Aquellos incómodos tacones tenían mis pies torturados en una posición casi vertical, pero esto no me detendría de celebrar la última semana de vacaciones. Esta vez la despedida del verano no se realizaría en una playa ni en una discoteca (como era de costumbre), sino en la plaza pública, esa donde iban los cantantes famosos a dar conciertos y agrupaciones artísticas a brindar espectáculos. Sólo que está vez no iría ninguno de ellos, los jóvenes que el próximo lunes comenzarían un nuevo curso escolar serían los espectadores, los músicos y los artistas.
Después de pasarme dos meses disfrutando con mi familia y amigos más cercanos, que llegara este día significaba mucho, pues no sólo era cuando único podía salir sin tener en cuenta la hora de regreso, sino que también era el día en el que veía a mis antiguos compañeros de clases, podía así conocer que habían hecho en este tiempo, que estudiaban o donde estaban viviendo. Para todos los jóvenes este era un día único, nadie podría faltar.
De la plaza pública se disfrutaba la hermosa vista del mar que se tendía al otro lado de aquel muro blanco que era el asiento de toda una multitud. Yo formaba parte del grupo de personas que permanecían paradas, fue esto consecuencia de llegar tarde un día como este. Mis acompañantes en esta tarde eran Abel y Anthony. Abel es mi primo, desgraciadamente nuestra relación no es la mejor debido a situaciones familiares y si salía en su compañía era porque mi madre así lo condicionaba. Anthony no era más que un amigo suyo, ese chico que, sin saberlo, lograba que me divirtiese con tan sólo su presencia.
La noche transcurría muy agitada, por nuestras manos pasaban vasos con todo tipo de bebidas alcohólicas. No puedo negar que a veces me daba miedo beber en vasos de otros, pues podrían contener drogas o sustancias similares. Ahora me detengo a pensar y sí, efectivamente estaba madurando, había llegado al extremo de repetir literalmente los consejos de mi madre.
A media noche ya los tragos comenzaban a surtir efecto, los bailes pasaron de ser competencias para ser de aprehensión cuerpo con cuerpo, y las personas cuando conversaban lo hacían mirándose a los labios en vez de a los ojos.
En esto último yo no era la excepción, mi mirada se había empeñado en mi amigo, por más que buscaba un nuevo objetivo en la multitud inevitablemente volvía a encontrarme con su rostro, específicamente sus labios, los cuales bañados por aquella cerveza eran muy atrayentes.
Anthony parecía percatarse de ello, y mientras conversábamos sentía su mirada recorrer mi cuerpo por completo. Aquella situación causaba que mi corazón latiera cada vez más rápido. Su sonrisa pícara me ponía nerviosa, no podía creer que al fin notara mi presencia y me viera como algo más que una amiga.
Lentamente comenzó a acercarse a mí y sin darme cuenta me estaba besando. Quedé con la mente bloqueada durante unos segundos, no entendía como había llegado a esa posición, pero a pesar de esto me perdí en sus labios y disfruté cada segundo de ese corto e intenso beso. Separar nuestros labios significó para mí un castigo, fue la confirmación de que aquel momento no sería eterno por más que yo así lo deseara. Sentí temor de cómo reaccionaría y las dudas se apoderaron de mí tan solo vi que se alejaba suavemente. Para mi sorpresa sus ojos estaban llenos de deseo, volvía a devorarme con solo mirarme.
Este momento, en que sus ojos y los míos sostenían una cálida conversación, fue interrumpido por Abel, quien se encontraba en cierto estado de ebriedad.
«Joder Abel, ¿tienes que llegar justo ahora?»
- ¡Amigo! - exclamó dirigiéndose a Anthony, quien se tornó totalmente inexpresivo durante unos segundos.
- Abel, ¿dónde estabas? - le preguntó.
- Fui por más cerveza, vamos, te invito a una - le dijo a medida que agarraba su brazo y le obligaba a caminar junto a él.
Para mi sorpresa Anthony no mostró resistencia alguna, sólo caminó obediente a su lado. Yo les miraba y esperaba esa última mirada antes de que desapareciera entre la multitud, esa mirada cómplice que me transmitiera una esperanza. Pero así me quedé: esperando.
Decepcionada y pensativa anduve un rato, a cada paso me convertía en cómplice de una pareja enamorada, intentaba ignorarles y continuar mi recorrido, pero mi subconsciente me traicionaba, al parecer se había empeñado en mostrarme el amor que no había recibido nunca en diecisiete años. Anduve vagando hasta que me topé con unos antiguos compañeros de clases, quienes, sin tener idea, me brindaron abrigo en aquella fría noche.
De regreso a casa me pillé un taxi. Los veinte minutos de viaje los dediqué a pensar, tenía muchas preguntas comiéndome la cabeza y, en realidad, no quería conocer sus respuestas.
Una vez frente a mi casa, tomé calma y abrí suavemente la cerradura, pensé que mi familia estaría durmiendo. Para mi sorpresa mi madre estaba despierta, sentada frente a la televisión. En puntas de pies recorrí el pasillo hasta el inicio de la escalera, sigilosamente subí a mi recámara y una vez allí rompí con esas ganas locas de llorar.
Recostada en mi cama me encontraba cuando vinieron a mi cabeza todos esos momentos en que había deseado besar a Anthony pero no me había atrevido.
«Cobarde, ¿tenías que esperar a que fuera él quien diera el primer paso? ¿Cómo no lo hiciste antes?»
A pesar de su abandono esta noche, no sería yo la que frenaría que algo pasara entre nosotros. Tampoco quería forzar las cosas ni hacerme falsas ilusiones, pues lo sucedido, al parecer, no fue más que un impulso, un pronto, un beso y ya.
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Justo detrás de mí
Novela Juvenil....él.... ...era mi víctima... ....y.... ....la que más sufría.... ....era yo....