Mariposa Negra

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Hacía diez minutos que la habían llevado a la oficina de Deno Dunsvok y Bellatrix en ningún momento la había mirado, ni siquiera de reojo. Era como si Hermione no existiera, como si no se encontrara de pie frente a ellos.

Bella se había acomodado en la silla del escritorio junto a Dunsvok, así ambos podrían ultimar los detalles.

—¡Bien!—dijo hoscamente, volviendo a la hoja de inicio—. ¿A nombre de quién figurará el acta?—preguntó, mirándola por sobre sus gruesas gafas.

Bellatrix se tomó un momento para pensar, haciendo girar entre sus dedos una pluma que se encontraba sobre el escritorio.

—¿Es necesario que mi hermana firme?—preguntó por fin, tamborileando sus dedos en el lustrado escritorio.

—Sí, lo es, pero lo que podríamos hacer es dejar preparado el registro de propiedad, y mañana a primera hora su hermana tendría que pasar por aquí a terminar de sellar la entrega—explicó, dándole todos los privilegios como había sido ordenado, horas antes.

—¡Perfecto!—suspiró Bella, aliviada.

Si dejaba a Narcissa a un costado entraría en cólera, y no tenía ganas de soportarla con sus malos modos.

—Entonces, irá a nombre de las dos—informó, levantando el mentón.

Hermione estaba acalambrada, pero temía que si hacía el menor de los ruidos se acordarían que ella estaba ahí, de pie y la castigarían.

Seré propiedad de Bellatrix y Narcissa Malfoy...., se dijo para sus adentros. Simulaba no existir, pero estaba escuchando todo lo que ellos decían. ¿Por qué yo?, se preguntó. A partir de ahora sería sólo un objeto; un simple trapo el cual podían torcer hasta romperlo...como habían dicho momentos antes: una propiedad. Trató con todas sus fuerzas que su respiración se mantuviera acompasada y normal, pero la sola idea de su futuro próximo, junto a esas dos mujeres, le aprisionó el pecho como si fuera aplastado y triturado. Las lágrimas le bañaron las mejillas, y con su cabeza inclinada no se animó ni a secárselas.

—Excelente...—dijo Dunsvok, pasando a la siguiente hoja—. Las condiciones a pedido del Señor Tenebroso quedan nulas—informó, tachando varias líneas, y ensalivando la pluma para seguir escribiendo—. No habrá ni seguimiento ni pago económico, ni tampoco restricciones—enumeró, obviando esa parte del acta.

Bellatrix sonrió ampliamente y asintió conforme. Desvió sus ojos, tan solo una fracción de segundo, y vio con enorme satisfacción el dolor que reflejaba ese pequeño cuerpo. Aunque la maldita impura trataba de ocultar sus lágrimas, la angustia que resonaba apenas audible de su delgado cuerpo le habían disparado los sentidos, por demás agudizados.

"Quería llevársela ya", pensó, prestando atención nuevamente al viejo aburrido que tenía frente a sus ojos.

—¿Nombre de registro?—preguntó el director de actas, llegando a ese renglón—. Puede dejarle el verdadero o elegirle uno que le guste—propuso, esperando para anotar.

—Asquerosa sangre impura, aborto del mundo mágico, vomito verde—soltó, sin respirar y sin tener que pensarlo demasiado—. ¿Ese se puede?—preguntó, fingiendo inocencia.

—Sí, se la puede inscribir como usted más le guste—dijo, aguantando la risa.

Dunsvok, en el corto tiempo que llevaba registrando esclavos nunca tuvo que extenderse. La línea que adjuntaba el nombre o diminutivo en este caso no le sería suficiente, y eso que había anotado nombres raros y degradantes, pero ninguno tan extenso y poco original como el elegido, momentos antes.

Con una mueca, comenzó a escribir con letra refinada, completando los dos renglones destinados.

Hermione, sin levantar la cabeza abrió los ojos como platos. ¿Ese será mi nuevo nombre?, se entristeció, mordiéndose el labio interno.

Esclava Corazón en cautiverio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora