Capítulo 8

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Inupi y Koko se volvieron una presencia frecuente en el taller y en la vida de Takemichi, después de la escuela iban al hospital para visitar a Akane y antes de que atardeciera se pasaban por el local de Shinichiro, no fue hasta que Akane fue dada de alta que tenían más tiempo de intervenir a Takemichi o Shinichiro.

Debido a que Takuya fue testigo de varias cosas extrañas que rodeaban a Takemichi, empezó a sospechar, no de algo con exactitud, ya que no podía darse una idea de lo que le pasaba a su amigo, pero sabía que algo sucedía y parecía estar dispuesto a averiguarlo.

Después de pensarlo por un tiempo Takemichi se cuestionó con seriedad si seria bueno decirle a su amigo, tal vez sería genial tener apoyo y alguien más con quien hablar de ello, después de todo Shinichiro tenía ocupaciones, y de todos sus amigos Takuya era con quien más tiempo pasaba, Mikey tenía otros amigos, no era tan cercano a Baji o Draken y Haruchiyo actuaba de manera extraña con él desde lo de las cicatrices.

Su plan era contarle a Takuya esperando que le creyera tan fácil como lo fue con Shinichiro, pero no contaba con descubrir algo que lo alteraría.

Debido a que Takemichi pasaba mucho tiempo en el dojo (incluso más del que pasaba en su casa) su nivel había progresado a un ritmo fascinante, lo suficiente para noquear de un golpe a un chico dos años mayor que él que lo molestaba. ¿El problema? Era hijo de un socio importante de su padre.

—Espera —lo detuvo un rubio— ¿me estás diciendo que ya no vas a venir a entrenar porque golpeaste a alguien?

—No era cualquier persona Mikey, era hijo de un socio de mi padre —murmuró desganado.

—Pero mira el lado bueno —habló Baji— puedes noquear a alguien.

—Cada día eres más fuerte, Takemitcchy.

—Y todo mi progreso se irá a la basura —se lamentó desordenando su cabello.

—Pero antes te has metido en peleas ¿no? —preguntó Draken sin comprender la lógica detrás de aquel castigo.

—No con hijos de sus socios, me podrían enterrar un cuchillo en la mano y a él no le importaría, pero si hago algo que lo deja mal, importa —se quejó tumbándose al suelo.

—Parece complicado tener padre… —murmuró el más alto y los otros dos asintieron dándole la razón.

Lo que tenía alterado a Takemichi respecto al incidente no era el castigo que recibió o el trato de su padre, era el hecho de haber soñado con gran parte de lo que pasó ese día, pero en ningún momento vio a su padre regañándolo después de separarlo del niño o castigándolo. 

Ni siquiera apareció.

Solo vio parte de ese día en su visión, parte que no mostraba a su progenitor.

De hecho, solo veía partes de ciertos días, días en los que veía a Shinichiro o a su padre, cuando se supone que hacen algo relevante.

—¿Y que se supone que harás ahora que ya no iras al dojo? —interrogó Mikey rompiendo la nube de pensamientos mientras comía una paleta.

—Probablemente nada hasta que encuentre un nuevo pasatiempo —suspiró.

Dejaron el tema a un lado para seguir bromeando y jugando.

En la escuela Takuya lo vio más distraído de lo que ya se había vuelto cotidiano, pero no indagó, tampoco preguntó porque nuevamente su amigo iría a la tienda de motos después de la escuela.

—¿Shinichiro-kun? —llamó en un susurro mirando por el interior de la tienda.

El mayor estaba atendiendo a un cliente, por lo que Takemichi se sentó en el piso cerca del mostrador para esperar pacientemente.

No soy tan importante para Mikey-kunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora