¿Te Conozco? (KimChay +18)

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N/A: Perdón por la tardanza. Trataré de actualizar una o dos veces a la semana. En mi defensa este capítulo es mucho más largo que los dos anteriores <3

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Porchay recargó la frente en la ventanilla de la camioneta. Eran las 8:00 pm y la noche ya había caído profunda y oscura. El cielo no parecía mostrar estrellas y la luna era apenas visible. Sin embargo, a su alrededor, los automóviles, los edificios, las estructuras, estatuas, monumentos y negocios callejeros lo alumbraban todo cortando la oscuridad.

La noche estaba calurosa y ajetreada. Chay, aun dentro del vehículo blindado amortiguando el ruido ambiental, podía escuchar los claxones y las voces de la gente atareada atravesando calles y corriendo a lo largo de las banquetas, hablando, riendo o gritando. Era extrañamente reconfortante percibir el mundo exterior desde ese refugio.

Se dirigía a su hogar. Aquella casa en la que había crecido junto a su hermano. Aunque oficialmente su cumpleaños no sería hasta el día siguiente, era sábado y pensó que sería un gran detalle cumplir años justo en medio de la fiesta. Los domingos no eran un buen día para festejar considerando que, a diferencia de él, sus amigos sí tenían que ir a la universidad el lunes por la mañana.

Se sentía ligeramente aletargado. El aire acondicionado dentro del auto, el olor a aromatizante de pino y hierbas del bosque, la semi penumbra y el silencio del vehículo aunado al movimiento casi ingrávido sobre el asfalto y el zumbar ligero del motor, lo estaban sumiendo en un leve estado de sopor.

Desde el asiento trasero pudo ver por el parabrisas, alineadas una detrás de la otra, un par de camionetas idénticas a la suya. Detrás había una o dos más, no estaba seguro. Se sentía enojado por eso; sin embargo su hermano le había rogado que aceptara, de por sí era necesario, y ahora más que había puesto en Instagram dónde estaría esa noche y haciendo qué, dificultando aún más la labor de mantenerle a salvo. "Esto es por tu bien y el de tus amigos. Sólo quiero que estén seguros". Porchay no había discutido demasiado y terminó accediendo. No por él, sino por sus invitados. No quería poner en riesgo a nadie, y a pesar de no considerarse una «papa caliente», sabía que el negocio de los Theerapanyakul estaba pasando por un momento álgido y era importante mantenerse cautelosos.

Lo que definitivamente no había apreciado y lo tenía con un nudo en el estómago producto de la irritación, es que al equipo que Chan había formado, se agregaran precisamente los hombres de Kim. Iba en la camioneta con Chan al volante y Tad en el asiento del copiloto. Y sabía que en alguno de los otros vehículos se encontraban Pod y Kit. Y para agregar insulto a la herida, justo en ese momento, Tad decidió encender la música en los parlantes del auto usando el Bluetooth de su propio teléfono. De inmediato la voz de Kim sonó con una canción que se había hecho viral el año anterior. Instantáneamente la frustración bañó a Chay, un sabor avinagrado materializádose en su boca y la sombra de la ira cerniéndose sobre él.

-¿Podrías quitar esa música? -preguntó el chico con evidente animadversión.

-¿Por qué? A mí me gusta -Tad giró la cabeza sólo lo necesario para mostrarle los dientes en una sonrisa divertida. Chan le dedicó una mirada de reproche al hombre, y haciendo uso de los controladores en el volante, apagó el estéreo rápidamente, devolviendo entonces su vista al camino.

-¿Qué haces aquí de todos modos? -increpó Porchay cruzando los brazos encima del cinturón de seguridad que cruzaba su torso. Tad encogió los hombros sin molestarse en mirarlo. Un codo sobre la consola central del vehículo.

-Estoy para asegurarme que nadie mate o secuestre a tus amiguitos o a ti esta noche... -dijo desdeñosamente -Ya sabes, nada del otro mundo...- Chan volvió a mirarlo de mala gana. No es que no estuviera acostumbrado, Tad tenía fama de abusar de su posición dentro de la familia. Era uno de los hombres más confiables y apreciados, por eso era el jefe de guardaespaldas de Kim. Para él no aplicaban las mismas reglas y tendía a retar los límites indiscriminadamente si se le presentaba la oportunidad.