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—¡Niño plumaaaa!— Grita Madison riendo. —¿Qué? ¿Ya conseguiste nuevo novio?

—Cállate— dice John sentándose en su pupitre y dejando la mochila justo al lado. Recibe una pequeña mirada de Alexander que rápidamente John desprecia y evita. Por culpa de Hamilton se están metiendo ahora con él, eso seguro.

Cuando abre su mochila, encuentra algún que otro pequeño papel que ha metido alguno de esos idiotas que van con él. Algunos con insultos o burlas. «Sidoso»

Solo desea que termine el instituto. Lleva evitando dos semanas la clase de artes escénicas. Siempre llama a casa diciendo que no se encuentra bien. No quiere bailar con Hamilton ni mucho menos tener que actuar algo con él.

Aunque muchas veces no miente, de verdad siempre se siente mal. Está cansado y deprimido, mareado y algo débil... Y todos lo empiezan a notar.

—No te ves bien, Jackie— dice Eleanor viendo al joven tumbado en la cama.

—Mamá...— murmura mientras su madre le cubre bien y los ojos azules de la mujer le miran amablemente. —Si yo no fuese tu hijo y no tuvieses más que una razón de conocidos conmigo, ¿pensarías que soy un pluma, un sidoso o algo así?

—¿Qué? Jackie, ¿quién te dijo eso?— Dice la mujer preocupada.

—Nadie, mamá— murmura. —Ignóralo.

—Ese vocabulario no es de casa, ¿quién te dijo así?

—Solo escuché que se lo dijeron a un compañero— Asegura John y su madre suspira.

—Me da tanto miedo que vayas a la escuela. Tu padre dice que allí no podemos controlar que tipo de gente se acerca a ti— asegura la mujer. —¿Seguro no quieres estudiar aquí? Fue tu elección e insististe tanto.

—Mamá, no te preocupes— asegura John con una pequeña sonrisa. —Ya estoy mayor y me sé cuidar.

—¿Cómo está Alex? Hace tiempo no viene.

—Él está... Ocupado. Se presentó voluntario a un trabajo de la escuela que le acapara toda la tarde. Además está tomándose en serio lo del polo.

***

—Gabriel, quería decirte algo— asegura Martha mirando al joven a los ojos que la trata tan cariñosamente siempre.

Él es perfecto a su vista. Es un chico cariñoso que adora la compañía. Además le encanta hacer cualquier actividad que la joven le proponga y siempre es participativo en su vida. Él va a verla bailar cada noche que debe hacerlo y nunca se ha perdido ni una sola función.

—¿Me puedes pasar hilo?— Pregunta la joven mientras prepara sus zapatillas para la función y Gabriel se agacha a su lado para verla.

—¿Querías decirme algo?— Pregunta mientras le pasa el hilo y la abraza delicadamente por la espalda.

—Que te quiero— afirma ella sin levantar la mirada de sus zapatillas. —Y mucho. Quisiera que fuésemos algo más.

—Gracias por compartir tu opinión— dice dejándole un beso en la mejilla. —Ahora mismo estoy en una situación difícil.

—¿A qué te refieres?— Pregunta preocupada.

—Voy a regresar con Francis— afirma el chico mirando a los dulces ojos de la muchacha que sale del camerino rápidamente.

—Martha— llama John a la chica que pasa rápido y lo ignora. —¿Qué te pasa?— Pregunta sin perseguirla hasta que segundos después pasa Gabriel justo detrás de ella.

—¡Martha!— Dice Gabriel alcanzando a la joven y llevándola a un lugar más privado a hablar. —¿Qué sucede? ¿Por qué lloras? Eres una chica maravillosa. Te mereces a alguien mejor que yo, aunque tú tienes un hueco en mi corazón.

El número tres | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora