Mina estaba atónita. De todas las cosas que había visto de Beomgyu enojado, esta era la más impresionante. No pudo reprocharle nada por que sabía perfectamente por que hizo todo lo que hizo. No sabía como sentirse. La mano y la boca le estaban sangrando exageradamente y se había quedado sin un compañero para su plan. Ahora tenía que volver forzosamente a la escuela. A Mina se le revolvió el estómago y vómito en el piso de su habitación. Tenía una mezcla confusa de sentimientos. Ira, tristeza, inseguridad, nervios, ansiedad, enojo, y miedo.
Sobre todo miedo.
No sabía como estaba reaccionando. No sabía que estaba haciendo. Estaba en medio de una crisis muy fuerte. Sentía que había perdido la cabeza.
Y en ese momento, se le ocurrió una maravillosa idea a su cerebro totalmente desconectado.
Fue corriendo hacia la cocina, pero antes de poder llegar, vió a Beomgyu bajando las escaleras, casi llegando a la puerta.
Mina estaba tan fuera de si que ni siquiera lo reconocía. No sabía quien era ni que hacía ahí en ese momento. Tomó un florero que había en una mesa, fue directo hacia Beomgyu, y se lo estrelló en la cabeza.
No es que la casa de Mina tuviera demasiadas escaleras, es que Beomgyu las estaba recorriendo lentamente, como despidiendose de todo.
Quedó inconsciente al instante. Cayó desde lo que le restaba de escaleras hacia el suelo. Ya ahí, Mina visualizó su mano en el mismo estado que la de ella, y por un momento, se mareó y estuvo a punto de desvanecerse. Resistió como pudo, y como pudo, metió a Beomgyu a uno de los autos de su padre.
El papá de Mina tenía como 4 autos, tenía un buen trabajo y por eso un buen estatus económico, pero casi nunca estaba en casa desde que su esposa, o sea, la madre de Mina, murió. Igual no es momento de hablar de esto ahora.
Empezó a conducir sin un rumbo fijo. Condujo tanto que estaba a punto de salir de la ciudad. Encontró un terreno abandonado, y estacionó el auto.
Sacó a Beomgyu del carro, y lo metió a ese lote. Regresó al carro y de ahí sacó muchisimas cosas. Un rin de llanta, varias herramientas, varios liquidos como gasolina, anticongelante y esas cosas, una navaja y una soga. Tomó a Beomgyu, y abriendo sus ojos con las manos debido a que aún seguia inconsciente, comenzó a vertir cantidades de todos los liquidos que había sacado, directo en los ojos de Beomgyu. Ni siquiera sabía que estaba usando, pero no parecía importarle. Tomó también la soga y lo ató de manos y pies, y ató el rin de llanta directo a su estómago. Lo dejó ahí tirado, acostado boca arriba y en plena hora en la que el sol pegaba muy fuerte. Volvió a conducir, pero no sabía muy bien a donde dirigirse. Aún no lograba recordar siquiera como se llamaba, pero de repente, un rostro le llegó a la mente.
Un rostro que conocía muy bien.
Hwang Hyunjin.
Aquel chico risueño, guapo, alto y con una personalidad increíble.
Todo de él, era perfecto.
Y a su mente, comenzaron a llegar muchos de sus recuerdos juntos, como si de una película se tratase.
Cómo se conocieron, cómo se enamoraron. El día que se hicieron novios, su primera cita, su primer beso, la primera vez que llegaron a más, sus momentos lindos juntos...
Y también los no tan lindos.
Otro rostro le vino a la mente.
Minatozaki Sana.
Esa chica que llegó de imprevisto, a alegrar el rostro de Hyunjin. Como se veían a diario, como parecían estar muy cómodos en compañía del contrario, como se volvieron mejores amigos, y como a ella, a Mina, le estaba hirviendo la sangre por esto.
Como acabó todo.
Un tercer rostro le vino a la mente.
El chico que acababa de dejar tirado en un lugar donde nadie lo encontrara.
Pudo recordar a ese chico.
Choi Beomgyu.
Ese chico, ese maldito chico que conocía por su amiga de toda la vida. Que llegó como si nada a confesarle sus sentimientos por ella. Ese chico atractivo que correspondió sin más y que a partir de ese momento se volvió su cómplice. Que sabía todo de ella.
Y que obviamente, si dejaba, todo sería un caos.
Porque era como su mano derecha.
Por que sin él, quizá no lograría su objetivo de ser feliz de nuevo, y quitar del camino al molesto chico, a ese molesto chico.
Ese rostro, un cuarto rostro se le reprodujo en la mente.
Yang Jeongin.
Mina estaba martirizada. Estaba temblando y muchas lagrimas caían de sus ojos. Solo quería apuñalarse con algo, chocar el carro, que alguien le disparara o lo que sea, pero se quería morir. Su cerebro estaba realmente conmocionado, pensó que lo había perdido todo. Se sentía horrible, y en su mente se repetían una y otra vez esos 4 rostros, era horrible, era un calvario. Era como si las voces de esas personas le estuvieran gritando algo al oído que la aturdía. Solo pudo callar la voz de Sana y la de Beomgyu, pero aún había dos voces presentes.
Las de Jeongin y Hyunjin.
Esas dos voces, gritándole a todo volumen, lo felices que eran.
Lo enamorados que estaban, y recordándole que era un asco. Que era una persona repugnante, y que por más que hiciera, no podría separarlos ni impedir su felicidad. No podía volver a repetir la historia de Sana con ellos. No podía contra Jeongin, no podía hacer que se fuera así como lo hizo con Sana.
Jeongin había llegado para quedarse.
Y a Mina, esto la estaba acabando.
Y ahí estaba, sufriendo mientras conducía, siendo atormentada por esas dos voces en su cabeza que solo quería silenciar. Quería que le dejaran de gritar que ella era un estorbo.
Hasta que todo se calló por fin.
Hubo un silencio en la cabeza de Mina, un poco de paz.
El caos afuera no parecía perturbar la paz mental de Mina en ese momento.
Todo estaba callado.

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𝐏𝐫𝐞𝐭𝐭𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫... -𝐇𝐘𝐔𝐍𝐈𝐍-
FanfictionDonde Yang Jeongin estuvo recluso en un hospital psiquiátrico por asesinato. No debía desarrollar sentimientos hacia nadie más, porque él era capaz de hacer lo que sea para obtener lo que quiere. Pero oh, sorpresa, se enamoró de la persona menos in...