El viento hacía que la ventana, no muy lejana a la mesa donde impresos gritaban auxilio con un rostro femenino, creara un chirrido bastante crudo para una noche tan oscura. Este frío fenómeno se coló por los huecos de la ventana, los cuales eran muy pequeños como para que se colara una persona, pero sí para que un susurro dulce llegara a oídos de quien no deberían llegar. La delicadeza de la naturaleza rozó la mejilla del hombre que bajo el sueño profundo y lleno de inquietud en su descanso había caído rendido entre las miles de esperanzas y esfuerzos por hallar su vida.
Richard había estado en la cuidad, de nuevo. Ya hacían seis meses desde que su hija había desaparecido y ninguna señal, ni siquiera el cielo le indicaba el lugar donde pudiese encontrarle. Incluso aun descansando, no lo hacía realmente. ¿Qué ocurría dentro de su cabeza en ese momento? Las cosas no eran lo que el siempre habría esperado, sin embargo, Ana fue su salvación, fue su luz y de momento a otro, cualquier salvaje la habrá secuestrado. Al final, las esperanzas son lo último que desaparecen, pero Richard está decidido a encontrarla, aunque su ex-esposa no muestre demasiadas esperanzas.
Seis meses es demasiado. O al menos la gente es lo que susurra. El padre había tratado de ignorar todos los comentarios que no le proporcionaran ayuda alguna y siguiera cooperando con la policía, buscando el paradero de su hija. Tantas cosas dentro de su cabeza formaban un tifón, el cual parecía no tener pies ni cabeza, sin embargo, lo tenía para él, desgraciadamente, incluso dormido. Esa caricia le hizo soltar un bufido de sorpresa y susto, despertando y buscando con los ojos apachurrados por el sueño en las esquinas de su habitación alguien que estuviera ahí. Su primer, inocente e ingenuo pensamiento fue "Ana" pero como la misma sensación que le despertó, desapareció, esfumándose en la oscuridad de su habitación. Con la garganta seca y el corazón en la mano se reincorporó en su cama, la cual aún estaba tendida, y al visualizarla desde su perspectiva se veía fría.
"¿LA HAS VISTO?" Estas palabras sobresaltaron entre el papel impreso y la poca luz que la luna le brindaba a nuestro desgraciado amigo ayudo un poco. Aunque no le veía realmente bien, sabía cada palabra que decía aquel escrito, aquel anuncio, aquel grito desesperado. Ana se encontraba en grande, una fotografía que ella misma se había tomado. Al final y al cabo los adolescentes llegan a sucumbir ante las nuevas modas juveniles. El papel estaba en sus manos, con los ojos hundidos se martirizó leyendo de nuevo para sí lo que decía, como si le ayudaba a encontrar o recordar algo que había pasado desapercibido. Un lugar, una persona, alguna actitud, algo.
Sin embargo, lo único que vio fue la sonrisa dulce de su adorada hija. Sus hombros se relajaron recordándola. Y acarició la imagen jurando sentir su mejilla suave en la yema de sus dedos. Él sabía que no estaba ahí. Pero lo mantenía con vida, y con el recuerdo latente de su hija, buscando el no olvidarle. Porque al fin y al cabo, eso es lo que la naturaleza humana es. No puede evitar el olvidar, al no practicar matemáticas, olvidas las aplicaciones, no estudias gramática, los acentos se te pasan. ¿Qué pasa cuando una persona desaparece de tu vida?
Arrugó el anuncio con una sola mano y en forma de bola de papel la lanzó al azar a un lado de la habitación.
-¡Carajo¡-Había lanzado aquel merecedor de Home Run con tanto odio latente en su cuerpo y con tanto dolor en su corazón acumulados que gruñó por lo bajo mientras a su hombro parecía mostrar dolor, y le gustó. Le hacía sentir que estaba vivo.
Miró la bola de papel en el suelo, muy cerca del muro, esperando haber escuchado algo romperse, pero algo tan suave no puede hacer tal ruido cuando es lastimado. Un flash en su mente le mostró un posible escenario de su querida hija, siempre se piensa en lo peor, y Richard odiaba ver a su hija encerrada, atada, lastimada, violada, torturada, prostituida.
-Dios...no...-susurró mientras sentía que las lágrimas brotaban tanto de miedo como de odio puro, y sobre todo, impotencia. El llanto comenzó a hacerse más ruidoso, mucho más sobresaliente entre la oscuridad que impregnaba su habitación, hasta tal punto que se escuchó a si mismo llorar. No recordaba la última vez que se había dejado caer de aquella forma. Llegaba a su límite, y temía no encontrarle cuando ya no tuviera fuerzas. Su puño cerrado permanecía recargado en su frente, tratando de sacar de su cabeza dichas imágenes.
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Invierno
Mystery / ThrillerRichard es un escritor famoso que vive con su hija de quince años; Ana, que vive en un pueblo a las afueras de la ciudad, sin embargo, mientras Ana visita a su madre, la cual esta separada de su padre es secuestrada y durante mucho tiempo, a pesar d...