Narrado Nicolás.
Recuerdo a la perfección cada una de las cosas que sucedieron anoche y odio muchísimo eso. Desearía poder borrarme la memoria, desearía no haber bebido pero ni siquiera bebí tanto así que no puedo culpar al alcohol por lo que hice... Desearía jamás haber besado a Edgar frente a mi jefe.
¿En qué mierda estaba pensando cuando hice eso? Lo peor es que no fue sólo un simple besito, fue todo lo contrario, fue un beso demasiado apasionado. Edgar me besó como todo el mundo quiere ser besado y yo le correspondí. ¿Por qué le correspondí? ¿En qué momento eso me pareció buena idea?
Soy un imbécil. Edgar estaba drogado y había tomado, él puede excusarse y hasta puede fingir que no lo recuerda, pero yo, ¿yo qué carajo voy a decir? Sólo llevaba unas cuantas cervezas encima, no tengo excusa para explicar mi grave pérdida de cordura.
No sé que voy a hacer, no sé con qué cara voy a mirar a Diego después de esto. Ni siquiera quiero abrir los ojos, no quiero ver la escena. Sólo quiero fingir que estoy dormido hasta el fin de los tiempos, no quiero dar explicaciones de nada.
Aún sigo en el sillón, recostado perezosamente en una posición que comienza a parecerme incomoda. Siento peso en cada uno de mis hombros y ni siquiera quiero imaginarme qué es lo que tengo encima.
Me quedé dormido en medio de ellos y sigo aquí, arrepintiéndome de hasta haber nacido. Siento una cálida respiración pegar constantemente contra mi cuello, se siente bien así que no me muevo para nada. ¿Qué hora será?
Decido abrir mis ojos y lo primero que noto es que efectivamente estoy donde me quedé: en el sillón de la sala de estar. Después me doy cuenta que Edgar está profundamente dormido, recargando su cabeza en mi hombro y lo tercero que noto es que Diego está igual que Edgar.
Diego está dormido y usando mi hombro de almohada, él es el dueño de esa cálida respiración. Dios mío, siento que acabo de hacer realidad una fantasía sexual que no sabía que tenía, ellos dos durmiendo tranquilamente, usándome de almohada, ambos tan cerca de mí, respirándome en el cuello y yo... yo tengo una erección.
Edgar se acerca todavía más a mí cuerpo y sus labios rozan con mi cuello, acariciando mi excitada piel. Maldita sea, ¿qué hago en un momento así? ¿Me levanto y salgo corriendo? ¿Me masturbo aquí mismo?
Escucho como un celular comienza a sonar y cierro los ojos de inmediato, yo no sé nada, voy a fingir que estoy dormido con una gran erección en mis pantalones. Diego comienza a moverse y entonces entiendo que es su celular el que está sonando.
El timbre del celular se detiene, Diego rechazó la llamada, está despierto y seguramente ya se dio cuenta de la situación en la que estamos. Mi corazón comienza a latir velozmente. Apenas son las primeras horas de mi día y ya inicie con una gran dosis de adrenalina.
Siento su mirada, mierda, esto no ayuda en nada, Edgar está muy cerca de mí ¡sus labios están sobre mi cuello!, seguramente parecemos toda una feliz pareja y Diego se está enterando de eso. ¿Qué puedo hacer? No puedo dejar que nos analice toda la mañana.
Lo único que se me ocurrió hacer fue moverme un poco, alejándome de Edgar y acercándome más al lado de Diego para que pareciera que Edgar y yo estábamos tan cerca por pura casualidad, pero esto fue lo peor que pude hacer, pues mi estúpido movimiento despertó a Edgar.
—Buenos días. — Escuché a Diego decir.
— Buenos días... — Aparece la voz sumamente adormilada de Edgar, amo esa maldita voz.
— ¿Dormiste bien?
— No. — Contesta el amor de mi vida.
— Usamos a Nicolás de almohada. —Comenta Diego y siento una patada en el estómago. Ellos creen que sigo durmiendo.
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Vaso roto
RomanceTodos hemos escuchado alguna vez que lo que no te mata te hace más fuerte pero en la mayoría de las ocasiones lo que no te mata hace que desees estar muerto. Lo que no te mata te rompe, te transforma en un vaso roto... ¿Y qué es un vaso roto? "E...