacían feliz, Jolyne Joestar y Domenico Pucci. Sobre todo con Domenico, era su mejor amigo.

Juntos desde su primer año de primaria hasta ahora que iban a salir de la misma. Coincidiendo con la venida de su primer período y todos los cambios que estaba enfrentando, propios de la pubertad, vino el rechazo hacia su propio cuerpo. Estaba convirtiéndose en una mujer, ella no lo quería.

Cuando habló con su madre de ello, le hizo el comentario de que todas las mujeres pasaban por eso y que tarde o temprano lo superaría, pero eso nunca ocurrió. Cada día que pasaba se sentía más y más acomplejada, no se sentía ella misma.

Su madre siempre la había vestido como muñequita de porcelana, elegante y delicada. Todo lo contrario a su padre, él la dejaba vestirse como quisiera e incluso le compraba ropa que para nada iba a juego con una "señorita".

En esto entraban a relucir las múltiples playeras que Mickey Mouse que amaba, que llamaban más la atención que sus blusas con estampados de Barbie o cosas "muy de niña".

Al entrar a la secundaria, las cosas fueron aún más difíciles, veía los cambios físicos en sus compañeros y compañeras. No había día que no desease tener los mismos cambios que sus compañeros varones, odiaba todo de sí misma.

— Jolyne, ¿Te puedo preguntar algo? — Estaban sentadas en las canchas mirando a su amigo Domenico jugar al basquet.

— ¿Qué pasó, Ana? — A su lado estaban su otro par de amigos, Ermes y Fugo, ellos tres eran tan inseparables como Anastasia y Domenico.

— ¿No te ha pasado que ves a un niño y en lugar de que pienses que está guapo, quisieras ser él?

Esa pregunta dejó un poco consternada a la menor. Dejó de lado su Boing de mango y la miró fijamente.

Y todos me miranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora