🤎

435 68 8
                                    

Los días lluviosos por alguna extraña razón ocasionan un sentimiento de tristeza para el pobre corazón sensible de Johnny, quién tiene puesta su sudadera favorita de color rosa mientras mira por la ventana, aburrido de no poder salir a pasear en su día de descanso.

No es que sea un clima específicamente feo, más bien, lo que lo vuelve un poco desagradable para el son los recuerdos que se desencadenan a partir de ello.

Observa el reflejo de sus ojos en la ventana y le pesa el corazón. ¿Cómo es posible que una persona sea tan cruel como para hacerte odiar algo que no podía ser considerado feo? Claramente su ex pareja tenía algo malo en la mente, era consiente de que nunca fue su culpa y que, de hecho, sus ojos eran bastante bonitos.

Pero el sentimiento seguía estancado en su corazón.

—No te voy a dar café porque ya tomaste mucho hoy y considero que te harás un adicto —dijo su novio mientras caminaba hacia el con una taza de Harry Potter y un suéter que obviamente pertenecía al chico de ojos castaños. —Así que te hice chocolate.

—Doyoung —se quejó Johnny, cerrando los ojos. De verdad quería otra taza de café. —No me hagas esto, yo te amo.

—Y yo también, estoy evitando que mueras de un paro cardíaco a los cincuenta —el pelinegro tomó asiento a un lado de su novio y se acurrucó en sus brazos cuando este se lo permitió. —¿Por qué tan pensativo?

—No es nada importante.

—Bueno, si no fuese así, no estarías de esta manera, viendo fijamente tu bonito reflejo —Doyoung sonrió. —Te queda mucho esa palabra, ¿No? Eres tan bonito... Bonito, bonito.

—¿Qué te picó? Deja de decir esas cosas —murmuró John, dándole un pequeño empujón a su pareja, en un vago intento de disipar su vergüenza.

—¿No puedo recordarle lo bonito que es a mi precioso novio caído del cielo? —preguntó Doyoung con falsa inocencia. —Eres lo más bonito que mis ojos han presenciado, más bonito que el mismísimo cielo.

—Mentiroso.

Doyoung, con una sonrisa comprensiva en su rostro, tomó la mano de su novio para dejar un beso sobre ella, acariciando con cariño sobre el anillo de promesa que llevaba.

Se casarían algún día, cuando tuviesen sus trabajos completamente estables y sus títulos universitarios, por lo mientras llevaban el anillo como prueba de que en verdad deseaban cumplir con aquel propósito.

—Te hicieron tanto daño —dijo Doyoung de la nada, observando los bonitos ojos de su novio que ahora se encontraban llenos de lágrimas. —Amor de mi vida, ¿Qué tan cruel puede ser el mundo como para haberte hecho creer que algo tan precioso es feo? A veces, aunque duela, es mejor tomar distancia de las personas que nos hacen daño, no importa si estas son amigos de toda la vida o incluso tú propia familia... Te he visto tantas veces llorar por los comentarios de tu madre, ¿Y qué si tus ojitos son de un tono diferente al castaño común? ¿Qué importa si subiste de peso durante las vacaciones de verano? ¿Acaso importa tanto como te ven los demás? Claro que no, solo importa el como te ves tu mismo frente al espejo, si tú te sientes bonito, entonces nadie te debe hacer creer lo contrario.

—Parece tan fácil para todos —sollozó. —¿Cómo puedes comprender mi dolor, Doyoung? Nunca fuiste inseguro, eres el chico con más seguridad que he visto en mi existencia.

—No —el pelinegro pellizcó con cariño la mejilla de su novio para después dejar un beso sobre la punta de su nariz. —Yo también fuí así, también me ocultaba detrás de una sudadera, afortunadamente me conociste en mi mejor momento y no cuando estaba hundido, de otra manera no habría funcionado, dos personas rotas no pueden tener una relación, sería un desastre.

—Pero no me gusta que creas que es tu deber hacerme sanar —Johnny ocultó su rostro en el cuello de su pareja mientras que este lo dejaba llorar tranquilamente. —No eres mi psicólogo.

—Tienes mucha razón, no lo soy, lindo —sonrió. —Pero soy tu novio y aunque quieras evitarlo, me tendrás aquí, preocupado por tu estado de salud mental porque ¿Adivina qué? Me importas tanto como para quedarme de brazos cruzados. No, no es mi obligación hacerte sanar porque eso lo harás tu mismo, por tu cuenta, sin embargo, como novio y futuro esposo considero que lo correcto es acompañarte y tratar de hacer lo mejor para sacarte de este pozo.

Muchas veces pasaban sus tardes de esa manera.

Johnny llegaba de su trabajo de medio tiempo con los ánimos bajos por los comentarios de sus compañeros que creían bromear con el sin consecuencia alguna, otras veces estaba en casa cuando una llamada de su madre interrumpía su momento de paz solo para hacerlo sentir como una mierda.

Y siempre era lo mismo.

Corría a los brazos de Doyoung, vuelto un mar de lágrimas, solo para ser recibido por sus palabras reconfortantes y sus caricias que curaban su pobre corazón herido.

Podían quedarse durante horas acostados en su cama, Doyoung acariciando sus cabellos y cantando en voz baja mientras que Johnny sollozaba como un niño pequeño porque llegaba a odiarse demasiado por culpa de otras personas.

Era extraño, su pareja le hacía sentir tan amado pero el mundo exterior le hacía tanto daño.

Su psicóloga le había recomendado rodearse de personas como Doyoung, alguien que fuese capaz de comprender que sus sentimientos no debían de ser invalidados y que se asegurara de decirle cosas lindas para que poco a poco su herida fuese sanando.

Por dios, su pareja era capaz de cuidar a su niño interno que fue dañado por comentarios de mal gusto.

No era dependencia emocional, estaba seguro de ello, no necesitaba de su novio para sentirse bien consigo mismo.

Pero necesitaba ese apoyo cada vez que recaía.

—Gracias —dijo una vez que estuvo lo suficientemente calmado como para poder retirarse un poco.

—Nada, es lo mínimo que puedo hacer por la persona que me hace feliz —Doyoung dejó un pequeño beso sobre los labios de su novio y señaló la taza de chocolate que había quedado olvidada en la mesita. —Prueba, anda, prometo que no sabe tan amargo, he aprendido.

Cierto, que Doyoung era un asco para la cocina.

Johnny se rió.

¿Qué hizo para merecer a Doyoung?

Brown eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora