Nesting

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Aquella mañana Luzu despertó por el constante movimiento que había a su al rededor. Tal vez estaba acostumbrado a levantarse temprano, pero incluso para él había límites, y por el leve cansancio que aún sentía podía decir que no había alcanzado a dormir las horas acostumbradas.

Trató de ignorar lo que sucedía en el cuarto pensando en que calamardo probablemente había escapado del corral y encontrado la forma de entrar a su habitación como solía hacer, pero los movimientos se habían mantenido por demasiado tiempo y aparentaban ser más complejos de lo que un pequeño pato podría hacer.

El castaño intentó moverse de la cama para apartar las sábanas de encima y así poder comenzar su día, primero poniendo fin a lo que había perturbado su sueño y luego consiguiendo algo de desayunar, pero sus planes se vieron frustrados cuando sintió su cabello enredarse con algo, y el peso de objetos extraños sobre él le obligó a abrir los ojos.

—¿Pero qué mierda?

Pudo divisar pequeñas ramas y hojas posicionadas sobre su pecho, y con mayor cuidado llevó su mano derecha a hurgar en su cabello, encontrando en él más ramas e incluso flores que no tenía idea de dónde rayos habían salido. Luzu se encontraba perdido entre la situación fuera de lo común y la bruma de recién despertarse hasta que escuchó la voz de cierto omega acercándose a la puerta, sorpresivamente abierta, de su alcoba.

—Ya valió madre. Ya estuvo que no estaré seguro en este pinche pueblo. Ni modos carnal, te sacastes boleto directo pal destierro. Ese cabrón tiene a Vegetta de su lado y con eso ya es decir mucho. No'mbre, ya valí puritita verga.

Quackity hizo acto de presencia en el lugar, y detuvo sus lamentos cuando se dio cuenta que el dueño de la casa ya se había despertado. Soltó todos los objetos que traía entre sus manos, y con el rostro compungido, no dudó en correr hacia la cama donde el mayor aún estaba acostado.

—¡Luzuuuuuu! —Lloriqueó su nombre abrazándose al alfa, y aunque el aludido aún estaba confundido sobre lo que estaba pasando, no dudó en corresponder al abrazo sin importarle los pinchazos que provocaban las ramas que Quackity presionaba en él con su cuerpo.

—¡Quackity! ¿Qué ocurre? Nunca me habías aceptado la invitación de que podías entrar a mi casa cuando quisieses. —Comentó en un inicio de indagar lo que había sucedido. El ligero aroma a miedo que desprendía el menor comenzó a preocuparle.

—Ay, Luzu. ¡Ay, Luzu! ¡Voy a morir! ¡Me van a caer los municipales! ¡No sabía a dónde más ir! —Siguió quejándose el menor, presionando con mayor fuera sus brazos al rededor del cuello ajeno.

—Siempre puedes venir sin ningún problema, Quacks, eres el único que tiene permitido entrar a mi casa. No te estoy reclamando por eso, solo quiero saber si tienes algún problema para así poder ayudarte. —El alfa permitió que su cálido aroma fluyera de su cuerpo en un intento de tranquilizar al alterado omega, lo suficiente para que pudieran hablar—. Pero primero deja quitarme las ramitas y eso que no me molesta abrazarte pero sí me lastima un poco con todo esto en medio. —Procuró explicarse lo mejor que podía, sabiendo que cualquier comentario malentendido por el otro solo empeorarían la situación.

Quackity, influenciado por las feromonas del alfa, se tranquilizó lo suficiente para apartarse del mayor y dejar que se levantara de la cama, provocando que las ramas, hojas, flores e incluso prendas de ropa cayeran de él y del colchón. Un sentido de alerta pronto lo inundó, y tuvo que apresurarse en volver a tomar esos objetos y acomodarlos sobre la cama hasta que estuvo satisfecho con su posición.

Fue en ese momento, tras observar la desesperación del omega de acomodar todo a su conveniencia, que Luzu finalmente se dio cuenta de dónde había estado durmiendo.

Esa era su cama, sí, pero aparentemente durante la noche también se había convertido en el nido del omega.

Un ligero sonrojo apareció en el rostro del mayor al comprender aquello, pero procuró que si sentir no se viera reflejado en su aroma, sabiendo que lo que Quackity necesitaba ahora era calma, y asegurándose que podría brindársela.

Luzu se aclaró la garganta antes de volver a llamar la atención del menor.

—¿Entonces qué pasó? Te veo demasiado preocupado y eso me preocupa también.

—¡Luzu, Luzu! —Su nombre siendo llamado con necesidad por el omega en verdad causaba estragos en él—. Estoy metido en un pedote.

Quackity se encargó de explicarle con lujo de detalle el percance que había tenido con la manzana, Rubius y sus animales, asegurando que tendría una muerte segura y que debía ayudarle a huir del pueblo para poder salvar su híbrido pellejo del oso.

Por otro lado, Luzu escuchó atentamente el relato, aunque una parte de su conciencia no podía mantenerse enfocada pensando en que el omega, al sentirse en peligro, no había hecho otra cosa que decidir construir un nido en su casa, en su habitación, y literalmente sobre él, sintiéndose afortunado por significar seguridad para el menor.

Y el alfa definitivamente defendería ese honor, estando dispuesto a enfrentarse a Rubius por cualquier cosa que quisiera hacerle a Quackity, a pesar de que sospechaba que la molestia no le duraría para tanto, sobre todo cuando el omega le dijo que Vegetta se había quedado con él tras el incidente. Luzu sabía que de alguna forma Vegetta siempre solía aplacar el humor explosivo del beta híbrido, y también sucedía a la inversa.

—No te preocupes, Quacks, no creo que Rubius esté pensando realmente en matarte por lo que pasó. De todas formas te puedes quedar aquí y traer a Tenta Culos contigo, para protegerlo junto con Calamardo. Y cualquier cosa que Rubius te diga, tú respóndele que se las arregle conmigo.

Quackity suspiró pesadamente, tratando de recuperarse del golpe de adrenalina que había tenido desde la noche anterior cuando todo eso sucedió. Ahora la calma y el cansancio lo inundaron por completo, la necesidad de seguridad que había estado sintiendo finalmente fue resuelta.

—Bueno, sí. Tal vez pueda quedarme unos días solo por precaución, por si acaso, ya que dices que no me va a hacer nada realmente. Claro, si no es molestia para ti si me quedo. —Divagó rascando con nerviosismo el cabello bajo su gorro.

Luzu quiso soltar una risa por la modestia que ahora mostraba el omega, queriendo mostrar la ironía en no querer ser una molestia ahora cuando literalmente había invadido su habitación sin permiso previo. Pero claro que no haría aquel comentario, no quería avergonzar a su pequeño pato por el hermoso nido que había construido tan rápido.

En su lugar, se tomó el atrevimiento de tomar una de las mejillas del menor en una caricia, esbozando una cálida sonrisa.

—Nunca serás una molestia para mí. Puedes quedarte el tiempo que quieras. —Le aseguró con dulzura, apartando su toque luego de ello, esperando no incomodar al otro—. Por ahora creo que necesitas dormir. Has estado ocupado toda la noche y creo que ya es tiempo de que puedas descansar en el fruto de tu trabajo. Espero sea lo suficientemente cómodo, y si no es así, siéntete libre de adaptarlo a lo que necesites. —Se alejó de él en dirección a la puerta, pensando en que el omega necesitaría algo de privacidad—. Estaré por la casa haciendo arreglos y otras cosas, por lo que puedes llamarme si quieres o necesitas algo. Descansa, Quacks, ten dulces sueños. —Se despidió rápidamente, sintiéndose avergonzado por lo natural que se había sentido el trato hacia el menor, temiendo ser reprendido por ello o tal vez por despertar de lo que probablemente había sido un sueño.

Minutos después, mientras se encontraba cocinando su desayuno, el golpe de la realidad le llegó, comprendiendo que todo lo que había pasado desde su despertar no había sido un sueño.

Y sinceramente se sintió algo culpable por agradecer el incidente que habían tenido el omega y el beta, consolando a su propia conciencia en el convencimiento de que la situación no significaría un mayor peligro para el menor.

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ꔣ ℕ𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕘 ꔣ  ★ Luckity OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora