El viento soplaba con fuerza aquella tarde, las calles concurridas y llenas de gente parecían tranquilas a su parecer. Cogió su sombrero para ocultar su rostro y camino deprisa para confundirse entre los humanos. Sus manos sudaban, así que apretó con fuerza los papeles que llevaba, no estaba seguro si era correcto lo que iba a hacer. Pero presentía que el futuro para su país iba a ser cruel o eso era lo que constantemente soñaba. Sentía su cuerpo temblar cada vez que recordaba las imágenes de explosiones y muerte. Aunque en ese momento no podía hacer nada, tenia que al menos dar señales de querer alianzas con los países poderosos.
Aún era pequeño y su padre era quien dirigía, pero trataría de no quedarse de brazos cruzados. No, cuando su padre cada año que pasaba se iba volviendo más violento y en algunos casos le producía terror. El futuro iba a hacer oscuro, y el Reino de Ítala, ahora Italia fascista, caería en algún momento. Entonces su deber sería proteger lo que quedará, eso le habían enseñado.
De alguna manera llamaría la atención y con ese valor ingreso a la embajada - Bienvenido - le dijeron cuando llego a la recepción.
- Buenas tardes, señorita, soy un funcionario del Departamento de Justicia y del Departamento del Tesoro. Tengo información confidencial que entregar - le sonrió amablemente. Italia aún no sabía que causaría un gran alboroto al otro lado del continente.
Ese sería el inicio de un giro en la historia.
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Los pasos apresurados de un individuo resonaban contra las baldosas del lugar, en sus manos se encontraba un aviso que requería ser de suma importancia. Jadeando y completamente sudoroso, había logrado llegar a las puertas del despacho de quien era la representación de su país. Se acomodó lo mejor que pudo y toco para luego ingresar con cautela.
Cierto contra dejo su bebida de lado para dirigir la tensión en el humano que acaba de llegar, pudo notar el nerviosísimo y la urgencia que había tenido por llegar. Eso le intrigó, debí ser muy crucial - Buenos días, señor México - saludo cortésmente para luego proseguir - Ha llegado información de la embajada en Berlín que necesita revisar con prontitud.
Su mirada se oscureció, no debía ser nada bueno, pensó. Extendió la mano para recibir aquellos papeles - Gracias, sigue con tus obligaciones - le indico al humano para luego dejarlo solo.
Leyó rápidamente lo que contenía aquel pedazo de papel que estaba catalogado como confidencial - Esto no es posible - dijo para sí mismo. Tenia que haber un error, debe ser un error. Un complot en su contra era lo último que necesitaba en ese momento. Frunció el ceño con molestia, los humanos iban a hacer un alboroto de esto. Cogió su chaqueta, tenia que hacer una reunión de urgencia con el gobierno.
Nota 1: El 23 de enero de 1930, el presidente de México, Emilio Portes Gil, tomó la decisión de romper las relaciones diplomáticas con la URSS, esto se debe a que Emilio Portes Gil reveló en su autobiografía política que a mediados de enero de 1930 la cancillería había recibido un informe "confidencial obtenido de una de las agencias de investigación policiaca de más prestigio en Europa", según el cual "el Departamento del Interior" soviético estaba a punto de llevar a cabo un complot para desestabilizar al gobierno mexicano. El informe señalaba que a la cabeza estaban dos agentes comunistas y el plan siniestro era el siguiente: montarían una red de propaganda y sabotaje en México para desestabilizar a Estados Unidos a través de la interrupción de la exportación de petróleo. ¿Por qué México creyó la mentira? Alf Caputo, un periodista italiano, ofreció sus habilidades a Estados Unidos con el objetivo de "hacer el bien", de esta forma, decidió demostrar su capacidad para acceder a las redes clandestinas de información. Así, entregó al agregado militar de la embajada en Berlín un informe sobre las actividades bolcheviques en Estados Unidos. El Departamento de Estado recibió el escrito, pero no aceptó los servicios de Caputo, quien continuó enviando información sobre supuestos proyectos soviéticos; además en marzo de 1930 advirtió sobre un ataque terrorista. En ese momento, Caputo no era un empleado del gobierno de Washington; no obstante, al entregar el informe del complot soviético en México en la embajada de Berlín, se presentó como un funcionario del Departamento de Justicia y del Departamento del Tesoro.
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Mentiras de un amor en guerra
Historical FictionApretó los puños con fuerza, para luego golpear su reflejo. Sintió un dolor punzante en su mano y pedazos de vidrio cayeron con un ruido sordo. En sus ojos desbordaban furia y un aura negra cubría su cuerpo. Cuan tonto había sido, creerle otra vez...